Lobos y corderos para todos los públicos, por J.C.Deus

Una dama de la alta sociedad provinciana venida a menos, influyente pero arruinada. Una joven viuda, rica y tonta. Una joven doncella, lista y sin principios. Un hacendado que huye de las mujeres como de la peste. Otro que busca un buen partido. Un heredero sin herencia sobrado de wodka. Un escribiente experto en el corrupto sistema judicial. Otra vez la Rusia zarista de hacendados ociosos, de matrimonios de conveniencia, de trampas e intrigas alrededor del dinero. Esta vez no es Chéjov, no es Gogol. Esta vez es Ostrovski. Y donde había profundidad posicológica hay gracietas, y donde había personajes complejos hay seres que van haciéndose más y más histriónicos sin llegar al esperpento. Hilaridad sin drama. ‘Lobos y corderos’ no es un sarcástico retrato de los usos y costumbres de la nobleza provinciana en la Rusia de mediados del XIX, como nos habían prometido. Es una vieja comedia costumbrista montada a la vieja usanza para un viejo público dispuesto a reirlo todo y a reflexionar en nada. El lado facilón de los festivales de otoño.

Piotr Fomenko y su troupe llevan por el mundo esta pieza de Alexandre Ostrovski (1823-1886) desde 1992, y ya va siendo hora de que la jubilen. Han traído Guerra y paz y Noches egipcias a anteriores ediciones del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid. Fomenko tiene 75 años y está considerado uno de los grandes directores teatrales europeos. Entre sus más de setenta producciones se encuentra Tres hermanas -presentado en la
edición 2006 del Festival de Otoño de Madrid.

La pieza se inicia misteriosa, prometiendo un doble nivel donde las obviedades de una trama ‘déjà vu’ sean duplicadas por personajes que confiesan a la menor ocasión sus bajezas descubriendo sus planes. El escenario tiene el atractivo de un mundo de naftalina y decadencia. Los actores están brillantes. Todo promete.

Pero la representación va espesándose en una tramoya complicada y el director decide aligerarlo con recursos chistosos. Algunos personajes empiezan a exagerar sin motivo. Y después de dos horas de representación, llega un descanso que enfría y siembra desconfianza. La última hora de representación es ya jocosa para gran disfrute de los que van al teatro a reir gestos de circo, piruetas y exageraciones. Todo va empeorando hacia el despropósito final, entre los aplausos enormes del sonriente público.

‘En 1998, el diario francés conservador Le Figaro decía: ‘Adivinamos y lo comprendemos todo, como si Ostrovski fuera nuestro primo, como si el ruso fuera nuestra lengua materna. ¿Entonces es eso el teatro? ¿Fácil? Sí, un juego de niños, pero no seamos ingenuos, hacen falta lentitud, trabajo y amor para que un director y unos actores doten a un texto teatral de unos intervalos tan apropiados. Y lloramos de risa, algo que, a estas alturas ¡no sucede todos los días! Todo parece improvisado, todo parece deshilvanado, como garabateado, concebido en el polvo, el bricolaje y el sueño. Salimos a un tiempo deslumbrados y apesadumbrados. Subsiste durante un buen rato esa graciosa negligencia que resume todo el arte de Fomenko y que recuerda la sorpresa de amor, un perfume caducado que respiramos como algo prometido desde hace mucho tiempo’. Tiene que haber opiniones para todos los gustos, y por eso incluyo ésta tan alejada de la mía.

Pero no me gustó lo que nos presentó Fomenko, un vodevil a la rusa. Sospecho que Ostroski puede representarse en claves menos convencionales. Y si no se puede, no merece la pena.

«Es el espectáculo más antiguo de nuestra compañía -explica Fomenko- y ha desempeñado un papel muy significativo porque se ha desarrollado al mismo tiempo que nosotros. Quizá un día haya que realizar una nueva versión o más bien crear una nueva atmósfera… De momento vive, pero quién sabe; no soy pesimista, pero hay que aceptar que los espectáculos también tienen vida y que cada vida tiene su final. Si el espectáculo muere o muere a medias, es mejor no seguir con él… Nada en el teatro, como en la vida, es inmutable» Ciertamente, amigo, ciertamente.

La mezcla de lo material y lo metafísico es la característica de Ostrovski y sus Lobos y corderos que más atrae a Fomenko: «En todas sus obras hay un contraste entre el pecado, por así decirlo, y el alma. Es una cualidad puramente rusa que no siempre es comprensible para los extranjeros. Sería muy interesante para mí saber qué piensan los espectadores españoles al respecto porque creo que Lobos y corderos es más dificil de comprender que Guerra y Paz. Dostoevski, Chéjov e incluso Turguéniev, son más accesibles, porque Ostrovski tiene una naturaleza rusa única e incomparable. He montado seis espectáculos con sus obras y ninguno es muy asequible».

Intuimos ese contraste, que no es puramente ruso sino puramente humano, pero no queda bien contado. Al final, la malvada Meropia es reverenciada por sus casi víctimas, Vasili se convierte en un patético pelele, y Yevlampia se mantiene tan tonta como siempre. La vida sigue igual, a pesar de que Fomenko prometía que ‘el montaje de Lobos y corderos que vamos a llevar a Madrid es un símbolo y un testomonio de nuestro pasado pero también de nuestra apertura hacia el porvenir, en el cual tengo mucha fe, pero ninguna certidumbre»

Se ha dicho que sus montajes, frente a la sofisticación pseudo-intelectual y la paráfrasis de los firmados por algunas de las estrellas occidentales más rutilantes, tienen ese encanto primigenio del antiguo pan recién sacado del horno, y de la antigua frescura del agua de una fuente. Este pan y esta agua son honradamente presentados pero están un poco rancios por querer gustar a toda costa.

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
LOBOS Y CORDEROS de Ostrovski
Autor ALEXANDRE OSTROVSKI

Dirección PIOTR FOMENKO
Colaboración en la dirección MATCHEN KHOUN
Asistente de dirección EVERETT DIXON
Decorados y vestuario TATIANA SELVINSKAÏA
Luces VLADISLAV FROLOV
Dirección musical BORIS GORBATCHEV
Sonido DMITRI BELOBROV
Dirección técnica CONSTANTIN LEBEDIEV
Romances rusos antiguos y un romance cantado por VERA PANINA

REPARTO
Meropia Davydovna Murzavetskaya, propietaria hipotecada MADELEINE DJABRAÏLOVA
Apollon Viktorovich Murzavetski, sobrino de Murzavetskaya ROUSTEM YOUSKAÏEV
Glafira Alexeyevna, joven pobre de la familia Mourzavetskaïa GALINA TIOUNINA
Yevlampia Nikolayevna Kupavina, viuda joven y rica POLINA KOUTEPOVA
Mijail Borissovich Lyniaev, honorable juez de paz YOURI STEPANOV
Vasili Ivanovich Berkutov, vecino de Koupavina KAREN BADALOV
Vukol Naumovich Chugunov, ex miembro del Tribunal del Distrito TAGUIR RAKHIMOV
Klavdi Goretski, sobrino de Tchougounov KIRILL PIROGOV
Pavlin Savelich, mayordomo en casa de los Mourzavetskaïa ANDREÏ KAKAZOV

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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