Y el verbo sincronizado de Lepage habitó entre nosotros, por J.C.Deus

Lipsynch es un raro término equivalente a ‘playback’ que significa sincronizar el movimiento de los los labios con la voz, hacer como que se canta en una actuación, o doblar la voz en una filmación. El título refuerza la idea de este espectáculo teatral como un experimento sobre la comunicación humana. Pero no hay que asustarse, todo teatro y todo arte lo es al fin y al cabo. Más sencillamente, es un gran fresco sobre la vida actual en el Occidente globalizado, un mundo próspero de continuos viajes de un país a otro, de omnipresentes medios de comunicación -radio, televisión, cine, ordenadores y teléfonos fijos y móviles son tan protagonistas como los actores-, de contactos en varios idiomas, de quirófanos y platós, de cafés y restaurantes, de metro y avión, de sopranos y neurólogos, locutores y actrices, logopedas e ingenieros de sonido; pero también de prostitutas y asistentas, de ancianos que fallecen, de bebés que se hacen mayores, de gente que va tirando como todos nosotros.

“Trata sobre el significado concreto de voz, habla y lenguaje y de su interacción en la expresión humana moderna’, dice su creador, el canadiense quebequés Robert Lepage, aunque los artistas no siempre aciertan en definir lo que hacen. La voz surge de una asombrosa maquinaria interna que, sin embargo, sólo encuentra su última expresión fuera del cuerpo. Para acercarse a esta idea, Lipsynch se aleja de estímulos visuales y se sumerge en una sinfonía de cantos y lenguajes, originales y simulados, una pieza coral de historias individuales entre 1975 y 2015, sin continuidad espaciotemporal. Una saga planetaria que propone un inventario del mundo, con sus ausencias y agujeros negros, visto a través de los ojos de personajes unidos por la casualidad y la probabilidad.

Robert Lepage (Quebec, 1957) –artífice de The Dragons’ Trilogy, Geometry of Miracles y The Andersen Project-, aclamado por la crítica como un alquimista de la escena capaz de dinamitar las bases clásicas del teatro con su imaginería multimedia, vuelve al formato teatral prolongado con este experimento teatral estrenado en Newcastle en febrero de 2007, apenas hace año y medio, que ha ido evolucionando en escena hasta llegar a su aspecto actual. Siete horas de representación más cinco intermedios; nueve actos desdoblados en decenas de escenas diferentes; nueve actores que representan dos docenas de personajes; una escenografía que necesita otra docena de figurantas irrumpiendo cada poco tiempo en el escenario para modificar los decorados ante el espectador. Y un texto firmado por once autores: los nueve actores y actrices de la obra, más el director y la asesora de dramaturgia. Si se trata del maratón de la dramaturgia moderna, Lepage subirá al podio.

Si se trata de visión, oficio, conocimientos y comunicación, sin duda que también. Estamos sin exageración ante una cima del teatro actual, algo que puede inspirar al conjunto de la familia dramática durante años. Es la respuesta del teatro al desafío del cine y la imagen. Es teatro cinematográfico. O cine en directo. O un híbrido aún sin nombre. Y precisamente manteniendo parquedad de recursos visuales grabados, ahora que los escenarios empiezan a sufrir la epidemia del ayer novedoso y hoy cargante vídeo.

Lipsynch monta un fresco social de nuestra época con muchos de los elementos que la caracterizan pero siempre dentro del ámbito de lo personal, nunca en el resbaloso alegato de lo colectivo. Son simples trayectorias humanas que se entrecruzan sin moralejas ni significados ni intelectualizaciones que sobran hoy día porque se quedan siempre cortas. Como un sediento aspirador de estímulos, utiliza al Caravaggio del dedo en la llaga y al Miguel Ángel de Dios creando a Adán de la Capilla Sixtina para reflexionar sobre cerebro y alma, sobre la muerte y el más allá. Hay personajes impresionantes que pocas veces suben a las tablas, minusválidos físicos y mentales que nos dejan atónitos. Hay un director de cine que rebuscando en su pasado recrea a su madre, hay una ex cantante de jazz que recuperando su memoria encuentra la voz de su padre, nacimientos y muertes, incestos y alzeheimer, locutores y tartamudos. Todo sin excesos ni coctelera, por las necesidades de un guión fresco, colectivo, en el que si lógicamente faltan muchos ingredientes para considerarlo resumen contrastado de nuestro mundo actual, no falta ninguno para considerarlo un reflejo auténtico de la vida, de las vidas de hoy.

Estimulado por el desafío del ‘espectáculo total’ que representa hoy la revolución de los escenarios operísticos, donde los directores artísticos han cogido la batuta, sus actores y actrices son también cantantes, y conecta arias de ópera y rock duro, música litúrgica, jazz y canciones pop, para representar el rompecabezas de la música actual, que ilustra el entrecruzarse azaroso y/o predestinado de un gigantesco abanico de personajes. Músicas de Górecky, Debussy y Schumann junto a las de Iron Maiden y Joy Division. No se diga más para ilustrar el eclecticismo postmoderno que es la esencia ideológica de Lepage y su troupe, del mundo actual, del pensamiento dominante que aún pugna por conquistar la cotidianeidad en gran parte del planeta.

Dice Lepage: ‘Con frecuencia confundimos voz, habla y lenguaje, pero son tres cosas completamente diferentes. Lipsynch trata sobre el sentido específico de los tres y de su interacción en la expresión humana moderna. Hasta ahora, nuestro trabajo en Ex Machina -la compañía que fundara hace catorce años- se ha centrado fundamentalmente en contar historias usando imagen, movimiento, espacio y música. La voz era un pensamiento posterior. Esta vez, hemos decidido convertirla en el núcleo, para ver hacia dónde podría llevarnos la exploración de la comunicación oral en todas sus formas. Este esfuerzo nos conduce a lugares insospechados, transitando un camino errático que nos fuerza, como individuos comprometidos en este proyecto artístico, a ahondar profundamente en nosotros mismos. La voz es una maquinaria interna que encuentra su última expresión fuera del cuerpo, pero para examinarla e intentar entenderla, uno debe, al menos por un instante, alejarse de los estímulos visuales y viajar donde la voz “se asienta”. Como en otros de nuestros espectáculos, la forma y la estructura de Lipsynch es barroca y sin ataduras, pero esta vez los personajes parecen provenir de un lugar más profundo. Comparo habitualmente nuestro proceso de desarrollo artístico con la imagen de un árbol. El público sólo ve el tronco, la corteza, las ramas y las hojas. Pero el artista debe preocuparse por el crecimiento que tiene lugar bajo tierra, en esa maraña de raíces subterráneas, que excavan erráticamente al mismo tiempo que sostienen y nutren el entero árbol’.

Desde su más primitiva expresión -el llanto de un bebé- a la más sofisticada -el canto operístico-, la voz humana conforma un foco selecto de identidad y emociones. Lipsynch explora las muchas manifestaciones de la voz, sus declinaciones e implicaciones mediante distintos procedimientos para transmitirla y reproducirla.
Teléfono, radio, bandas sonoras y películas de cine mudo, playback y postsincronización: voces que cantan, voces sintéticas, voces interiores, voces de parientes, voces del más allá, voces alucinadas. Nueve historias que responden, retransmiten y se reproducen unas a otras. Como en The Dragons´ Trilogy y en The Seven Streams of the River Ota, la singularidad de los destinos individuales se solapa con la magnitud de la historia colectiva, formando un gigante y moderno fresco a imagen y semejanza de nuestro mundo moderno. Un mundo fragmentado, plural, burlesco, trágico y estratificado en multitud de lenguas, sonidos y significados.

Robert Lepage (Quebec, 1957) es director, escenógrafo, guionista y actor. Su particular acercamiento al arte teatral, fundamentado en la ruptura con el dogma clásico mediante el uso de nuevas tecnologías, le ha otorgado fama internacional. Autor y director prolífico, a los diecisiete años, comenzó su preparación en el Conservatorio de Arte Dramático de Quebec. En 1994 creó su propia compañía multidisciplinar, Ex Machina.

Sus aptitudes como guionista y director cinemtográfico fueron ya reconocidas con su primera película, Le Confessional, invitada a abrir la Quincena del Director en el Festival de Cannes de 1995. Posteriormente dirigió The Polygraphe (1996), Nô (1998) y su primera película inglesa, Possible Worlds (2000). En 2003, su quinta película fue una adaptación de su premiada obra The Far Side of the Moon.

Presentando el programa doble Bluebeards´ Castle y Erwartung en la Compañía de Ópera Canadiense, Lepage demostró tener talento también para la ópera. Repitió en 1999 con The Damnation of Faust, en Japón; la producción se llevó a París en 2001, 2004 y 2006. Además, concibió y dirigió para la escena Secret World Tour, de Peter Gabriel en 1992, fue director artístico de Métissages (2000), y su The Busker’s Opera fue presentada en el Montreal High Lights Festival en febrero de 2004. En mayo de 2005 dirigió una ópera inspirada en la novela de George Orwell 1984, compuesta y dirigida por Lorin Maazel para la Royal Opera de Londres.

En España se han presentado de este prolífico artista, The Andersen Project, The Busker´s Opera, The Dragons’ Trilogy (20º Festival de Otoño), La casa azul, The Far Side of the Moon (21º Festival de Otoño), Geometry of Miracles, y The Seven Streams of the River Ota. Su visión de La Celestina de Fernando de Rojas, interpretada por Nuria Espert, se representa también desde hace unos años.

En 2004, tuve la suerte de ver esa ‘La cara oculta de la luna’ (The Far Side of the Moon, y desde entonces no he olvidado el nombre de Lepage. La obra trataba de dos hermanos enemistados que deben encontrarse a la muerte de su madre, y al mismo tiempo del paseo espacial de un astronauta ruso saliendo del Soyuz. No tenía nada que ver con ningún espectáculo que hubiera visto antes. Este Lipsynch es lo mismo pero en formato grandioso: más cantidad pero la misma calidad extraordinaria.

La primera versión de Lipsynch fue representada en el Teatro Guimera de Santa Cruz de Tenerife en abril de 2007. Quizás fue entonces cuando decidió ambientar uno de sus episodios en Canarias, concretamente el acto sexto, titulado ‘Sebastián -Laughter’. Le cabe la desgraciada suerte de ser el componente ‘gracioso’ de la obra, a costa de un muerto que se tira pedos, y un funeral con plañideras y cura con sotana que parece inspirado en la penosa imagen que de una hipotética España negra ofrece por esos mundos don Pedro Almodóvar (que por cierto estaba sentado entre los espectadores el día que asistimos).

‘El equipo creativo de Ex Machina cree que el teatro necesita sangre nueva. Que las artes escénicas -danza, ópera, música- deben mezclarse con otras disciplinas como el vídeo, la tecnología multimedia y las películas. Que debe haber un encuentro entre científicos y guionistas, entre pintores y arquitectos, entre los artistas de Quebec y los del resto del mundo para propiciar el nacimiento de nuevas formas artísticas. Ex Machina quiere responder a estos desafíos y convertirse en un laboratorio, en una incubadora de una forma de teatro capaz de alcanzar y entablar un diálogo con la sensibilidad del público del nuevo milenio’. Eso dice su manifiesto programático. Pocos manifiestos se cumplen; éste se está cumpliendo; nada mejor podemos decir de Lepage, Ex Machine y Lipsynch

Más en
www.lacaserne.net
www.tsf.org.uk
www.robertlepage.com

FICHA ARTÍSTICA Y TÉCNICA
Festival de otoño 08 Comunidad de Madrid
www.madrid.org/fo
LIPSYNCH
Dirección: Robert Lepage
Ex Machina/ Théâtre sans Frontières

Interpretación: Fréderike Bédard, Carlos Belda, Rebecca Blankenship, Lise Castonguay, John Cobb, Nuria García, Sarah Kemp, Rick Millar y Hans Piesbergen.

Madrid. Teatro de Madrid
Tel. 91 730 17 50
www.teatromadrid.com
Días 25 y 26 de octubre a las 13 horas(versión íntegra).
Día 28 de octubre a las 20 horas (1ª parte)/
Día 29 de octubre a las 20 horas (2ª parte)/
Día 30 de octubre a las 20 horas (3ª parte).
Días 1 y 2 de noviembre a las 13 horas (versión íntegra).

Asesora de dramaturgia MARIE GIGNAC
Ayudante de dirección FÉLIX DAGENAIS
Escenografía JEAN HAZEL
Diseño de iluminación ÉTIENNE BOUCHER
Diseño de sonido JEAN-SÉBASTIEN CÔTE
Diseño de vestuario YASMINA GIGUÈRE
Ayudante diseño de vestuario JEANNE LAPIERRE
Utilería VIRGINIE LECLERC
Producción de imágenes JACQUES COLLIN

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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