María Isbert , 8 décadas sobre los escenarios

María Isbert , 8 décadas sobre los escenarios

(PD).-La Academia de Cine reconoció las ocho décadas que lleva sobre los escenarios María Isbert nombrándola Académica de Honor.Durante un multitudinario acto en homenaje a la hija del mítico Pepe Isbert, en la sede de la Academia, la actriz de 91 años, muy emocionada, derrochó simpatía y buen humor y agradeció a su familia del cine esta distinción. «Os quiero a todos, no puedo decir más», afirmó.

Manuel Alexandre, Alvaro de Luna, Tito Valverde, Pepe Sancho, Silvia Tortosa o Emma Ozores fueron sólo algunos nombres de las decenas de amigos y compañeros de profesión que arroparon a Isbert en este emotivo encuentro, en el que se proyectó un vídeo, rodado por los hijos de la actriz, en el que se hacía un repaso a su trayectoria, y recogía palabras de la propia Isbert.

Con más de 250 películas a sus espaldas, en la mayoría de ellas trabajó como eterna secundaria, muchas veces dando vida a solteronas, chachas o en el rol de extranjera, y casi siempre en papeles cómicos, demostrando «la chispa de talento» en sus interpretaciones, como destacó su hijo Toni Isbert, quien hizo de maestro de ceremonias.

La hija del gran Pepe Isbert lleva ocho décadas «dedicada en cuerpo y alma» a la interpretación. Comenzó de la mano de su padre en películas como ‘La vida empieza a medianoche’ a la que seguirían ‘Un hombre de negocios’, ‘El verdugo’, ‘Viridiana’, ‘La Lola se va a los puertos’, ‘Botón de ancla’, ‘Currito de la cruz’, ‘Sor intrépida’, ‘Recluta con niño’, ‘Los ladrones somos gente honrada’ o ‘El cochecito’.

‘¡Cómo está el servicio!’, ‘La tonta del bote’, ‘Operación Mata-Hari’, ‘Hay que educar a papá’, ‘Una chica casi decente’, ‘La guerra de papá’ o ‘El bosque animado’ son sólo una pequeña muestra de la amplia filmografía de esta actriz, que también ha trabajado en proyectos como ‘Amanece que no es poco’, ‘La gran aventura de Mortadelo y Filemón’, ‘Semen, una historia de amor’ o, la última en 2005, ‘Envejece conmigo’.

HACER FELICES A LOS DEMÁS

Madre de siete hijos, presentes en el acto de ayer junto a algunos de sus nietos, María Isbert se dedicó al cine porque su padre «también era actor». «Salir y vivir el papel, es lo que hay que hacer», confesaba la actriz en el vídeo proyectado, apuntando que ella «nunca» ha quitado un papel a nadie, «que yo recuerde». «Yo adoro a la gente», enfatizó Isbert, quien desveló el secreto de su felicidad: «para ser feliz hay que hacer felices a los demás».

Isbert, que recogió de manos de la presidenta de la Academia, Angeles González-Sinde, la placa que le designa como Académica de Honor, no pudo ocultar su emoción, si bien no dejó de sonreír ni de bromear en todo momento. «Os quiero a todos, no puedo decir más», señaló ante un auditorio hasta los topes, que se puso en pie y rompió en aplausos y bravos hacia la actriz.

«¡Viva España!», enfatizó Isbert sobre el escenario, reconociendo que el teatro siempre le ha hecho feliz. «Ahora ya soy muy vieja y lo sigo echando de menos», afirmó. «Lo leo (el teatro) y me aplaudo», bromeó una mujer que dijo estar viviendo de nuevo otra vez su vida, «pero de memoria».

«Deudor del apellido Isbert», como puntualizó González-Sinde, el cine español ha contado desde hace ya ochenta años con esta «maestra en el ejercicio de ponerse en la piel de otros». Este reconocimiento a Isbert, para González-Sinde, distingue «el rol mágico de los buenos actores» que se ponen «en primera línea de juego».

Entre otros elogios, se escucharon durante este acto los de José Sancho o Alvaro de Luna. «Has tenido amor por esta profesión. Gracias, sobre todo, porque eres una actriz con una gran dignidad», señaló Luna, a lo que Alexandre, al grito de «¡María!» agregó que siempre fue difícil trabajar con Isbert. «Me ponía en un aprieto para no borrarme a su lado», concluyó.

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