¡Qué noche, don Lope, la de aquel día!, por J.C.Deus

La noche de San Juan de 1631, se organizó una fiesta en honor de los mismísimos monarcas de la muy poderosa España, en el jardín del palacio del Conde de Monterrey, en el Paseo del Prado de la capital del imperio. Fiesta en la que se representaron dos comedias: ‘Quien más miente medra más’, de unos tales Francisco de Quevedo y Antonio Hurtado de Mendoza, y La noche de San Juan, escrita por un cual Lope de Vega. Del palacio a la casa donde Lope había escrito tan importante encargo, en tan sólo cinco días menos catorce horas, había sólo un corto paseo, diez minutos. Era un 24 de junio y Lope asistió a tan celebrado evento que debió alargarse hasta el alba.

Había escrito una comedia de enredo en la que dos jovencitas de noble casa se atrevían a salir esa noche a la calle para desvbaratar los manejos casaderos de sus hermanos, que pretendían -ignorando sus deseos- casarlas la una con el otro, y el otro con la una, y arreglar así el común futuro de un combinado y oportuno embite. Fíjense qué atrevimiento el de don Lope, consagrado escritor que moriría cuatro años después, pues resultaba en la realidad que Manuel de Fonseca y Zúñiga, VI conde de Monterrey, y anfitrión del ‘party’, estaba casado con una hermana de Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares,- doña Leonor-, y a su vez el conde duque estaba casado con una hermana de Fonseca, Inés. Y mira tú por donde que el provocador Lope hara de este cuarteto entrecruzado, parte del argumento de la comedia que le han encargado. Con el agravante de que en su comedia las dos jóvenes impiden el arreglo de sus respectivos hermanos, mientras que en la vida real de los mecenas de Lope… ¿Qué pensarían aquella noche ambos poderosos matrimonios, Manuel y Leonor, Gaspar e Inés, mientras del rey Felipe IV abajo, todos reían con la trama y les miraban de reojo? Podría uno elucubrar sin que le descubran que a lo peor la censura de entonces era más liviana que la de ahora, que la inquisición laicista es la peor de todas las inquisiciones que fueron y serán.

Genial situación la de aquella noche, que hemos descubierto -¿por casualidad?- mientras nos ducumentábamos para esta reseña. Motivo de más para ver esta obra, si el prodigioso verso y el restallante ingenio de su autor no fuera ya de por sí un aliciente, un placer raro en nuestros días para los que adoramos al Verbo, un texto versificado de difícil recitado bien resuelto por el buen hacer de esta Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico que pasa su reválida con sobresaliente. No lo hacen perfecto, pero es que es muy difícil. Vean como muestra el verso final y confiesen cuantas veces han necesitado releerlo para comprenderlo bien.

‘Aquí la comedia acaba
de La noche de San Juan,
que si el arte se dilata
a darle por sus preceptos
al poeta de distancia,
por favor, veinte y cuatro horas,
esta en menos de diez pasa’.

Todo lo que se diga de Félix Lope de Vega y Carpio (Madrid, 25 de noviembre de 1562 – Madrid, 27 de agosto de 1635), sería poco ante sus prodigiosas dotes. Con 17 años fue desterrado por haber escrito unas sátiras contra la que había sido su amante. Más tarde, rapta, con su consentimiento, a la que se convertirá en su primera esposa, Isabel de Urbina. Tras enviudar, casa con Juana de Guardo, pero mantiene al mismo tiempo relaciones con la actriz Micaela Luján. A partir de 1605, a cambio de obtener protección económica del duque de Sessa, le acompaña en sus aventuras amorosas. La muerte de su esposa y de su hijo Carlos Félix le sume en una profunda crisis y se ordena sacerdote en 1614. Sin embargo, dos años más tarde se vuelve a enamorar, esta vez de la joven Marta de Nevares, que morirá pronto, loca y ciega. Los reveses se suceden: el hijo Lopito muere sirviendo en el ejército, su hija predilecta, Marcela, profesará en las Trinitarias, Antonia Clara se fuga con su amante. Mientras se aproxima su muerte en 1635, escribe y escribe como un poseso. Calculó en unas mil quinientas sus obras. Los estudiosos más estrictos cuentan 316 comedias, 73 como dudosas y 87 que, comúnmente atribuidas a Lope, no son suyas. Ni comparación con los escribidores de ahora.

‘Siempre hay motivos sobrados para volver a Lope: su abundante, variada y extraordinaria obra, su vitalidad, su eficacia dramática o su verso inigualable, entre otros. Y tienen, además, estas piezas de madurez un atractivo singular, la juventud de los protagonistas’, nos dice Eduardo Vasco, director de la CNTC

‘La propuesta que presentamos ha prescindido de la celebración cortesana manteniendo, sin embargo, la meta-teatralidad que el contexto de representación le otorgó y que ha dado lugar a un nuevo juego; el espacio de la representación se convierte aquí en el espacio mágico en el que los personajes tienen la oportunidad de vivir experiencias que su vida cotidiana ha limitado’, nos explica Helena Pimenta, la directora del montaje

‘Trampantojo, efecto, artificio: es el mundo del Barroco, la apoteosis de la meta-teatralidad, un ideal semiótico, expresión de la naturaleza efímera y contingente de toda representación, que convierte a la función en flor de un día, de una noche, y la condena, en cierta medida, a la imposibilidad de ser representada en el futuro: nunca más se podrá repetir la noche de San Juan de 1631. Aunque el teatro, sí, también está hecho de esas pérdidas. Vivir es saber renunciar: por eso, para que la comedia viviera, se nos ha hecho necesario despojarla de ciertos ropajes “de época”. Es imposible transitar una vida y la contraria: vivir es decidir. La noche de San Juan es una historia de fiesta y diversión, pero sobre todo, el viaje iniciático de unos personajes hacia su destino, nos opina Yolanda Pallín, la autora de la versión.

Que dura casi dos horas sin descanso. El tiempo lo marca un vestuario decimónico, y el espacio uno de esos artefactos de dos pisos, tan frecuentes hoy en los escenarios, que sirven de decorado único con leves retoques. Todo es correcto en escena. Destaca el recurso de la música en directo de un pianista que hará también de guardia urbano. Y los intérpretes forman un equipo cohesionado y efectivo. Un argumento muy banal para unos textos deslumbrantes. Un escenario logrado para un reparto eficaz. Una ambientación descontextualizada que huye del siglo XVII como si fuera caspa. Todo muy bien, pero un día de éstos nos gustaría ver teatro del siglo de oro en hiperrealismo historicista. Por probar el pecado mortal de ver las cosas como fueron concebidas y ejecutadas.

Éste es el texto completo de La noche de San Juan.

LA NOCHE DE SAN JUAN
Lope de Vega
Teatro Pavón 30 de enero – 15 de marzo
versión de Yolanda Pallín y dirección de Helena Pimenta.

GIRA
Toledo: 10-12 de octubre de 2008
Valencia: 20-30 de noviembre de 2008

R E P A R T O
Por orden de intervención
Leonor: Eva Rufo
Inés: Rebeca Hernando
Don Luis: David Boceta
Don Juan: Alejandro Saá
Tello: David Lázaro
Don Bernardo: Javier Lara
Blanca: Isabel Rodes
Antonia: María Benito
Don Pedro: Iñigo Rodríguez
Fenisa: Mónica Buiza
Marfisa: Cristina Bernal
Leonardo/Félix: Rafael Ortiz
Fabio/Octavio: José Juan Rodríguez

Piano: Ángel Galán

E Q U I P O A R T I S T I C O
Espacio sonoro: Eduardo Vasco
Diseño de peluquería y maquillaje: Joel Escaño
Asesor de verso: Vicente Fuentes
Coreografía: Nuria Castejón
Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Escenografía: José Tomé y Pedro Galván
Vestuario: José Tomé, Pedro Galván y África García
Versión: Yolanda Pallín
Dirección: Helena Pimenta

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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