Para no perderse en el Museo del Prado, por J.C.Deus

Una de las mayores frustraciones del visitante del Museo del Prado, meca indiscutible de la pintura occidental, siempre ha sido el galimatías de su distribución interior, las dificultades de orientarse en busca de lo que más te interesa. Ahora, la buena noticia es que al fin se dispone de una guía oficial del Museo, comprensible y manejable, para hacerse una idea clara del conjunto de sus fondos y poder localizar cualquier obra dentro de sus colecciones de pintura española, italiana, flamencas, holandesa, francesa, alemana y británica, así como en las colecciones de dibujos, y escultura y artes decorativas. Además ya está decidida e iniciada la nueva organización general, mucho más clara y completa. La mala noticia, sin embargo, es que no se hará realidad completamente hasta 2012, y quedan años todavía para que el nuevo Prado sea realidad.

“La Guía del Prado” es un completo recorrido por su colección permanente, desde la escultura antigua hasta la pintura del siglo XIX, a través de una selección de 400 obras. Ha sido patrocinada por Telefónica. Fue presentada por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, acompañado por el presidente del Real Patronato del Museo, Plácido Arango, el secretario general de Presidencia de Telefónica, Luis Abril, el director del Museo, Miguel Zugaza, y el director adjunto de Conservación, Gabriele Finaldi, lo que da idea de que no estamos ante un librito de arte cualquiera, sino ante una obra excepcional, merecedora de ser adquirida por todos los visitantes y de estar en todas las casas de los españoles, dado además su precio asequible, 19’50€.

La presentación de la guía se ha hecho coincidir acertadamente, aunque de forma un tanto confusa, con el momento en que el Museo ha dado a conocer los detalles de la futura reordenación y ampliación de su colección permanente, que va a suponer elevar de un millar a 1.500 las obras expuiestas permanentemente, es decir, incrementar en un tercio la muestra permanente al alcance de todos los visitantes.

Este incremento, denominado por sus responsables “la otra ampliación”, es otro de los grandes beneficios que ha aportado al Museo su reciente ampliación arquitectónica, al haber permitido liberar el equivalente a veinticinco salas de las servidumbres a las que habían tenido que ser sometidas, por falta de espacio, para el desarrollo de áreas de actividad fundamentales en la vida del Museo, como talleres de restauración, gabinete técnico, depósitos, archivo fotográfico, etc. trasladados en su mayoría ya a los nuevos espacios proyectados por Rafael Moneo.

Por tanto, y a medida que se produzca la paulatina incorporación de obras actualmente no expuestas a su discurso expositivo, el Museo procederá a reordenar toda la colección permanente en respuesta a la necesidad de acomodar el recorrido al nuevo eje central de acceso creado a raíz de su ampliación, con la reapertura de la puerta de Velázquez y la conexión de los nuevos espacios con el edificio Villanueva a través esta misma zona. El ‘recorrido ideal’ del visitante tendrá forma de bucle, duraría unas tres horas y se desarrollaría de forma cronológica y ordenada por escuelas.

Entraremos como debe ser, por la puerta de Velázquez, por el centro noble del gran edificio, y nos recibira la hermosa sala redonda y granate que es su corazón latente. Comenzarema en esta planta de acceso, girando a la izquierda con la pintura italiana y flamenca de los siglos XIV-XVI, continuará por la pintura española de los siglos XII-XVI. Prosigue subiendo a la primera planta, visitando la pintura española del siglo XVII y la europea (italiana, flamenca y francesa) de los siglos XVI a XVII. Despues se propone subir a la parte izquierda o ala norte de la planta segunda donde estará la pintura flamenca, holandesa e italiana del siglo XVII y llegar hasta la parte derecha o ala sur en el ala sur con los cartones de Goya y la pintura española del siglo XVIII. SDe ahí se descendería de nuevo a la planta primera para seguir con Goya, y finalmente se llegará a la zona derecha de la planta de acceso para culminar con la última etapa de Goya, y terminar con la pintura y escultura española del siglo XIX, por primera vez integrada en el discurso expositivo del Museo.

Precisamente estas salas, las dedicadas al siglo XIX, serán unos de los primeros espacios que se reabrirán, en otoño de este año. El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros podrá irradiar todo su dramatismo, y habrá un espacio temporal para aspectos concretos de los grandes fondos de este siglo.

¿Y Velázquez? Seguirá ocupando el lugar de honor, el centro de la primera planta, con Goya a su diestra. La colección de artes decorativas correspondiente al Tesoro del Delfín continuará expuesta en planta sótano y, las galerías jónicas de la primer planta con sus ventanales al Paseo del Prado se recuperarán como espacio expositivo complementario de la colección de escultura, que se extenderá también en sus habituales salas de exposición en planta baja y claustro de los Jerónimos. Las salas irán ordenadas del 1 al 100. Ya no nos perderemos.

Es decir, que aquel que llegue al Prado por vez primera en su vida y quiera verlo entero, entrará por el paseo del Prado saludando a la estatua de Velázquez, y hará el recorrido de las agujas del rejor mientras asciende y desciende hasta la segunda planta, para tres horas después poder exclamar satiasfecho y eshausto: ¡Lo he visto todo!. Y el visitante habitual, el que disfruta del Prado a fondo, tendrá siempre un mapa claro en la cabeza que le permitirá llegar en diez minutos justo a la obra o al pintor que ese día le apetece.

Ciertamente, para lo que nos gustaría, las cosas del Prado, como la de Palacio, van despacio. Pero por lo menos van: de una forma seria y coherente que podría tener validez por un siglo. Pudimos ver ya la mayor parte del nuevo espacio desalojado de sus anteriores funciones, y hasta las pruebas de los colores que lucirán las 25 nuevas salas, equivalente a un aumento de una cuarta parte más en el espacio total. Se recupera la segund planta entera del edificio, que llevaba años sirviendo de oscuro almacén. Y se conservan en su sitio tradicional, a veces de hace siglos, algunas obras emblemáticas que actuarán en el subsconciente del visitante como los garbanzos con los que Pulgarcito conseguía orientarse: Las Meninas, La familia de Carlos IV, los fusilamientos del dos de mayo… Y al final del todo habrá un espacio para conocer la historia de este edificio único, presidida por la gran maqueta de madera que hiciera su arquitecto.

En la nueva web del Museo, otra mejora a celebrar, pueden ustedes conocer al detalle la remodelación interior y la distribución de las colecciones.

En definitiva, primero llegó la obra arquitectónica de la ampliación, que costó dios y ayuda, demasiadas polémicas y mucho dinero, y que se inauguró -recordarán- en octubre de 2007. Después se inició la redistribución interior, el traslado de todas las áreas administrativas y complementarias al Casón y edificos anexos. En 2012 el Prado será mucho más grande y mucho más claro. Es de esperar que también se ponga en marcha la complementaria mejora en la formación y preparación de su personal, sobre todo en lo que ha sido siempre una asignatura pendiente, el trato exquisito que debe darse al público. Y así tendremos Museo del Prado para otros cuantos siglos.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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