Toda temporada tiene sus fiascos y sus gratas sorpresas, y ‘Clementina’ pertenece sin duda a la segunda categoría. Llámenla ‘zarzuela barroca’ si quieren, pero esta ópera española puede codearse con la producción de sus coétaneos, incluídos Haydn y Haendel, y es digno prolegómeno de los prodigios operísticos de Mozart. Una música medida e inspirada para un texto soberbio del gran Ramón de la Cruz en un libreto de encomiable coherencia (méritos que se atribuyen en parte a un expurgado concienzudo del original), y todo ello en una obra única, en la única ópera que compusiera Luigi Boccherini. Lástima que no hubiera más. Lástima que no hubiera otros. Lástima de más encargos por parte de la aristocracia española. Pudo haber en España un género a la altura del de Italia si la cúspide social lo hubiera apoyado como hizo doña María Faustina Téllez-Girón, condesa viuda de Benavente, encargando al titular musical de su Casa esta agradable Clementina que merece entrar en los repertorios habituales. Un digno entretenimiento. Un rato muy agradable. Un espectáculo donde todo resultó gratificante.
El tópico enredo incluye un marqués con dos hijas casaderas vigiladas siempre por su aya, con dos pretendientes de la mayor, Clementina, más una criada pizpireta y un profesor de música. El marqués de la Ballesta, no canta, y tampoco el pretendiente de más edad, un don Clemente histriónico que el actor Jordi Boixaderas ejecuta con los excesos necesarios. De las dos hermanas, Clementina y Narcisa, la primera resultará en realidad adoptada por el marqués y hermana del más joven de los pretendientes, don Urbano, con lo cual podrá casarse con el otro, el caballero viudo y rico don Clemente, mientras que Urbano se acomoda rápidament con Narcisa, y el profesor musical Lázaro con la criada Cristeta. Tres bodas con final feliz que dejan al marqués y a su aya libres de polvo y paja. Ni don Ramón ni Boccherini insinúan nada entre ellos, pero podría ser para remate completo.
Será la única obra lírica del compositor, italiano de nacimiento y español de residencia en la segunda mitad de su vida. Su estreno tuvo lugar en la Navidad de 1786 en el palacio madrileño de la aristócrata, tres años antes de la Revolución Francesa. Fue tan apreciada que pronto pudo verla el público. Luego se olvidó como casi todo en este país. Y ahora se rescata gracias a la Fundación Caja Madrid, que ha financiado un pormenorizado trabajo de recuperación de la partitura.
Andea Marcon, especialistas en música barroca, al frente de la Orquesta Barroca de Venecia, fue el encargado de la dirección musical, y el mismo director del Teatro Español movilizado para el evento, Mario Gas, acometió la escénica. En cuanto a la primera, nos pareció fría y carente de brío, sobre todo en la primera parte, agudizando sus características cortesanas en detrimento de mayor pasión y energía. En cuanto a la segunda, fue correcta y adecuada, que es mucho decir en unos tiempos en los que a menudo los directores artísticos del género empeoran su comprensión con ocurrencias sin tino. La escenografía de Juan Sanz y Miguel Ángel Coso, el vestuario de Antonio Belart y la iluminación de Paco Ariza, hicieron de la discreción, virtud.
Y el éxito final se apoyó en tres billantes intérpretes: el bajo Joao Fernandes en el papel del maestro de música don Lázaro; la mezzosoprano Amaya Domínguez como la sirvienta Cristeta; y el tenor Juan Sancho como Don Urbano, el joven caballero portugués y estrafalario poeta. Fernandes borda el papel tanto interpretativa como volcamente. Sancho, aunque aún bisoño y desigual, tiene una enorme y preciosa voz que con experiencia dará que hablar sin duda. Y Domínguez completa su buen cantar con un mejor estar en escena.
Junto a ellos las sopranos Anna Chierichetti y María Rey-Joly, la mezzosoprano Cristina Faus y los actores Vicente Díez y Jordi Boixaderas completan una actuación correcta, en la cual la que menos nos satisfizo fue la protagonista.
La música de Luigi Boccherini (1743-1805) ha conocido una brillante resurrección en los últimos años. Es autor de 124 quintetos y 90 cuartetos de cuerda, 48 tríos, 21 sonatas para violoncelo y bajo continuo, y 11 conciertos para chelo y orquesta. Su famosa Musica notturna della strade di Madrid (Quinteto para cuerda en do mayor, Op. 30) ha alcanzado difusión mundial como banda sonora de la película ‘Master and Commander: Al otro lado del mundo’ (2003). Su obra más conocida es el Quinteto de Cuerda op. 11, y su concierto para chelo Op.34 en si bemol mayor es su obra más interpretada.
Ramón de la Cruz (1731-1794), un escritor cuya fama le ha proporcionado un ‘don’ permanentemente ligado a su nombre, fue autor de más de 300 sainetes y uno de los personajes más influyentes de la época. Fue un ilustrado que prefirió el sainete a los iares neoclásicos y gozó del ‘enchufe’ del Ayuntamiento de Madrid, lo que le permitió ejercer un gran poder sobre la vida teatral de la Corte, hasta el punto de ser el verdadero director de los teatros madrileños de la Cruz y del Príncipe, cuya programación estaba en sus manos.
Clementina ha tenido en su estreno en Madrid sólo dos funciones. Tras su paso por el Teatro Español, la obra visitará el Teatro Arriaga de Bilbao los próximos días 24 y 25 de octubre. Merecería una gira completa por todo el país y tendría el éxito asegurado.
CLEMENTINA
De Luigi Boccherini
Libro de Ramón de la Cruz
Dirección musical Andrea Marcon
Dirección de escena Mario Gas
Orquesta Barroca de Venecia
Reparto:
Anna Chierichetti
María Rey-Joly
Cristina Faus
Amaya Domínguez
Juan Sancho
João Fernández
Jordi Boixaderas
Vicente Díez
Escenografía Juan Sanz y Miguel Ángel Coso
Vestuario Antonio Belart
Iluminación Paco Ariza
Ayudante de dirección de escena Jose Antonio Gutiérrez
Teatro Español
15 y 17 de octubre de 2009.
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