‘The song’, desafío extremo en el escenario, por J.C.Deus

Aquel espectador que, en el curso de la expiación de sus culpas en este purgatorio en que se ha convertido el arte actual, sea capaz de llegar al final de la última producción de Anne Teresa De Keersmaeker, tendrá un puesto asegurado en el paraíso. ‘The song’ bate todos las marcas de dificultad, hermetismo y gratuidad. En su estreno en París en junio pasado los espectadores abandonaban en masa. En Madrid, el día que nos tocó sufrirla sólo lo hicieron cuatro personas. Somos los más modernos. Pero este espectáculo de danza -sin música, sin escenario, sin vestuario- es paradigma de una tendencia dominante en el panorama artístico actual: la mortificación sádica del espectador hasta noquearle. El vacío financiado por las autoridades y jaleado por los públicos como sustituto de la periclitada, decadente y ‘casposa’ cultura.

Un escenario no ya vacío, sino desnudo y yermo. Nueve bailarines y una bailarina vestidos de mercadillo. Una sucesión caprichosa de ocurrencias, como apagar la luz sin que venga a cuento, carreras y carreras sin sentido, una ‘dobladora’ de sonidos corporales como gran atracción, un par de blues acompañados de guitarra acústica, una irrupción desaforada de música ‘heavy’, gestos, muecas, experimentos… La premeditada y alevosa búsqueda de suprimir cualquier significado, cualquier sentido, cualquier conexión por pequeña que sea con el pobre espectador.

Convertido el espectáculo en una prueba de supervivencia, en una demostración de hasta dónde puede aguantar el público europeo en la fuga hacia adelante que representa la radical ruptura con el pasado, todo se resume en llegar al final, en terminar considerando las toses y los bostezos del público como parte del espectáculo, en dudar si lo que se oye es un sofisticado efecto especial que potencia el mensaje del silencio, o es simplemente el jodido aire acondicionado.

Si aguantas esto, aguantas cualquier cosa que te puedan arrojar desde un escenario. Un auténtico ‘Desafío Extremo’ en el ecuador del Festival de Otoño.

Ya decíamos al hablar de ‘Rosas’, que el hecho de que se nos presente en cuestión de días la que puede considerarse primera consagración de la coreógrafa Keersmaeker seguida de esta ‘The song’, su obra más reciente, era una oportunidad única para juzgar a esta artista, que hace 26 años comenzaba su triunfal carrera con aquella y que acaba de estrenar ésta en París. Una experiencia interesante sin duda para el público especializado; un desastre para el común de los mortales.

Hay otras maneras más amables y contemporizadoras de decir lo que hemos dicho: que estos nueve hombres y una mujer tejen y destejen un universo de relaciones triangulares que bascula entre la armonía y el caos; que la pieza es un laboratorio de sonidos e imágenes en el que el cuerpo busca mantener su estatus en un paisaje en constante cambio, en la zona de tránsito entre la precisión matemática y la libertad humana; que el escenario, reducido a lo esencial, se convierte en una zona de posibilidades infinitas, desapareciendo las jerarquías entre lo pesado y lo ligero, entre el cuerpo y la mente, entre el bailarín y el entorno; que las ideas parecen fluir de un intérprete a otro, produciendo cambios en los movimientos, en las perspectivas y en las actitudes; que es un mundo tan extremadamente acelerado que se ve abocado a la parálisis sobre un escenario reducido a escasa e hiriente luz, ruido y movimiento.

El espacio delimitado por Anne Teresa De Keersmaeker, Ann Veronica Janssens y Michel François es un desierto mental, un paisaje desolado para después de la batalla ganada y perdida por nuestro próspero e infeliz mundo. La coreógrafa dice haber recuperado sus preguntas fundacionales: ¿cómo surge la libertad en arquetipos rigurosamente establecidos? ¿Cómo expresar un punto de vista político, encadenados como estamos por la historia? ¿Cómo acceder al movimiento a pesar de todo, a pesar de la inminencia del desastre? ¿Cómo acceder a la danza, a sus elementos más simples y dar un nuevo impulso a aquello que había quedado desprovisto de sentido? O, para decirlo de otra manera, ¿gracias a qué extraño principio los pájaros consiguen constituir patrones impecables y al mismo tiempo romper la armonía sin aparente esfuerzo? ‘Una búsqueda existencial y una búsqueda estética, de los principios básicos de la coreografía y de los del cuerpo social, en constante reconfiguración. Un espectáculo en el que la vulnerabilidad del actor se convierte en la fuerza motora del cambio’. Otra fallida declaración de principios.

‘THE SONG’
FESTIVAL DE OTOÑO
ESTRENO EN ESPAÑA

Un espectáculo de
ANNE TERESA DE KEERSMAEKER
ANN VERONICA JANSSENS
MICHEL FRANÇOIS

Interpretación y creación
PIETER AMPE
BOSTJAN ANTONCIC
ELEANOR BAUER
CARLOS GARBIN
MATEJ KEJZAR
MARK LORIMER
MIKAEL MARKLUND
SIMON MAYER
MICHAEL POMERO
SANDY WILLIAMS

Efectos de sonido
CÉLINE BERNARD

Escenografía
ANN VERONICA JANSSENS
MICHEL FRANÇOIS
Vestuario
ANNE-CATHERINE KUNZ
Dramaturgia
CLAIRE DIEZ

Producción: Rosas
Coproducción de De Munt / La Monnaie, Théâtre de la Ville, Grand Théâtre de Luxembourg y Concertgebouw Brugge.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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