Creer o no creer, éste sí que es dilema, por J.C.Deus

Hace cuatro siglos la religión era como el fútbol y asegurarse un sitio en el cielo, más importante que la vida incluso. La iglesia católica tenía el monopolio de la noosfera ideológica y usaba la producción cultural para difundir su propaganda. ‘El condenado por desconfiado’ de Tirso de Molina procede de ese contexto. Pero habiendo cambiado tanto las cosas desde entonces, su milagrosa presencia hoy en la cartelera teatral tiene sentido. Se rescata un texto espléndido y se plantea un problema eterno. ¿Importa cómo nos comportemos en esta vida? ¿Tiene sentido ser bueno?.

Este drama teológico-religioso cuyas raíces salen de la mitología universal desarrolla la historia antitética de dos personajes que plantean la cuestión de la fe como más poderosa que le destino. ¿Qué papel juega la conciencia propia en la salvación o condenación eterna? Y aún más, algo que entonces casi nadie dudaba y hoy casi nadie suscribe: ¿qué papel juega la fe en el más allá, creer en la otra vida tiene alguna influencia sobre ésta?; y lo que se hace en esta vida, ¿tiene alguna influencia después de la muerte?

Estamos ante un texto compuesto en otra gran crisis del catolicismo, -la que produjo la Reforma protestante y dió lugar a Trento- y plantea si cómo nos comportamos en esta vida tiene alguna importancia, o si da lo mismo y todo vale dentro del código penal y en sus entresijos. La segunda respuesta está barriendo la idea de dios del mundo: es ese relativismo contra el que el Papa Ratzinger patalea sin mucha eficacia de momento.

El ermitaño Paulo se somete a dura penitencia para ganar el cielo, pero el demonio le tienta anunciándole que da igual lo que se sacrifique, porque al final su destino será el mismo que el de un tal Enrico, que vive en Nápoles y resulta ser un malvado de tomo y lomo. Enfrentado Paulo a la tentación, cae en la desconfianza de las promesas divinas de vida eterna a quien sea bueno, y dado que todo da lo mismo, se hace bandolero y abandona su santa vida. Pero Enrico, ahorcado por la justicia terrena, se arrepiente de sus pecados en el último momento, y sólo con eso va al cielo, mientras Paulo preso de su desconfianza caerá para siempre en manos del demonio. Uhhhhh!

Con estos difíciles mimbres, el fraile Gabriel Téllez, alias Tirso de Molina, construyó una de las obras cumbres del teatro áureo español, publicada en 1635. ‘Lo religioso, que era tema de uso habitual, casi obligado, en el teatro de la España del XVII, ha pasado a ser un lastre en la España que vivimos’, reconoce Eduardo Vasco, director de la CNTC. ‘Lo que nos interesa y fascina de un texto como éste es la genialidad de un teólogo metido a autor de teatro en la España del siglo XVII, que decide escribir una “comedia” digamos al uso y gusto del público, pero tratando y centrando su temática en material propio de un púlpito, o si se prefiere de un diván’, añade Carlos Aladro, director del montaje: ‘Detrás del perdón católico presente en la obra, uno no puede dejar de sentir que en el autor subyace básicamente una infinita compasión por lo humano, por su fragilidad y eterna contradicción. De alguna manera, un elogio de la vida, un canto sublime a su fugacidad, una revisitación del paradigma renacentista del ‘carpe diem’ desde una perspectiva moral en la que, como años después formulará Bertrand Russell, “mi libertad acabaría donde empezase la de los demás”.

Para Yolanda Pallín, autora de la versión, »El condenado por desconfiado’ es fundamentalmente una comedia: de ermitaños y bandoleros, de tramoya y de acción. Para disfrutarla no necesitamos saber que los teólogos clasificaron como pecados contra el Espíritu Santo, entre otros, la soberbia espiritual, la desconfianza y la impenitencia final; ni que según la teología escolástica son de tan grave naturaleza que ni siquiera Dios podría perdonarlos. La obra misma, en tanto que comedia, configura su propia coherencia, más allá de doctrinas que un espectador pueda desconocer’.

Una vez más la CNTC tiene éxito en su tarea de asegurar vida eterna a nuestros clásicos. Estamos ante un gran trabajo de dirección, con acertada escenografía e interpretación, todo al servicio de un expléndido texto que por sí solo justificaría la asistencia de cualquiera. Entre los errores, hay uno importante y es el intento desmedido de convertir este drama en comedia a toda costa, y en abusar de gesticulaciones y énfasis para darla un tono jocoso que no le pega. Apúntense también en el debe, según nuestra modesta opinión, una duración excesiva y una parte final demasiado embrollada que podrían y deberían haber sido aligeradas sin menoscabo del resultado.

Tirso de Molina. Junto con Lope y Calderón forma el trío dominante del teatro español del Siglo de Oro. Aunque sólo han llegado unas sesenta piezas dramáticas suyas, fue uno de los dramaturgos más prolíficos, y afirmaba haber escrito trescientas o cuatrocientas. Posee el secreto de la intriga, logrando casi siempre interesar al espectador. Sus personajes tienen una profundidad psicológica notablemente mayor que en otros dramaturgos de la época, y sus caracteres femeninos destacan a menudo. Su obra fundamental es la celebérrima El burlador de Sevilla y convidado de piedra, sobre el mito de Don Juan.

Nació en Madrid en 1571, quizás hijo ilegítimo del Duque de Osuna. A los veintinueve años ingresa en la orden de la Merced. En 1618, se instala en Madrid. Los enfrentamientos con miembros de su propia Orden le llevan al destierro en Cuenca en 1640. Sus últimos años los pasa en Soria, de cuyo convento fue nombrado comendador en 1645, tres años antes de su fallecimiento. Tirso y sus coétaneos siempre son bienvenidos en este mundo prosaico. El teatro estaba lleno y la gente lo pasó bien. Gran presencia musical, tan sólo un arpa mágica cuyo repertorio deberían habernos detallado. Ya lo hemos dicho otras veces, que vivan los clásicos.

CNTC
El condenado por desconfiado
de Tirso de Molina
5 de febrero – 4 de abril
Teatro Pavón (C/ Embajadores, 9)

Próximas representaciones en gira:
Cáceres (Gran Teatro) Festival de Teatro Clásico: junio de 2010
Elche (Rotonda del Parque Municipal) : julio de 2010
Niebla, Huelva (Castillo de Niebla) Festival de Teatro y danza: julio de 2010
Almagro (Hospital de San Juan) Festival de Teatro Clásico: julio de 2010
Alcalá de Henares (Teatro Salón-Cervantes) Festival Clásicos en Alcalá:julio 2010

Reparto

Paulo: Jaime Soler
Pedrisco: Arturo Querejeta
Demonio: Francisco Rojas
Lisandro, sombra: Mon Ceballos
Octavio, sombra: Iñigo Rodríguez-Claro
Ángel, Celia: Muriel Sánchez
Ángel, Lidora: Eva Trancón
Enrico: Daniel Albaladejo
Galván: Ángel Ramón Jiménez
Escalante, portero, sombra: Jesús Hierónides
Cherinos, bandolero, sombra: Jesús Calvo
Roldán, gobernador, portero: Francisco Vila
Juez, Anareto, Albano: Juan Meseguer
Hermano de Laura, alcaide : José Vicente Ramos
Pastorcillo, mendigo: Rebeca Hernando

Arpa: Sara Águeda

Equipo
ASESOR DE VERSO: Vicente Fuentes
COMPOSICION MUSICAL, ARREGLOS Y ESPACIO SONORO: Juan Manuel Artero
ILUMINACIÓN: Pedro Yagüe
VESTUARIO: Montse Amenós
ESCENOGRAFÍA: Elisa Sanz
VERSIÓN: Yolanda Pallín
DIRECCIÓN: Carlos Aladro


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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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