Con un par de zarzuelas, por J.C.Deus

El teatro lírico español es un enorme patrimonio cultural olímpicamente ignorado por esta sociedad tan lista y tan creativa en que vivimos. Resulta interesante que sea en Cataluña donde más interés despierta últimamente, una tendencia de la que tuvimos constancia la temporada pasada con la versión de Xavier Albertí y Lluisa Cunillé de «La corte del faraón», y de la que ahora nos llega otro ejemplo de la mano del fundador del Teatro Lliure, que ha fabricado un bonito espectáculo musical fundiendo dos piezas décimonónicas del género chico. ¿Neozarzuela a la catalana? Sería un grato invento.

La Viejecita (1887) y Château Margaux (1897), ambas del compositor murciano Manuel Fernández Caballero, autor de títulos muy conocidos del género, como Gigantes y cabezudos, Los sobrinos del Capitán Grant o El dúo de la africana, le sirven a Pasqual para componer esta producción del Teatro Arriaga de Bilbao en colaboración con el Festival Grec de Barcelona y el Teatro Campoamor de Oviedo, que recoge partes escogidas de ambas, funde sus argumentos y comienza en un programa radiofónico en directo de los años cincuenta para terminar en una fiesta en el palacio de un marqués decimonónico. Una adaptación drástica, con cortes y fusiones, con supresión y creación de personajes, con un bisturí implacable al servicio de una buena causa.

Para resucitar estas ‘dos pequeñas joyas’ del llamado género chico, -la versión más popular de la muy popular zarzuela-, ‘de la manera más delicada y cariñosa posible’ en palabras del propio Pasqual, ha contado con la complicidad como director musical de José Ramón Encinar al frente de la Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid, la ORCAM de la que es director titular, y un doble reparto, del que pudimos ver el encabezado por la soprano Sonia de Munck, el barítono Borja Quiza y el tenor Emilio Sánchez.

Lo hace rememorando el mundo de la radio de los años cincuenta, los programas musicales en directo, en concreto inventando un concurso en el que compiten una sevillana y un gallego ejerciendo de tópicos, aderezados por los anuncios de entonces sin que falte ‘el negrito del áfrica tropical que cantaba la canción del ColaCao’. La segunda parte es más fiel al argumento original de La viejecita, una historia de apuesto galán que se disfraza de anciana venida de la Indias para poder entrar en casa de su enamorada, la hija de un marqués que quiere casarla con otro oficial del arma de caballería del flamante ejército español en plena guerra de la Independencia.

Del libreto original de ‘Château Margaux’, titulada con el nombre de uno de los más famosos vinos de Burdeos con el que se emborracha la protagonista y se disculpa el elegante vicio, apenas queda rastro. De ‘La viejecita’, zarzuela cómica en un acto y dos cuadros, y en verso, con libreto de Miguel Echeragay, las partes escogidas son las mejores, un breve preludio instrumental, seguido de un marcial coro masculino y de un brindis en tono patriótico “Fuego es el vino del suelo español”, seguidos del “Pobrecito Carlos, duro es el castigo”. Tras una bella mazurca y el elegante schotis llegamos a la canción de la viejecita o del espejo “Al espejo al salir me miré”. Luego de un académico minué, se canta el dúo de Luisa y Carlos “¡Pobre viejecita! quizás el más conocido de la obra.

Dice Lluís Pascual: “La zarzuela forma parte de mis recuerdos de infancia… Cuando me llegó el encargo de Emilio Sagi el cajón se abrió sólo y empezó a desprender un perfume de aromas conocidos: ¡Cuántas veces había escuchado el vals de Châteaux Margaux en la voz de mi madre! En cuanto a La Viejecita era la primera “obra dramática” que me había aprendido de memoria de cabo a rabo, cantables incluídos. Dicen que todos conservamos o deberíamos conservar una parte del niño que fuimos. Debe
ser así porque yo sigo escuchando zarzuela con los oídos de un niño’.

Sobre estas dos nostalgias, la zarzuela y la radio, Pasqual ha recreado un agradable espectáculo de nostalgias, elegido el pasado año como el mejor de la temporada lírica por la crítica de Barcelona y refrendado por el público con seis meses ininterrumpidos en cartel. La presencia de una buena orquesta y un gran director dota de infrecuente calidad a los pasajes escogidos de estas dos zarzuelas, aunque la escasa cultura musical del público no parezca apreciarlo demasiado. Las operturas muestran un gran dominio de la orquestación y un elegante estilo. Sonia de Munck es una excelente lírico ligera y Borja Quiza no sólo canta con personalidad sino que es un actor completo.

Comentando esa ‘La corte del faraón’ que pudo verse en La Abadía hace justo un año, hablábamos mitad en serio de ‘neozarzuela a la catalana’, y la esperanza de este brote verde lo confirma ahora Pasqual, gloria de la escena catalana que fuera director del Centro Dramático Nacional (de España) en los años ochenta. De aquella versión de Albertí y Cunillé decíamos que era ‘una burla soportable de los tópicos musicales españoles, de más lograda escenografía que texto, un picadillo demoledor de una gran opereta española décimonónica, que hace reír y pasar un buen rato, pero también preguntarse por lo que aporta a la larga y respetable trayectoria del original’.

De esta versión de Pasqual destacamos el óptimo resultado final, el notable nivel musical, escénico y actoral, y la ejemplar demostración de que no hay espectáculo superficial si hay buen nivel formal, de que puede haber un tipo de espectáculo ligero y entretenido en absoluto reñido con el rigor profesional.

Eso sí, recreaciones de esta naturaleza exigen más explicaciones. Como ocurre a menudo en la escena española, no se respeta la propiedad intelectual: ni una línea para el compositor Fernández Caballero ni una mención de los autores de los dos libretos, José Jackson Veyán en Chateau Margauz, y Miguel Echeragay en La viejecita. No se explican someramente los grandes cambios efectuados sobre el original, y el programa carece de comentario musical, hasta el punto de no especificar cuál es la versión reducida de la orquesta titular que está presente en el escenario.

LA VIEJECITA Y CHÂTEAU MARGAUX
De MANUEL FERNÁNDEZ CABALLERO
ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID
Dirección musical
JOSÉ RAMÓN ENCINAR
Dirección escénica
LLUÍS PASQUAL

Dirección del coro: Félix Redondo
Escenografía: Paco Azorín
Vestuario: Isidre Prunés
Iluminación: Lluis Pasqual
Coreografía: Montse Colomé
Ayudante de dirección: Leo Castaldi
Ayudante de escenografía: Jordi Soler i Prim
Maestro repetidor: Borja Mariño

REPARTO POR PAPELES

ANGELITA VARGAS / DOLORES IZQUIERDO / LUISA : Sonia de Munck – Anna Nebot
COMANDANTE / D. FRANCISCO DE BORJA / CARLOS (La Viejecita): Borja Quiza – Axier Sánchez
CAPITÁN ESTEBAN MARTÍN / MANUEL FARIÑAS / FEDERICO: Emilio Sánchez – Mikeldi Atxalandabaso
BRIGADA DON CONRADO SALVATIERRA / SIR JORGE: Miguel Sola
TENIENTE DON LUIS MARÍA FERNÁNDEZ CANEDO / FERNANDO: José Manuel Díaz
SARGENTO DON RAFAEL PONTEJOS / TÉCNICO DE SONIDO: Lander Iglesias

Y la participación especial de JESÚS CASTEJÓN en los papeles de Ricardo Gracián y D. Manuel.

Teatros del Canal
Sala Roja
del 10 al 18 de abril.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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