El ‘Principio Potosí’ y la función del arte, por J.C.Deus

El Museo Reina Sofía acoge una de las muestras de mayor envergadura que presentará este año. Ya el nombre sorprende: ‘Principio Potosí ¿Cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?’. Aún más lo hará el contenido. Plantea que la modernidad europea nació en la colonización de América. Enfrenta pintura colonial andina con instalaciones de artistas actuales. Para Manuel J. Borja-Villel, el activo director del museo, la exposición relee críticamente las dinámicas del capitalismo global desde la óptica oblicua del imaginario del imperio colonial español. Y se enmarcaría en esta nueva etapa del museo que él representa con la vocación de estimular interpretaciones alternativas y políticamente comprometidas de nuestro tiempo frente a la narración lineal y evolucionista de la modernidad ilustrada.

La primera impresión es de caos; la segunda, de conflicto entre las oscuras telas barrocas y los colorines multiformes de las aportaciones actuales; la tercera, de abrumador precipicio entre estéticas, con clara desventaja para la de nuestros días, ‘arte basura’ basado fundamentalmente en la acumulación de objetos usados y el uso de materiales innobles.

Al segundo paseo por lo que aparece un enorme almacén de objetos perdidos, algunas cosas empiezan a tomar sentido, especialmente una instalación china que reproduce la humilde vivienda de un obrero inmigrante en Pekín, y un cómico vídeo ruso sobre las posibilidades de expandir la religión ortodoxa a cuenta de las exportaciones de gas natural a todo el mundo.

Finalmente, hay que empezar por el principio. Pacientemente leer las explicaciones de los responsables de esta propuesta. Así todo empieza a tomar sentido. La tesis principal del proyecto “Principio Potosí” sostiene que la modernidad no tiene su origen y fundamento en el racionalismo y la
ilustración, sino en el proceso de expansión y explotación iniciado en el
siglo XVI con el descubrimiento de riqueza bruta en territorio colonial. Un
proceso de colonización que, según los comisarios, todavía no ha
concluido. La exposición trata de poner de manifiesto que las
condiciones de la producción artística y la función que adopta el arte
actual de legitimar a las nuevas élites de la globalización, tiene
conexiones y paralelismos claros con la función ideológica de la pintura
colonial.

La pintura colonial que surgió en el Virreinato del Perú (actualmente Perú y Bolivia), donde surgieron las influyentes escuelas pictóricas de Cuzco y Potosí, fusionó la iconografía religiosa de la metrópoli con motivos seculares y mitos de las culturas locales. La Villa Imperial de Potosí a comienzos del siglo XVII, durante el primer auge de la plata, era una de las ciudades más grandes del mundo – más que Londres o París entonces – y de mayor impacto económico en el desarrollo global. Para los comisarios, hay conexiones y paralelismos claros entre la función ideológica de la pintura colonial y la función que adopta el arte hoy de legitimizar a las nuevas élites de la globalización; y este principio no es sólo un hecho histórico aislado sino que tiene lugar virtualmente en la totalidad del mundo globalizado en el presente, y se ha producido repetidamente en el pasado.

De las obras de los siglos XVI al XVIII, 22 proceden de Bolivia (12 lienzos y 10 acuarelas), de las cuales sólo dos han sido mostradas fuera del país; cuatro de España y una de Bélgica. A los artistas contemporáneos se les ha pedido que elijan una de estas pinturas como punto de referencia para realizar una obra específica para la muestra. Así, León Ferrari ha hecho una obra que tiene como punto de partida el Infierno de Caquiaviri; Harun Farocki un vídeo que toma como referencia la pintura Descripción del Cerro Rico e Imperial villa de Potosí; María Galindo, a través de un video y unos graffitis, denuncia la dominación patriarcal a partir de los cuadros Virgen del Cerro y Las novicias. Chto Delat? reflexiona sobre la nueva oligarquía rusa y Eduardo Molinari denuncia en su obra el cultivo de la soja transgénica en Argentina, por mencionar sólo algunos ejemplos.

El director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja Villel, opina que al crear una tensión entre las obras coloniales y un entorno ajeno a las mismas, “el
museo se barroquiza y actúa como las formas de resistencia indígena al proyecto colonizador. Se convierte en paradigma de una relación con el mundo en crisis que no soslaya el estado catastrófico de éste”.

Según Borja-Villel, hemos creado un universo cerrado de referencias que nos hace incapaces de entender las prácticas culturales de una modernidad expandida, que desborda tales marcos y se proyecta en la sociedad global contemporánea. Sorprende la obcecación con que hemos ignorado que desde el siglo XVI la historia de Europa es inseparable de la de sus colonias, más aún, el hecho constatable de que no existe modernidad sin las relaciones centro-periferia que se inauguran con los procesos coloniales. ¿Qué sucedería si sustituyésemos el ‘ego cogito’ de Descartes por el ‘ego conquiro’ de Hernán Cortés, o el principio de la razón pura de Kant por lo que Marx denominó principio de acumulación originaria? ¿Qué pasaría si, en lugar de empezar el relato moderno en la Inglaterra de la Revolución Industrial o en la Francia de Napoleón III, lo hiciésemos en la América de los virreinatos? Las respuestas a estas preguntas nos ofrecen, sin duda, una perspectiva bastarda de la historia y una visión espinosa e irreconciliable de la modernidad que, sin embargo, parece dibujar una genealogía muy verosímil del globalizado mundo actual. El proyecto Principio Potosí denuncia y reivindica simultáneamente las raíces inconfesas de esta modernidad bastarda, frente a la explicación tradicional, que sitúa el origen del arte moderno en las pinturas de Courbet, Manet o en las de los impresionistas.

Una exposición original e interesante. Merece la pena verla aunque sea para disentir de las tesis que pretende defender, especialmente las de la llamada antiglobalización. Plantea también interesantes respuestas sobre la actual deriva de lo que antes llamabámos Arte. Es indudable que se ha producido una mutación en el sujeto que mira y en el objeto que se muestra. El brutal contraste entre las miradas y las mentes del pasado y del presente es más fuerte que la constatación innecesaria por obvia de que el arte no es de quien lo crea sino de quien lo paga.

Principio Potosí ¿Cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?
FECHAS: 11 de mayo – 6 de septiembre 2010
LUGAR: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Nouvel 0
COMISARIOS: Max Jorge Hinderer, Alice Creischer y Andreas Siekmann
COORDINACIÓN DE LA EXPOSICIÓN: Francisco Godoy
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Haus der Kulturen der Welt. Con la colaboración del Ministerio de Culturas de Bolivia y el Ministerio de Cultura de España.
ITINERARIO: Haus der Kulturen der Welt. Berlín (7 de octubre 2010-2 de enero 2011), Museo Nacional de Arte y Museo Nacional de Etnografía y Folklore de la Paz (febrero-mayo 2011).
ACTIVIDADES PARALELAS: Encuentro con los artistas y presentación de la exposición.
12 de mayo, 18:00 h en el Auditorio 200. Museo Reina Sofía.
EDICIONES: un catálogo, una guía incluyendo planos e información de cada uno de los artistas y de las obras expuestas, y un libro de Silvia Rivera Cusicanqui y “El Colectivo” en el que explican su tesis.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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