El retrato de Giovanna, por J.C.Deus

Ayer mismo, el Museo Thyssen-Bornemisza inauguró la exposición Ghirlandaio y el Renacimiento en Florencia, un recorrido por el arte florentino del Quattrocento que tiene como punto de partida una de las piezas más preciadas de su colección permanente: el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni pintado por Domenico Ghirlandaio en 1490. Es la oferta veraniega de este museo, que competirá con Turner en el Prado, los Surrealistas y la fotografía en Mapfre, y el Nuevo Realismo de los años 50-60 en el Reina. Siempre es atractiva una visita a la Florencia del Renacimiento y ésta es un elegante despliegue en torno a una boda/alianza entre dos de las familias poderosas de aquella época.

En torno a este delicado retrato, obra maestra del arte florentino destinada a rememorar a una joven esposa fallecidas a los veinte años, la muestra reúne un conjunto de 60 obras, tanto pinturas como esculturas, dibujos, manuscritos iluminados, medallas y objetos diversos, para ilustrar tres ámbitos del arte y la cultura en la Florencia de finales del siglo XV: el género del retrato, el tema del amor y el matrimonio, y la iconografía religiosa del ámbito privado. Obras de Pollaiuolo, Botticelli, Verrocchio, Filippo y Filippino Lippi, además de Ghirlandaio y otros grandes maestros florentinos, jalonan el recorrido, un viaje en el tiempo para conocer con detalle cómo era la vida en la floreciente ciudad italiana del primer Renacimiento.

La baronesa Carmen Thyssen rivalizó con Giovanna en la presentación de la exposición. El responsable de la misma, Gert Jan van der Sman, director del Istituto Universitario Olandese di Storia dell’Arte, mostró su auténtica devoción por la ciudad y su patrimonio artístico, mientras Guillermo Solana, director artístico del Museo, exponía las glorias del evento, y Gonzalo Fernández Rodríguez, director general de Loterías y Apuestas del Estado, confirmaba ser el ‘mirlo blanco’ de la historia, patrocinando una exposición cara y ambiciosa en tiempos de zozobra económica.

El Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni de Domenico Ghirlandaio ha sido el tradicional símbolo de la colección de pintura de Maestros Antiguos del Museo: refleja de manera perfecta y hermosísima los ideales renacentistas del último cuarto del siglo XV. Es el retrato póstumo de una muerta, es una celebración de la belleza efímera y evanescente, pero también un ejemplo, más allá de cualquier realismo, de la opulencia de las ricas familias italianas que financiaron el arte renacentista.

Giovanna, nacida del 18 de diciembre de 1468, era la octava hija de Maso di Luca degli Albizzi y de Caterina Soderini. Recibió el tipo de educación que se consideraba propio de una joven de su categoría social. El acontecimiento más importante de su vida fue su matrimonio con Lorenzo Tornabuoni (1468-1497), heredero de una influyente familia vinculada a los Médicis. La boda se celebró en septiembre de 1486 con una plétora de festejos y durante tres días la hermosa Giovanna tuvo todo el protagonismo. El 11 de octubre de 1487 nació Giovannino, primer hijo de la joven pareja. Todo se les prometía feliz y favorable, pero Giovanna muere al año siguiente, cuando contaba diecinueve años de edad, de resultas de su segundo embarazo. Fue enterrada en la iglesia de Santa Maria Novella el 7 de octubre de 1488. El joven viudo encargó el retrato para la posteridad antes de volverse a casar unos años después, y posteriormente participar en un complot de las grandes familias contra la dictadura de los Medicis, de resultas de cuyo fracaso todos los cabecillas serían ejecutados.

El retrato póstumo de Giovanna estaba destinado a ser colocado en un lugar de honor en el Palazzo Tornabuoni. Para realzarlo, la exposición se plantea reconstruir el contexto de este episodio. La sala 1 se abre con una vista de Florencia en la que se pueden identificar algunos de los edificios más famosos de la ciudad. Junto a ella se exponen dos manuscritos que pertenecieron al padre de Giovanna. El Libro debitori e creditori registra los gastos ocasionados con motivo de la boda de su hija y ofrece una minuciosa descripción del ajuar de la novia. En las dos siguientes salas, se despliega el talento de retratista de Domenico Ghirlandaio que montó un taller para trabajar casi en serie los numerosos encargos que recibía. El Retrato de Selvaggia Sassetti fue probablemente concebido por Domenico pero ejecutado por su hermano David. Junto a ejemplares hermosos de su producción figuran otros retratos de artistas de la época. En todos ellos reina una bella idealización destinada a agradar a los clientes por encima de todo.

La sala 4 nos acerca al esplendor y a la magnificencia que rodearon a Lorenzo y a Giovanna durante su vida de casados. Se crearon importantes obras para decorar y amueblar los aposentos privados de Lorenzo en el Palazzo Tornabuoni, núcleo simbólico de su nuevo hogar. Se reúnen por vez primera en quinientos años cuatro de las obras más hermosas que adornaron su lujoso dormitorio: tres tablas magníficamente conservadas que ilustran la leyenda de Jasón y Medea y el espectacular ‘tondo’ (marco circular) del mismo Ghirlandaio que representa la Adoración de los Reyes. Junto con escenas de la guerra de Troya que las acompañaban, dichas obras exaltan el concepto grecorromano de heroicidad junto a la icongrafía cristiana. Las demás obras seleccionadas para esta sección pretenden situar el matrimonio Degli Albizzi-Tornabuoni en un contexto más amplio. Las pinturas de la sala 5 tienen su origen en el círculo social en el que se movían ambas familias. La tabla que representa una escena de la novella de Nastagio degli Onesti, ejecutada según boceto de Botticelli, forma parte de un conjunto que se encargó para adornar una estancia del Palazzo Pucci, que con toda probabilidad sirvió de modelo para los aposentos de Lorenzo.

En las salas 6 y 7 se explora la esfera de la devoción privada y en ella se reúnen ejemplos de las pinturas, esculturas y manuscritos que llenaban los palacios de las opulentas familias florentinas. Se exponen ricos Libros de Horas, entre ellos los que se crearon para Lucrezia y Maddalena de Médicis, lujosamente iluminados y con tapas doradas de excepcional valor. El papel de lo sagrado en la vida cotidiana queda todavía más de manifiesto en las imágenes de la Virgen y el Niño realizadas por escultores y pintores de la talla de Antonio Rossellino y el mismo Domenico Ghirlandaio. En otras composiciones religiosas que adornaron los interiores del Quattrocento se ven escenas de la vida de la Virgen, imágenes de Cristo y representaciones de los santos eremitas. Todos estos cuadros y objetos dan fe del excepcional grado de refinamiento que alcanzó el arte florentino a finales del siglo XV.

Finalmente, en la última sala de la exposición se describe el proceso mediante el cual Domenico Ghirlandaio creó su famoso retrato, ofreciéndose un análisis técnico de la tabla y de los materiales utilizados en la misma. La reflectografía infrarroja ha revelado la presencia de un dibujo subyacente con modificaciones compositivas que, además de afectar a la posición de la figura, muestra otros cambios. La información sobre el tipo de pincelada, las diferentes densidades de carga en el pincel, los propios pigmentos y los agentes aglutinantes acercarán a la persona que visite la exposición a la técnica de uno de los grandes maestros del Renacimiento italiano.

Es un bello despliegue. Falta un contexto histórico más realista que contraste el refinamiento de la élite de la época con su crueldad legendaria, algo que se echa en falta siempre que se topa uno con estas descripciones idealizadas del Renacimiento italiano. Falta un retrato del viudo y referencias a su trágico final. Falta un intento objetivo de valorar la verosimilitud del célebre retrato. Pero se ofrece un oasis de nostalgia, un bálsamo de belleza congelada, un reposo en el fragor cotidiano tan falto de oportunidades para el goce estético, el culto al equilibrio y la pleitesía a la belleza.

Giovanna era una joven aristócrata de la oligarquía dominante en uno de los pequeños Estados más prósperos de la Italia central. Pocos años después de su muerte, el pueblo se sublevará espoleado por el discurso apocalíptico del cura Savonarola. Las masas quemarán libros en las plazas y se prohibirá todo el fasto de los ricos. Llegará un Papa español, Alejandro VI, el Papa Borja, que acertará a crear un enorme poder para la iglesia católica mientras convierte a su familia en el máximo ideal renacentista. Lucrecia y César Borgia escribirán las páginas más épicas de ese período de refinamiento artístico y crueldad bárbara, de señores cultos y criminales, de discursos rimbombantes y traiciones repugnantes.

A Gert Jan van der Sman y a Guillermo Solana se les cae la baba hablando de Florencia y de Domenico Ghirlandaio. Sobre el retrato en cuestión de nuestra pobre Giovanna degli Albizzi Tornabuoni, suele considerarse que el pintor buscaría la semejanza con la fallecida en un fiel retrato dibujado. Pudiera ser que el artista hiciera el dibujo en vida de la joven. Pero lo más probable es que partiera de un supuesto retrato de cuerpo entero aparecido en un cuadro de tema religioso, que hoy ya sabemos que se pintó también después de que Giovanna muriera. La verdad al fin y al cabo siempre ha importado bien poco. ‘La materia se aplica cuidadosamente en finas capas. El rostro está modelado con gran sutileza, con muy pequeñas cantidades de pigmento rojo para dar color a las mejillas de Giovanna y para resaltar sus labios. Los dorados bucles rubios de su cabello están representados con precisión caligráfica, con la punta del pincel.
Ghirlandaio crea una profusión de efectos de textura, línea, luz y color en los contornos definidos con precisión del busto y la cabeza de Giovanna. Pero este virtuosismo en la utilización de los medios artísticos siempre está subordinado a la intención de expresar la gracia de Giovanna y de captar su dignidad’, nos dice Van der Sman. Así será si así os parece.

GHIRLANDAIO Y EL RENACIMIENTO EN FLORENCIA
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA, MADRID
Del 23 de junio al 10 de octubre de 2010
http://www.museothyssen.org/thyssen/home
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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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