La escuela de Bono pervive en su sucesor, José María Barreda, que reclama a los demás lo que él no hace. Pide ahora al PP «juego limpio» en las próximas elecciones de 2011, mientras utiliza el presupuesto para sus fines partidistas desde la atalaya que le ha dado la historia reciente de la comunidad como activo participante en la gran infamia del lino.
Barreda ha solicitado al Partido Popular que «practique el juego limpio» de cara a las próximas elecciones de la región, que se celebrarán en mayo de 2011, ya que, de lo contrario, los ciudadanos acabarán «asqueados» de la política, como si no lo estuviesen ya.
«A mí me gustaría que se practicara juego limpio y que hubiera una confrontación de programas, de proyectos, de ideas y de planteamientos ideológicos», ha dicho el presidente, quien rechaza «una batalla sucia, fea, de calumnias, difamaciones y descalificaciones, porque eso es hacer una pedagogía política bastante negativa y lo único que se consigue es que los ciudadanos estén asqueados».
Desde luego de «batallas sucias y feas, calumnias y difamaciones» conoce mucho el presidente socialista de Castilla-La Mancha. Participó activamente en la gran infamia sobre el lino, de la que todos los señalados por la Junta que presidía Bono y vicepresidía Barreda en el supuesto fraude del citado cultivo salieron con todos los pronunciamientos favorables del procedimiento que se siguió en la Audiencia Nacional.
La participación de Barreda en aquella gran calumnia contra Loyola de Palacio, Carlos Moro y Nicolás López Coca, entre otros, ha quedado reflejado en la historia de esta vergonzosa campaña socialista cuando el 20 de diciembre de 2000 José María Barreda proclama que la Fiscalía había ratificado la denuncia de la Junta sobre este asunto. La situación era inmejorable para los fines del PSOE ya que el fiscal anticorrupción era el comunista Fernández Villarejo y el juez instructor el independientísimo Garzón, que le hizo un regalito a Bono y Barreda el 23 de abril de 2007, vísperas de las elecciones autonómicas, imputando en el caso al citado Nicolás López Coca.
El presupuesto como instrumento electoral
Por lo demás, Barreda hace estas declaraciones en el mismo momento en el que se le acusa de utilizar el presupuesto con fines electoralistas. Por un lado, enviando a consejeros, delegados y demás personal político a su cargo en horas de trabajo a secundar la campaña del PSOE «Sí a Castilla-La Mancha», en la que se cantan las excelencias de la gestión de Barreda y en la que no se menciona los 180.000 parados, el desastre de Caja Castilla-La Mancha o el apoyo con dinero público a la empresa privada que gestiona el aeropuerto de Ciudad Real, su pueblo natal.
También lo hace cuando acaba de publicar en el Diario Oficial los dineros que reparte para cursos de formación y entre sindicatos y organizaciones empresariales. Un millón aproximadamente al año por organización.
Según dice en una entrevista concedida a la agencia Europa Press, ha dado «instrucciones a todos los miembros del Gobierno y del partido» para que se practique el «juego limpio»; aunque a renglón seguido ha añadido que «en el combate de boxeo, cuando el contrincante se te hecha encima, es muy difícil mantener las distancias, y conviene mantener las distancias». También es difícil de mantener las distancias, añade, si el contrincante practica «un juego permanentemente sucio y tramposo».
Y esto lo dice quien se gasta 70 millones de euros en una televisión que tiene como única finalidad sacarle a él e ignorar a cualquiera que pueda hacerle sombra política, desde el partido de la oposición a cualquier otra fuente de información que no le beneficie electoralmente. Una televisión que no asiste a las ruedas de prensa de la portavoz de la oposición y cuyo bien pagado director general se niega a dar las cuentas de la casa, lo que debe formar para del juego limpio que propugna Barreda.
