Rosa Díez debe pensar que los gallegos son tontos si cree que van a votar a su partido después de burlarse de ellos de forma destacarada
El pasado 25 de febrero la fundadora de UPyD, Rosa Díez, caía en el ojo del huracán tras unas polémicas declaraciones en las que se refería a los gallegos en el ‘sentido peyorativo del término’, en una entrevista concedida a Iñaki Gabilondo en la cadena CNN+.
Sus palabras sembraron, de forma inmediata, un gran malestar en la sociedad gallega, no solo entre los ciudadanos de a pie, que colapsaron las redes sociales con grupos de protesta y de burla hacia líder de UPyD, sino también entre los organismos culturales y los partidos políticos.
Por una vez, nacionalistas, socialistas y populares dejaron a un lado sus diferencias y sumaron esfuerzos para servir de eco a un reclamo común: exigir a Rosa Díez que retirase sus palabras y pidiese disculpas al pueblo gallego, aunque, tal y como señaló el propio Nuñez Feijoo, «no ofende quien quiere, sino quien puede».
A los miembros de su propio partido en Galicia tampoco le gustaron sus declaraciones, y menos después de que el gabinete de comunicación de UPyD en Madrid calificara las protestas de los gallegos como ‘una muestra de intolerancia, complejo de inferioridad o perturbación nacionalista’.
El aluvión de qeujas entre los militantes fue considerable y varios grupos de militantes, en un número que la formación se negó a precisar, decidieron abandonar el partido.
Tan solo 6 meses después UPyD ha anunciado que concurrirá a las elecciones municipales en, al menos, todos los ayuntamientos con más de 50.000 habitantes, lo que significaría la promoción de su campaña en las conocidas como ‘siete grandes ciudades’: Vigo, Coruña, Orense, Lugo, Santiago, Pontevedra y Ferrol.
¿ Cómo se atreve Rosa Díez a pedir el voto a alguien a quien se ha referido en ‘sentido peyorativo’? Realmente debe pensar que los gallegos son ‘tontos’ (como dio a entender en aquella entrevista) si cree que puede obtener buenos resultados electorales en Galicia tras burlarse de su gente de forma descarada y no tener la decencia, al menos, de pedir perdón y rectificar.
