MADRID, 29 (OTR/PRESS)
«Desolador, negro, terrorífico, grave, economía de subsistencia, al borde de la quiebra…». Los alcaldes gallegos utilizan esos calificativos para expresar sus augurios sobre la delicada situación económica que aseguran están viviendo los ayuntamientos de la comunidad, y que, según advierten, no hará más que empeorar en el 2011. Y es que el año que viene, el de las elecciones municipales, según se señala en un trabajo periodístico de La Voz de Galicia, los concellos tendrán que hacer frente a tres reveses que empobrecerán aún más sus arcas, menguadas ya por la crisis y la caída en los ingresos locales.
Primero, desde el 1 de enero no podrán suscribir nuevos créditos. El Gobierno central así lo decretó para tratar de reducir el déficit público en más de seis puntos hasta el 2013. Pero, además, los ayuntamientos gallegos tendrán que devolver 69 millones de euros al Estado porque el Ejecutivo central dibujó en el 2008 un nivel de ingresos que, al final, resultó ser irreal. Con la liquidación del 2009 aún será peor. Entre septiembre y octubre se sabrá. Y por si fuera poco, la Xunta pretende rebajar el volumen de subvenciones el próximo año, lo que cierra un círculo que los alcaldes intuyen puede ahogar a más de una economía municipal en Galicia.
De ahí que se concluya: «Va a ser el presupuesto de un año electoral más duro y con menos inversiones desde que estoy en política». Así lo advierte Xosé Sánchez Bugallo, alcalde de Santiago. El regidor compostelano aventura incluso una cifra para evidenciar la caída que deberá afrontar su Concello. «Los fondos para inversiones caerán un 50% en el mejor de los escenarios», adelanta el regidor socialista, para quien «nada volverá a ser parecido a antes de la crisis». Según su opinión, los ayuntamientos se tendrán que limitar a mantener los gastos corrientes que ya tienen, y hacer muchas menos inversiones.
«Estamos en una economía de subsistencia. No habrá apenas inversiones, ni obras, mientras que los ciudadanos demandan cada vez más servicios», señala Martiño Noriega, alcalde de Teo. «Muchos ‘concellos’, ayuntamientos, ya están pagando con año de retraso, y los que sacamos algo adelante lo hacemos en base al ‘pedigüeñismo’ de subvenciones», añade el regidor del BNG, que carga contra la falta de apoyo de la Xunta. «Los ciudadanos no entenderían que les redujésemos los servicios, por eso ese campo es nuestra preocupación», coincide el alcalde de A Guarda. Domínguez Freitas, quien tira también por elevación y pide a Xunta y al Estado que aborden urgentemente un plan para garantizar en los municipios servicios básicos que corren peligro por la maltrecha economía municipal.
«La situación es insostenible y el ‘concello’ que sepa mantener los servicios que da hoy, será un campeón», añade Xosé Crespo, alcalde de Lalín. El mandatario popular augura problemas para el pago de nóminas en no pocos ayuntamientos gallegos hacia finales de año, «y en algún caso, en alguna ciudad», aventura. Pero lo que sí constata es que las deudas municipales con Sogama, compañías de recogida de basura o suministradoras de luz y telefonía crecen en todos los concellos, «aunque la empresas no lo hagan público por la ley de protección de datos», indica. Por su parte, la alcaldesa de Betanzos, María Faraldo (PP), coincide en exigir un pacto de financiación local de inmediato, mientras clama por un mayor apoyo de las diputaciones en este momento. «Es el ayuntamiento de los ayuntamientos, que se dejen de gastar en fiestas y nos atiendan, porque es su razón de ser», dice.
Rafael Louzán, presidente de la Diputación de Pontevedra defiende su parcela y culpa al Gobierno central. «Estamos mal por la mala planificación e irresponsabilidad del Gobierno central, sus ocurrencias como el Plan E, y los errores en la atribución de fondos a los concellos». Louzán defiende el papel de los organismos provinciales, y asegura que el que preside ya ha renegociado las tarifas eléctricas y de telefonía de numerosos ayuntamientos y adelantado fondos a medio centenar, «pero todo el mundo debe tener claro que no se puede gastar más de lo que puedan pagar», recalca.
Un panorama desolador, que no ex exclusivo de Galicia…