La consejera de Asuntos Sociales del Cabildo de La Palma, Maeve Sanjuán (CC), se ha pasado cuatro pueblos en la ‘originalidad’ de sus declaraciones y ha acusado a la Iglesia católica de mantener un silencio en todo lo que se refiere a la violencia de género.
La titular del área explicó que “tenemos que hacer más entre todos, no creo que sólo sea por parte de las administraciones y poner recursos y leyes, tiene que ser de la sociedad. Tiene incluso que ser de la Iglesia que no la oigo, que la oigo hablar alto, claro y fuerte contra el aborto, pero no la oigo cuando se habla de mujeres muertas por violencia”.
Sanjuán, en cuya isla no se han registrado este año casos de muertes por violencia de género, recalcó que lo que sí ha experimentado un aumento es el número de llamadas al Dispositivo de Emergencias para Mujeres Agredidas.
La consejera de Asuntos Sociales subrayó que todas las instituciones, incluida la Iglesia, deben manifestarse en contra de este fenómeno y lamentó que «se alce la voz contra el aborto, pero no contra las agresiones a las mujeres»
Lo que sí parece evidente, a tenor de las declaraciones de la señora Sanjuán, es que ésta tiene que empezar a significarse políticamente de cara a las próximas elecciones. Pero no ha estado afortunada en el ejemplo, sobre todo porque el Vaticano sí que realiza condenas frecuentes sobre esta lacrea social.
El predicador del Papa Benedicto XVI, Raniero Cantalamessa, afirmaba recientemente que «Juan Pablo II inauguró la práctica de las peticiones de perdón por los errores colectivos. Una de ellas, entre las más justas y necesarias, es el perdón que una mitad de la humanidad debe pedir a la otra mitad, los hombres a las mujeres».
Dijo que la violencia de género es «más grave» porque tiene lugar «al abrigo de los muros del hogar, sin que nadie lo sepa, cuando no incluso se justifica con prejuicios pseudo-religiosos o culturales». «Las víctimas se encuentran desesperadamente solas e indefensas», reconoció, al tiempo que alabó la labor de «muchas asociaciones e instituciones».
«La violencia contra la mujer no es nunca tan odiosa como cuando se produce allí donde debería reinar el respeto y el amor recíproco, en la relación entre marido y mujer», concretó.