Opinión / Desde mi escaño

Mariscadas comunistas

Mariscadas comunistas
Jerónimo Saavedra. EP

Al primer teniente de alcalde del ayuntamiento de Sevilla, que se llama Antonio Rodrigo Torrijos, pertenece a Izquierda Unida y es además portavoz de los comunistas en dicho consistorio, le ha sentado fatal una mariscada de campeonato que se mandó hace un tiempito en Bruselas. Concretamente en la primavera del 2008.

Debe ser que las langostas estaban caducadas con efectos retardados; porque es ahora cuando se ha ronchado y hasta le han entrado cagaleras. Pero no, las langostas estaban muy buenas, lo que pasa es que el otro día salió a la luz una comprometedora foto en la que se le ve, junto con un presunto implicado en una trama de corrupción socialista, delante de enormes bandejas de marisco ambos dos, y con caras de estar disfrutando de una gran felicidad. Felicidad debida a que el marisco no lo pagaban ellos sino el contribuyente. A mil euros la mariscada. ¡Casi nada!

Y esto lo hace un señor que, a las primeras de cambio, se pone a cantar La Internacional con el puño en alto. Esa canción socialista/comunista que dice en su primera estrofa: “Arriba los pobres del mundo, En pie los esclavos sin pan, Alcémonos todos al grito, Viva La Internacional”.

O sea: en pie los esclavos sin pan… Es decir, que como no dice nada del marisco, pues el muchacho se piensa que puede mandarse una mariscada a costa de, precisamente, los esclavos sin pan. ¡Consio, para eso es el teniente de alcalde de Sevilla! Ayuntamiento que está presidido por el socialista Monteseirín. Que como el Monteseirín no sale en la foto de la apoteósica mariscada, pues debe estar mosqueado con su primer teniente de alcalde…

¡Eso no se hace, caramba, señor Rodrigo Torrijos! No se puede usted ir a Bruselas a ponerse morado de marisco, sin invitar a su alcalde, que se quedó el pobre todo desconsolado. Eso sí, en diferido. Se quedó desconsolado en diferido, cuando lo vio a usted en la foto con el otro; que es que casi ni se les ve, dada la altura que alcanzaban las fuentes de marisco.

Para justificar lo injustificable, el señor Torrijos ha dicho que: “Mi formación y yo en particular estamos sufriendo una campaña perfectamente organizada por la derecha y sus poderes, la derecha política, la económica y la mediática”.  Pues claro, todo es un montaje de Photoshop que le ha organizado la derecha para fastidiarlo. En realidad usted se estaba tomando en Bruselas unas obreras sopas de ajo, y la derecha cavernaria trucó la foto para que usted apareciera como el ogro de Pulgarcito frente a tanto márisco. ¡Pobre hombre, qué malos los de la derecha!

Sigue diciendo el monstruo del marisco, o sea Torrijos, en su justificación, que: “¡Un comunista comiendo marisco, adónde vamos a llegar! Claro, si es Javier Arenas el que come marisco…, entonces es protocolo o algo normal”. Hombre, Torrijos, lo que pasa es que Arenas no se pone a cada momento, como usted, a cantar eso de: “En pie los esclavos sin pan…”. Y entonces pasa lo que pasa, que los esclavos sin pan, que en Andalucía gracias a los socialistas y comunistas se cuentan por cientos de miles, pues se cabrean.

Esto de que los comunistas se jarten de marisco cuando paga el pueblo, no es nuevo. Un servidor recuerda que aquí, en Canarias, cuando el socialista Jerónimo Saavedra alcanzó el Gobierno regional, dio un alto cargo a un comunista. Tal comunista nombró consejeros suyos a otros dos comunistas, y para celebrarlo se fueron los tres a comer marisco a un establecimiento de lujo de Santa Cruz de Tenerife. A costa del contribuyente, claro está; porque es que estaban precisamente estrenando las visas oro que tan generosamente se despachan en este país a los políticos.

Pero amigos míos, se pusieron tan malos con el marisco, que a poco no lo cuentan. Con sueros estuvieron ingresados semanas en el hospital, y cagándose literalmente por las patas para abajo. Han pasado ya de esto muchos años, pero todavía ninguno de los tres puede ver un langostino sin que se le revuelvan las tripas. Justicia divina que se llama esto. ¿O no? O justicia proletaria, vaya.

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