El ‘Reina’ cumple veinte años, por J.C.Deus

39El martes pasado la Reina Doña Sofía inauguró en el Museo que lleva su nombre, con ocasión de su 20º aniversario, una nueva presentación de parte de la colección permanente, ordenada en torno al tema ‘¿La Guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-1968)’. Para mostrar las aproximadamente mil obras que componen esta relectura, se emplea entera la cuarta planta del edificio histórico. El actual equipo de dirección ha realizado un trabajo sugerente, repleto de originalidad y reflexiones, con los mimbres disponibles y un apreciable número de adquisiciones, legados y donaciones recientes. El despliegue es interesante y enorme, aunque está fuera de dudas que el objetivo de plasmar el conjunto de la vida artística de ese período es hoy por hoy inalcanzable. En todo caso, una gran aportación a nuestra vida cultural digna de tener en cuenta.

Borja-Villel vuelve a aplicar su peculiar visión museística, que si a veces parece caprichosa y diletante, siempre aporta vivacidad y nuevas lecturas. El Reina, obviamente, no posee una colección de máximo nivel internacional, pero su actual director suple las carencias con ideas, y está desarrollando un proyecto de enorme interés. En el contexto mundial se inclina por articular la muestra en torno a la dicotomía USA-URSS, y a las ideas de libertad e igualdad que las dos superpotencias enarbolaron la una contra la otra. En el vistazo al arte español, si bien parte de un antifranquismo explícito consigue no caer en posiciones panfletarias. La evolución mundial y española se entrelazan a lo largo del recorrido. La exposición tiene vocación políedrica y va más allá de la pintura recurriendo a materiales tan diversos como las revistas La Cordorniz y Cuadernos del Ruedo Ibérico, la voz de Antonin Artaud, los carteles de Mayo del 68, abundantes testimonios fotográficos y cinematográficos, en fin, un despliegue variadísimo, entretenido y siempre ilustrativo de aquellos tiempos.

32Entre las obras expuestas, hay que destacar las que componen los importantes legados de Brassai y Morris Louis, así como las compras recientes realizadas por el Museo: el archivo de Alberto Greco en España, una importante serie de dibujos arquitectónicos de Roberto Matta, un numeroso material letrista y situacionista o las famosas fotografías realizadas en España en los años 50 por el fotógrafo Eugene Smith. Entre las obras que han sido cedidas en depósito al Museo en los últimos años y que también se podrán ver en la muestra, destaca el depósito de la Colección Onnasch que ha cedido al Museo 27 obras de autores de la talla de Clyfford Still, Franz Kline, Rauschenberg, Christo o Georges Brecht. También hay que mencionar el depósito de Millares y Rivera, o el de la Colección Cisneros Fontanals Art Foundation, (con piezas de arte concreto latinoamericano entre las que destacan las de Lygia Clark o Franz Weissmann). Así mismo se podrá contemplar la Colección de François y Mady Letaillieur sobre el Letrismo. Además se despliega una mejor y más completa representación del informalismo de los años 60, (Tàpies, Saura, Millares, el Grupo de Cuenca…) y de la figuración política española (Arroyo, Equipo Crónica, y Equipo Realidad).

Como viene siendo habitual en la última etapa del Museo, se concede especial importancia al material fotográfico y al cine. Se podrán ver piezas del Hollywood de los 50, como La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, que alude a la hegemonía de la cultura de masas en ese periodo, o películas situacionistas como la emblemática de Debord, La sociedad del espectáculo. Otra película, en esta ocasión Bienvenido Mr. Marshall, (1953) del recientemente fallecido cineasta Luis García Berlanga, se proyecta en una sala identificada con una cierta españolidad popular. Dos películas del director francés Alain Resnais, Noche y niebla (1955) y La guerra ha terminado (1966), abren y cierran el recorrido.

31Se trata sin duda de un período convulso, aún mal analizado, en el que la Guerra Fría da paso a una progresiva superación de la opción socialista por el consumismo, la economía de libre mercado y la fórmula hoy agonizante del Estado de Bienestar. Las manifestaciones artísticas acompañan este proceso de forma dialéctica y dinámica; se debaten y se redefinen radicalmente las relaciones entre la práctica artística y la cultura en su conjunto. Más allá de los capítulos más conocidos de una narración canónica, como pueden ser el informalismo europeo o el expresionismo abstracto norteamericano, episodios como el letrismo o el situacionismo, presentados en esta nueva lectura, sirven de elemento desestabilizador .

Jesús Carrillo y Rosario Peiró, responsables de las áreas de Programas Culturales y Colecciones del Museo, resaltan con razón que ‘durante su recorrido, el visitante se ve enfrentado a la naturaleza abierta y contradictoria de los procesos históricos y artísticos que desafían cualquier interpretación cerrada o causalidad rígida. Es invitado a superar la singularidad de cada caso y a oír ecos, a reconocer
diferencias y a establecer conexiones con otros procesos y otros escenarios’.

29Para el director del Museo, Manuel J. Borja-Villel, ‘Tras el tremendo revés que supusieron para las ambiciones utópicas de las vanguardias, el Holocausto y la Segunda Guerra Mundial, de la cual la Guerra Civil española no había sido sino un ensayo general, a la modernidad sólo le quedaba el refugio de su propia autonomía como medio trascendental con el que remontar el mundo, lo que coincidió con la aparición de una omnipresente sociedad de consumo y con una serie de cambios políticos que conllevaron un nuevo equilibrio de poderes y determinaron nuestra percepción del mundo’. Pero ésa, como él dice, es otra historia. Debería plantearse contárnosla después de ésta.

En su opinión, el arte y la cultura no fueron ajenos a estas tensiones y las polémicas entre defensores a ultranza de la figuración y el realismo como forma de transformación social, y aquellos que abogaban por un arte individualista y de naturaleza abstracta fueron continuas. La Guerra Fría desencadenará una lucha feroz por la hegemonía cultural e ideológica, a la que los artistas obviamente no eran ajenos, y su producción fue utilizada repetidamente por los diversos gobiernos como material de propaganda.

25Con la pugna por la supremacía cultural y artística entre París y Nueva York, resuelta a final del período a favor de esta última, Borja-Villel cree que en lo que el Expresionismo abstracto y el Informalismo fracasaron fue en el reconocimiento de que su crítica al sistema había sido entronizada como la máxima representación del mismo. Y que con la conformación de las nuevas estructuras neocapitalistas, el arte, su forma más avanzada de cultura, quedó bajo sospecha y la necesidad de un nuevo paradigma se hizo evidente.

DESCRIPCIÓN (LARGA) DE UN UNIVERSO (AGOTADOR)

El eje principal de la organización de las salas es fundamentalmente
cronológico. La visita se inicia con un cuadro emblemático de Picasso
“Monumento a los españoles muertos por Francia” (1946-1947), una pieza
política que refleja el momento en que arranca el recorrido. La muestra culmina con el film de Resnais, La guerra ha terminado, (1966) que ilustra el desgaste de las dinámicas de resistencia antifranquista en los años sesenta.

Aunque no existen secciones estancas en este largo recorrido por las décadas de los cuarenta a los sesenta, sí se pueden reconocer tres núcleos principales, cronológicamente ordenados:

12-El primero de ellos aborda la inmediata postguerra en dos entornos culturales y políticos diferentes: Europa, principalmente París y España. La primera sala viene protagonizada por la escena parisina de Jean Fautrier, Jean Dubuffet, Henri Michaux, Hartung, Wols y Brassaï. La novedad que se introduce en la actual presentación es el contrapunto que opone el letrismo a la pulsión visual negativa de estos artistas. El letrismo, grupo de raigambre dadaista, liderado por Isidore Isou, plantea una reinvención radical del lenguaje que lo es también de la vida. Frente a los crudos lienzos del espacio precedente, el letrismo abandona casi por completo las artes tradicionales y se manifiesta a
través de acciones, manifiestos, pósters, publicaciones de poesía, poemas
sonoros y cine experimental, apuntando un primer desbordamiento de los
marcos convencionales del arte tras la guerra. Les anima una pulsión por
intervenir en el ámbito de la calle y los medios de la cultura de masas que heredarán el situacionismo y los así llamados «nuevos realistas» de finales de los cincuenta. La mayor aportación del letrismo fue el cine, y en esta narración, se exhiben películas letristas: Isidore Isou, Tratado de baba y eternidad (1951); Maurice Lemaître, ¿Ha empezado ya la película? (1952) y François Dufrêne, Tambores del juicio primero (1952).

De la postguerra en París, se pasa a la situación de la escena artística
española en el así llamado periodo de la autarquía, que sucede a la victoria franquista en 1939 y que continúa hasta el aperturismo internacional de mediados de los cincuenta. En estas salas aparecen las propuestas formales inmediatamente posteriores al fin de la guerra de los artistas del bando vencedor, precedidas por una película de Amando Osorio La bandera negra (1956), todo un alegato contra la pena de muerte. Frente a figuras congeladas en un tiempo inmutable con obras de José Caballero, Carlos Sáenz de Tejada y Luis Castellanos, contrasta la apertura y libertad creativa de Joan Miró o de Ángel Ferrant. También se observan las pinturas de los miembros de Dau al Set, Joan Ponç, Modest Cuixart y el joven Antoni Tàpies, así como las de los también jóvenes Manuel Millares y Antonio Saura y el grupo Pórtico de Zaragoza, junto con materiales que demuestran una nueva organización de lo cultural, como publicaciones, revistas, y otros testigos de la recuperación del espíritu de la vanguardia alrededor del año 1948.

41Por otro lado, se muestra la serie de fotografías que Brassaï y Eugène Smith hicieron en esa España popular de los años cincuenta. Dos maneras diferentes de ver el país de posguerra: la fiesta, en este caso Sevilla, de la mano de Brassaï, y lo profundamente rural, de la de Smith.

La sala central de esta sección está dedicada a la gran pintura informalista de los últimos años cincuenta, que encarna la definitiva hegemonía de un arte abstracto español concebido en términos equiparables a los de un circuito internacional en el que participaban activamente, gracias al apoyo oficial. Para el Pabellón Español en la bienal de Venecia de 1958 se seleccionó a la plana mayor de la nueva generación de artistas abstractos. Las dramáticas arpilleras de Manuel Millares, las superficies casi ácromas de Antoni Tàpies y los grandes lienzos de los miembros del Grupo El Paso, ponen de manifiesto el
alto grado de definición estética y expresiva logrado por estos pintores y la seguridad con que se presentaban ante el público.

-El segundo núcleo aborda el periodo «clásico» del modernismo internacional y sus múltiples disidencias. El recorrido comienza con la proyección de La ventana indiscreta, (1954) de Alfred Hitchcock. Con ella no solo se alude a la hegemonía de la cultura de masas en este periodo, sino que evoca también el régimen visual paranoico de la Guerra Fría y la progresiva espectacularización de la vida cotidiana. Hollywood sirve de perfecta introducción a la sala dedicada a la gran pintura abstracta norteamericana. En estas salas se exhibe una parte una parte del depósito de la Colección Onnasch. Sorprenden las telas de gran
formato de Clyffod Still fechadas en 1951 y 1953 de tres metros de altura por dos y medio de ancho, o las de Franz Kline que comparten sala con piezas contemporáneas de José Guerrero o Esteban Vicente.

43A partir de aquí, el recorrido continúa con diversas salas de raigambre diversa: la primera está impregnada por lo grotesco, lo humorístico y lo absurdo. Otra película, en esta ocasión Bienvenido Mr. Marshall, (1953) de Luis García Berlanga, introduce esta sala identificada con una cierta españolidad popular. Tal estética la encontramos en los escritos y actitudes de Ramón Gómez de la Serna, en las viñetas cómicas de La Codorniz, o el teatro de Miguel Mihura.

La otra línea, entronca con distintas tendencias de pintura figurativa del siglo XX: Carmen Laffón y Antonio López, o los paisajes cezannianos de Juan Manuel Díaz Caneja. Esta figuración recrea los tipos, los paisajes y los tonos de una España soñada, inmutable, mediante un realismo que se identifica como un rasgo característico del espíritu español.

Sin detrimento del enorme peso estético del modernismo internacional, tras cruzar sus salas, el visitante encuentra una dedicada a la fotografía neorealista española de los años cincuenta con obras de Catalá Roca (en esta ocasión, se ha colgado la serie de fotos de la ciudad de Barcelona), Joan Colom, Gabriel Cualladó, Fernando Gordillo, Carlos Pérez Siquier y Nicolás Müller, entre otros. El compromiso con lo cotidiano, lo anecdótico y lo específico de estas fotografías, contrasta con el tono heroico y universalista de las pinturas de las salas precedentes y nos hablan de aquella sensibilidad diferenciada.

37El siguiente espacio acoge estampa popular, otro de los lugares comunes de la historiografía del arte español contemporáneo que ha sido recurrentemente marginada del canon, siendo tratada como una manifestación menor. Formada por una red de artista afincados en distintos rincones de España, su obra es exclusivamente gráfica y al margen del mercado convencional del arte. Esta es la primera vez que se expone en el Reina Sofía, ayudando a matizar y a enriquecer el debate sobre el rol del arte y los artistas durante los años centrales de la era de Franco.

El recorrido continúa con una sala dedicada al artista argentino Alberto Greco, quien abandona y rechaza el objeto artístico para identificarse más con las vivencias y con la acción, a menudo extrema y autodestructiva. Su impacto en el arte español de principios de los sesenta se refleja en la relación que tuvo con Millares y Saura, que estuvieron cercanos a Greco durante su breve estancia en Madrid. En estas obras se descubre a unos artistas alejados de los lugares comunes con que normalmente se interpreta su obra.

El último tramo de este núcleo está concebido a modo de comentario sobre la disolución de las poéticas y los debates del modernismo. Nos encontramos con dos salas consecutivas dedicadas a sendas personalidades muy distintas, ambas a caballo entre Europa y América Latina: Lucio Fontana y Roberto Matta. El primero, ataca directamente las pretensiones expresivas y el trascendentalismo de la abstracción modernista con sus superficies monócromas, atravesadas por tagli y bucchi. El segundo aparece desde un ángulo muy poco conocido; se trata, por una parte, de una serie de dibujos que Matta rehace de memoria treinta años después (a partir de aquellos perdidos que ilustraban su tesis de grado en arquitectura de 1932) en la que polemizaba con el racionalismo de Le Corbusier.

La sección concluye con un paralelismo/contraposición que desafía los
patrones explicativos del fin de la modernidad: por un lado, la obra última de dos de los principales iniciadores del movimiento moderno, Pablo Picasso y Joan Miró, y por otro, las acciones, posiciones y actitudes de la Internacional Situacionista de aquellos mismos años, expuestos por primera vez en el Museo. El visitante se encuentra con gran cantidad de folletos, documentos y carteles producidos por la internacional situacionista, con especial protagonismo de aquellos relacionados con las revueltas de Mayo del 68 en que se luchaba por la desaparición de las grandes instituciones de la modernidad: la universidad, la policía, el museo, el arte, el estado. Además del
material documental, gráfico y fílmico, se muestran ejemplos relevantes de la plástica vinculada al movimiento como la «pintura industrial» de Pinot-Gallizio, la serie New Babylon de Constant o las Baguettes de Wolman.

34El último núcleo de este itinerario nos sitúa en la década de los sesenta. La pintura de Elsworth Kelly, constata el límite de la práctica pictórica autónoma. En este momento, Marcel Duchamp aparece como figura clave. Después de su redescubrimiento a ambos lados del Atlántico, fundamentalmente en los Estados Unidos, desde que pronunciara su famosa conferencia «El acto creativo» en la convención de la American Federation of Arts en 1957, hasta la exposición monográfica que se le dedicara en Pasadena en 1962. Por otro lado, el magisterio de John Cage, y los jóvenes artistas norteamericanos, de Kaprow a Rauschenberg, iban a entender la alternativa duchampiana. En el recorrido, se ha elegido el film del poeta Jackson Mc Low, Tree Movie, para ejemplificar los principios de mínima intervención, apertura semántica y azar que reclamaba Cage para la práctica artística.

Bajo el apelativo Nuevos realismos se agrupa a un conjunto heterogéneo de
prácticas y artistas que desde Europa emprenden un desmontaje de la noción tradicional de autonomía artística y salen a la calle, donde intervienen desde la ironía, la provocación, o la crítica social. La actitud de los afichistas, Hains, Villegle y Dufrêne, es representativa de un nuevo tipo de artista que sale del estudio para trabajar directamente con los residuos y las ruinas de una sociedad, la del consumo capitalista, que no cesa de generar obsolescencia.

Yves Klein iba a entender de un modo diferente la reflexión sobre el rol social del artista, encarnando en su persona sus contradicciones y ambivalencias y haciendo que realidad y simulacro, trascendencia y parodia, resultaran indiferenciables.

Se cierra este recorrido volviendo la mirada a España. La crítica al régimen, no siempre explícita, se convierte en un rasgo inevitable en esta reflexión sobre la realidad. Cercanos al debate francés por tradición cultural y vecindad geográfica, los artistas catalanes, como Jaume Xifra y Joan Rabascall, así como el fotógrafo Xavier Miserachs, emprenden un desmontaje irónico de la iconografía de la nueva modernidad ibérica. Desde París, Antoni Miralda inicia la realización de sus Cenotafios, agudas reflexiones críticas sobre las retóricas del poder, que adquieren connotaciones específicas al ser enunciadas por un
artista catalán afincado en Francia durante los últimos años de la dictadura.

Ese mismo círculo de intelectuales y artistas afincados en París contextualiza la obra del madrileño Eduardo Arroyo. A diferencia de sus contemporáneos catalanes, Arroyo opta por una pintura figurativa llena de alusiones que le aleja también de las posiciones más explícitamente alineadas de Estampa Popular y de los círculos de Ruedo Ibérico.

Tal y como constatan las obras del Equipo Crónica y el Equipo Realidad
escogidas para cerrar el itinerario, la traumática relación entre arte y realidad social y política derivada de la guerra civil se ha diluido. Las imágenes que aquí se ofrecen ilustran una pulsión de denuncia que no se limita al franquismo, sino que se proyecta directamente como crítica de la violencia simbólica y real del imperialismo americano, del que el régimen es cómplice. En estos casos la inversión del lenguaje es absoluta, volviendo la imaginería del cómic norteamericano contra los principios ideológicos que la sustentan.

44Como punto final y anticipo a lo que serán los discursos del arte de las décadas siguientes, este recorrido por las décadas que suceden a la Segunda guerra mundial concluye con una selección de autores y obras del contexto europeo de finales de los sesenta y comienzos de la década siguiente. La literatura, el teatro, la música, el cine, son consanguíneas a estas prácticas artísticas y no meras alianzas estratégicas, como se aprecia en la obra de Öyvind Fahlström, Robert Filliou, Brecht o Marcel Broodthaers, entre otros.

La película de Alain Resnais La guerra ha terminado (1966) pone fin al
recorrido, y da título a la muestra, aunque se haya añadido interrogantes a donde no los había.

El Reina ha preparado un amplio y variado programa de actividades que se desarrollarán entre el 20 y 28 de noviembre. Esta nueva reorganización de la Colección constituye, junto con el concierto de Oskar Schlemmer, el núcleo de la celebración, que además irá acompañada de nuevas exposiciones, actuaciones, itinerarios de la Colección, lecturas dramatizadas, jornadas de puertas abiertas, y un amplio programa.

MNCARS
¿La guerra ha terminado? Arte en un mundo dividido (1945-68)
Desde el 24 de noviembre
http://www.museoreinasofia.es/index.html

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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