Opinión / Desde mi escaño

La papanatas carrillense

La papanatas carrillense
Pilar Fernández.

Génova 13, es decir la cúpula del Partido Popular, debería no sólo de sancionar disciplinariamente, sino echar de la formación a la portavoz que tienen en el Ayuntamiento de Gijón, a doña Pilar Fernández Pardo (y a todos sus concejales), por apoyar la moción en la que se considera a Santiago Carrillo, el asesino convicto de Paracuellos, hijo predilecto de la ciudad asturiana.

Ni este enclave podía llegar a menos ni el comunista de las manos ensangrentadas a más, pero lo que menos podíamos esperar los demócratas convencidos es que los populares secundasen esta medida. Demencial y espero que el sosainas de Mariano Rajoy dé un sonoro puñetazo sobre la mesa. Esto, bajo ningún concepto, se puede tolerar.

Carrillo es el criminal con más fortuna del planeta. A pesar de los crímenes reconocidos, el matarife paracuellense goza de un estatus privilegiado. La progresía de este país, políticos y artistas de medio pelo y subvención completa, le ha dado mil y un homenajes, se han retirado estatuas ecuestres de Franco para que este comunista se corriese de gusto, le han otorgado reconocimientos Honoris Causa, le permiten que se cisque una y otra vez en la mitad democrática de España sin que nadie le llame al orden y encima va la tonta del haba del PP gijonés y apoya que le den el título de hijo predilecto. Es para miccionar y, ya saben, no echar gota.

Uno pensaba que la tontería de pastelear con gente chunga y nada recomendable se limitaba a Fraga y sus devaneos con los Castro de toda la vida. Las relaciones entre la dictadura habanera y el canciller gallego tampoco eran nada recomendables. Cierto es que casi se circunscribían a modo de anécdota porque que el dirigente histórico de la derecha española está más para allá que para acá, pero desde luego no era una imagen nada edificante.

Ahora, en cambio, que una persona de la vitalidad de la señora Fernández se preste a un juego como el de dar carta de naturaleza a ese nombramiento al asesino de Carrillo (a cambio de concederle a Rodrigo Rato el título de hijo adoptivo) es, cuando menos, para hacérselo mirar en profundidad.

De siempre, tanto el malogrado Antonio Herrero, como Federico Jiménez Losantos, han mantenido una teoría que es perfectamente válida, la del maricomplejines. La derecha, al menos la que representa el Partido Popular, no logra quitarse de encima ciertos complejos, ciertas trabas mentales y ya es hora de que los conservadores se pongan a la altura de sus compañeros europeos. No es de recibo que se mantengan estas actitudes tan serviles.

Queda muy bien como cuento almibarado y bíblico lo de poner la otra mejilla, pero es que el PP tendría que tener una fábrica ilimitada de esa área anatómica porque, desde luego, es que se la parten continuamente. A veces, incluso, ellos mismos se flagelan sin necesidad de ataques externos. Desde luego, que en Gijón vaya pensando el PP en seguir cuatro años más haciendo oposición.

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