El campeón del helicóptero se pone al frente de la revuelta popular por la decisión unilateral de los controladores aéreos de tener más de 24 horas el espacio aéreo cerrado. En su blog, http://paulinorivero.com, el presidente se sitúa en una escala plañidera para recordar que «estamos en manos de 100 individuos capaces de volver loca a una población de dos millones de personas. Y si en la Península hay indignación, en Canarias esa indignación hay que multiplicarla por 100». La cuestión real es que el conflicto le viene de perlas para exigir las competencias aéreas en las Islas.
Rivero aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para reclamar más competencias al Estado. Horas antes de la salvaje huelga encubierta-descubierta de los controladores aéreos y de la inacción de un Gobierno central que echó un pulso en situación de debilidad a este colectivo, el presidente canario ya se había reunido con José Blanco para pedir una especie de AENA made in Canarias.
El mandatario autonómico observa con preocupación la privatización de parte de los aeropuertos de Madrid y Barcelona y él huye claramente de una explotación por empresas ajenas a lo público, sino que el Archipiélago tenga la competencia, aunque se permitiría, por supuesto, la participación de entidades de carácter privado, pero en minoría a lo público.
Rivero, que tal vez le guste tener una AENA particular para evitar conflictos laborales, ha exigido al Gobierno central que despida a los 2.400 controladores aéreos españoles, al igual que hizo en 1983 el presidente de los EE UU, Ronald Reagan, que despidió a más de 11.000 controladores en una situación similar. Rivero señaló que el despido de todo el colectivo es la única forma para acabar con los «constantes chantajes». Tampoco dudó en llamar a los controladores «secta de privilegiados».
