Opinión / Pasajes

Enoturismo

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El Ayuntamiento de La Orotava, Tenerife, Canarias, España, ha logrado convencer a unos suecos para que vengan a hacer enoturismo… Que el enoturismo es el tipo de turismo destinado a que los visitantes se pongan hasta arriba de vino; pero que los finos dicen que es para interesar al turista en la “cultura del vino”. Circunstancia que lleva a un medio de Tenerife a titular: “¡Que vienen los suecos!”. Hala… Como si los suecos fueran todavía vikingos, y vinieran a invadirnos…

Aunque a un servidor, la verdad, no le importaría que lo invadieran las suecas. Los suecos sin embargo no, porque no uso. Solo faltaría que, a mis años, me invadiera un sueco, quite, quite. Y más ahora que estoy perdido de las almorranas u hemorroides.

El alcalde de La Orotava está muy contento con los suecos. Oh, hasta ha tirado una docena de voladores y media de cohetes de los gordos. Y ahora vamos nosotros a preguntarle a un sueco cómo le va de enoturista:

–Buenas, señor sueco. Nos podría dar sus primeras impresiones sobre esta visita suya a La Orotava…
–¡Vinet har Asunción…., inte heller är det vitt eller rött och har ingen färg…!

Está clarísimo lo que ha dicho el sueco, que se llama Gustav y tiene una churrería en Estocolmo. ¿O no…? Eso mismo, el sueco ha dicho que: “¡El vino que tiene Asunción…, ni es blanco ni tinto ni tiene color…!”. Qué original que es el Gustav, una cosa. Eso sí, la borrachera que lleva da gusto verla.

Además el enoturismo se relaciona con el turismo gastronómico, con lo cual se puede usted hartar de chuletones de res con papas fritas, póngale también unos pimientos asados, ande, no sea tímido; el turismo cultural, con lo cual se puede usted hartar de chuletones, digo de ver arquitectura, arte y demás zarandajas; y también el turismo de la salud-belleza, a través de la vinoterapia. Muy importante esto de la vinoterapia; porque al parecer el vino tiene unos efectos terapéuticos del car…, muy importantes. Vamos a preguntarle al Gustav por esto precisamente:

–¿Qué, don Gustav, estaba bueno el chuletón de res con sus papas fritas y sus pimientitos…?
–Jag har en apa som jag klargöra…

Está clarísimo también lo que ha dicho el sueco en este caso. De esta nos quedamos todos hablando sueco; por lo que no voy a tener más remedio que cobrarle estas clases particulares de sueco, querido lector… Ah, que no se ha enterado. Esta usted torpe hoy, señor alumno. Pues el sueco ha dicho: “Tengo una mona que no me aclaro…”. ¿Usted no ha visto que al final dice “klargöra”…? ¡Consio, hay que fijarse, caramba, que una no puede estar en todo!

La vinoterapia incluye, fíjense ustedes: baños de vino. Que lo sumergen a usted en vino. Y esto lo usan mucho las señoras, porque el vino, según los que saben, o sea los vinoterapeutas, tiene magníficas propiedades para proporcionar “una mayor firmeza en los senos”. Llega usted a la bodega con sus tetas totalmente descolgadas… (¡Grosero, usted sí que tiene descolgado lo que yo me sé! Bueno señora, lo retiro, pero no se ponga usted así).

Aunque eso sí, antes de meterse en la cuba, digo en la tinaja, digo en la bañera, es importante “una exfoliación completa para preparar la piel y que penetren mejor las propiedades del vino…”. Es decir, para que la cogorza sea más completa. Oigan que  esto hace desaparecer hasta las patas de gallo. Las de gallina sin embargo, no. Y ahora vamos a preguntarle a don Gustav por la vinoterapia de su señora Helga:

–Díganos, don Gustav, ¿usted no ve a su señora más guapa…?
–Låt oss se, låt mig titta på det en minut… Nej, inte än. Ha lite mer vin.
No se han enterado tampoco ahora, ¿verdad…? No sé qué voy a hacer con ustedes, caramba. Bueno, pues se los digo. Don Gustav ha dicho: “A ver, déjeme mirarla un momentito… No, todavía no. Eche más vino”. Un redactor, o redactora, de la “Revista Digital San Borondón, La Voz del Pueblo”, ha debido hacer un periplo enológico, porque esta mañana titulaba: “Alerta amarilla en las cumbres de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura por vientos y fuerte oleaje”. Efectivamente deben ser unas olas desconsideradas, para alcanzar los tres mil y pico metros de la cumbre del Teide. En fin.

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