Luis Vecino es un pintor que dice contribuir a la Historia del Arte y no al mercado
Con azul, tejió Matisse dulces moarés policromados; Raoul Dufy escribió refinadísimas partituras visuales; Picasso construyó con azul toda una etapa, apología del desencanto. Yves Klein, quimérico posmoderno, tradujo el infinito cósmico con el tamiz de su International Klein Blue. Luis Vecino, vir eruditissimus y alma abstracta, es consciente de este y otros legados, siendo el suyo no menos ambicioso: el de un pintor que dice contribuir a la Historia del Arte y no al mercado.
«Azul» de Luis Vecino presenta 13 obras dentro de los parámetros del expresionismo abstracto y la figuración desleída, en las que elabora un discurso muy estructurado y coherente con el color azul ultramar como protagonista. Además, siguiendo la cita de Horacio, «Ut pictura poesis», las obras sirven como complemento visual a la poesía modernista de Rubén Darío, con su obra homónimamente titulada «Azul».
Hasta el 28 de febrero se podrá contemplar y adquirir esta obra en la Galería de Arte Manuel Márquez.
En 1987, cuando estas obras fueron creadas, estaban dentro del arte gallego, sin atisbos de hipérbole. Casi 15 años después, siguen siendo abstracciones intrincadas, obtusas, crípticas, pero que premian al ojo paciente porque Luis concibe el lienzo como un palimpsesto, un manuscrito de múltiples estratos que hay que raspar cuidadosamente para apreciarlos.
El eje axial de sus trabajos ha sido siempre la experimentación, pivotando sobre macerados colores; colores políglotas puesto que disertan en muy diversos lenguajes: el lírico, el gestual, el barroquizante, el romantizado. Adoptando el rol de musicólogo pictórico, siempre ha ido en busca del ritmo visual, y, especialmente, de la armonía, entrelazando disonancias nada inocentes. Simultáneamente, mutado en arquitecto, le fascina la construcción de un espacio sin centro, al igual que en la música atonal no existe una nota dominante.
Azul se titula esta muestra, y por encima de lo evidente, del nexo formal que impera en las obras, existe otro mucho más sutil y silencioso. La Filosofía ha sido siempre asociada a este color primario; la razón, la intelectualidad en suma. En los países anglófonos, se asocia a la melancolía; no de modo gratuito surgió el nombre de la música blues.
Todo ello no le es en absoluto ajeno al pintor. Y añadiría algún bosquejo más: se han contabilizado más de un centenar de tonalidades de azul conocidas, algunas con nombres tan deliciosos de pronunciar como azul campánula, azul Chagall o azul heliógeno. Inconscientemente o no, nutriéndose de la compleja simbología del color, Luis legitimó un tono nuevo: el azul perseverancia.