Lartigue, un mundo flotante, por J.C.Deus

jacques-henri-lartigue-coco-hendaya-1934-fotografia-de-j-h-lartigue-copy-ministere-de-la-culture-france-aajhl-notaEs posible que recorriendo esta exposición tenga la sensación de haberla visto antes y sin embargo sea imposible. Las imágenes pueblan nuestro cerebro, nuestras neuronas están saturadas de fotos, incluso históricas, antiguas, ajenas. Jacques Henri Lartigue (1894-1986) dedicó su vida a captar el paraiso en que vivía, el edén donde vegetaba y se divertía la flor y nata de la sociedad del siglo pasado. Fue un privilegiado que en vez de consumir su existencia vanamente, se dedicó a captar y archivar sistemáticamente las imágenes de su vida lujosa y placentera, los momentos de asueto con familia y amigos, la cotidianeidad exquisita de los privilegiados, las fiestas y eventos a los que asistió, una entera vida de ocio de calidad: 200.000 negativos, 130 volúmenes de diarios, 14.000 páginas de anotaciones. Un documento único de una época ya desaparecida del que Caixaforum nos ofrece una selección bajo la rúbrica ‘Un mundo flotante’. En busca de un tiempo perdido, nostalgias de un idílico reducto que todos hemos intuido alguna vez sin haberlo vivido nunca.

«Ser fotógrafo es atrapar el propio asombro», decía. También quería dejar constancia de lo bien que lo pasaba. Lartigue comenzó a los cuatro añitos a fotografiar todo aquello que le gustaba, que le hacía feliz, que le parecía bello y que le servía para luchar contra el paso del tiempo y el olvido, para detener el implacable recorrido de la existencia, para combatir la angustia del que tiene todo y siente que no tiene nada. Algunos le incluyen entre los grandes nombres de la fotografía del siglo XX, otro no lo hacen, como la selección ‘Momentos estelares: la fotografía en el siglo XX’, que Hans-Michael Koetzle propusiera hace un par de años.

jacques-henri-lartigue-mi-prima-bichonnade-40-rue-cortambert-paris-1905-fotografia-de-j-h-lartigue-copy-ministere-de-lLartigue reflejó la felicidad cotidiana de ser rico. Fue un ‘bon vivant’ completamente ajeno a las tragedias enormes del siglo XX, como la clase social a la que pertenecía. Las 18 imágenes estereoscópicas que incluye la exposición son una sorpresa tridimensional que no han perdido fascinación ante tantas nuevas técnicas. Quería dejar constancia de lo bien que se lo pasaba. Quizás esta obsesión desnuda su pobre alma ante nosotros de manera que no pudo prever.

Se trata de la primera antológica del fotógrafo que se realiza en España. Reúne más de doscientas piezas procedentes de la Donation Jacques Henri Lartigue de París, entre copias modernas e instantáneas originales tomadas y reveladas por él mismo -algunas de ellas con la técnica estereoscópica, verdaderamente impresionantes, como decimos-, así como cámaras, cuadernos, agendas y algunos tomos del diario que realizó durante toda su vida. La muestra hace especial hincapié en los temas que resultaron una constante durante toda su carrera a través de siete espacios:

jacques-henri-lartigue-automovil-delage-gran-premio-del-acf-26-de-junio-de-1912-fotografia-de-j-h-lartigue-copy-ministerEl paso del tiempo.- Fotografiaba la fragilidad. En sus fotografías la felicidad está siempre relacionada con el cuerpo humano y su interacción con el espacio que lo rodea. La gente feliz recibe los embates del oleaje, los golpes de viento de las borrascas o los rayos del sol. Los cuerpos pierden la verticalidad o se levantan. Y es que conseguir fotografiar la felicidad puede depender de captar una mirada repentina, un gesto en equilibrio inestable.

Una mirada moderna.- Ttiene presente la ambigüedad que existe en la realidad: lo infinitamente pequeño puede tener un tamaño mayor que lo grande o lo lento puede ir a tanta velocidad como lo rápido. Su fotografía capta esa esencia, auténtico mago del instante, una forma de huir de los límites y de las perspectivas ordinarias.

jacques-henri-lartigue-gerard-willemetz-y-dany-royan-julio-de-1926-fotografia-de-j-h-lartigue-copy-ministere-de-la-cultLa velocidad.- A principios del siglo XX es la gran transformación de la percepción de la realidad. Se reducen las distancias gracias a las revoluciones técnicas en los transportes y el tiempo se relativiza gracias a Einstein. Aquí están los circuitos de carreras de automóviles, a los que solía llevarlo su padre, que era un gran aficionado. Nacido con los primeros Juegos Olímpicos y criado en una familia en la que el deporte ocupaba un lugar muy destacado en la educación, fue de adolescente un tenista consumado y uno de los primeros franceses en practicar asiduamente deportes de invierno. Le fascinaba sentir la velocidad y durante toda su vida se esforzó en desafiar la rigidez del cuerpo.

La ligereza.- Apasionado desde la niñez por la aviación. Es difícil
calcular cuántos saltos y despegues hay en la obra de Lartigue. Para él, todas esas cabriolas son la imagen de la vida misma, símbolo de su vitalidad.

La belleza femenina.- En el universo de Lartigue sólo hay mujeres jóvenes y hermosas. Mantiene a distancia todo lo que pueda enturbiar un día resplandeciente o recordar la fealdad y la muerte. Con la experiencia, la mirada de Lartigue cambia y mira directamente a los ojos de sus amantes. En contraste con el resto de su obra, estas mujeres indolentes no hacen nada, no se inmutan.

jacques-henri-lartigue-bibi-sombra-y-reflejo-hendaya-agosto-de-1927-fotografia-de-j-h-lartigue-copy-ministere-de-la-culEn busca de lo desconocido.- A principios del siglo XX, todo el mundo sueña con disfrutar de los nuevos placeres de la velocidad y el deporte. El joven fotógrafo y su hermano Zissou sueñan desde pequeños con disfraces que les permitan asemejarse a los héroes de sus aventuras preferidas: aviadores, pilotos de carreras o exploradores de mundos lejanos. Gorros, gafas y abrigos de piel hacen que quienes los lleven parezcan extraterrestres. En este grupo de imágenes encontramos exploradores de un nuevo tipo, figuras enmascaradas, pesadas y paralizadas en su singular atuendo.

Finalmente, el último ámbito de la exposición muestra la fascinación de
Lartigue por el infinito y la naturaleza, el hombre se enfrenta a su soledad, y el individuo aparece con apenas más consistencia que una brizna, un fantasma agitado por los vientos o movido a por el oleaje. Nuestro paso terrenal es efímero, sólo estamos en la Tierra como
habitantes transitorios.

CaixaForum ha ido del cine actual -en su anterior propuesta- a la foto historicista en ésta que ahora presenta. Seguimos con la dominante presencia francesa en el panorama expositivo de la capital. El comisario Florian Rodari confiesa -travieso- que no ha repasado los 200.000 negativos para hacer su selección, como si alguien pudiera pensarlo. Afirma notar la influencia del dadaísmo y el cubismo en la obra de Lartigue, pero nosotros no llegamos a tanto. Hubiéramos deseado una presentación más cronológica, más testimonial que ésta, temática y un poco caprichosa.

Vea en fin un avance de la exposición y decida una incursión en este mundo flotante, vaporoso, vacuo.

Calificación de la Exposición (del 1 al 10)
Selección: 7
Despliegue: 8
Comisariado: 7
Interés: 6
Atractivo: 6

Un mundo flotante. Fotografías de Jacques Henri Lartigue (1894-1986)
Comisariada por Florian Rodari y Martine d’Astier de la Vigerie.
Del 4 de marzo al 19 de junio de 2011
CaixaForum Madrid
Paseo del Prado, 36
De lunes a domingo, de 10 a 20 h
Entrada gratuita

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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