La obsesión de Francisca Luengo (PSOE) por sentirse el ombligo de las sesiones del Parlamento de Canarias comienza a convertirse en algo peligroso y alguien debería recomendarle fervientemente que se lo haga mirar. La escandalera montada en el último pleno fue de órdago a la grande, acusando a diestro y a siniestro de que había sido vejada por parte de la bancada del Partido Popular (¿tal vez Miguel Cabrera Pérez-Camacho?).
El problema no hubiese ido a mayores si ‘pocoyó’ Antonio Castro Cordobez, a la sazón presidente de la Cámara regional, hubiese dado paso al diputado del PP, Manuel Fernández, quien pidió la palabra para defenderse de las acusaciones de la socialista Luengo. Sin embargo, el máximo exponente del hemiciclo optó por tirar por la calle del medio y mandó a todos a un receso de diez minutos.
