Opinión / Desde mi escaño

Tonterías espolvoreadas

El alcalde de Getafe, el socialista Pedro Castro, ha vuelto a armarla con una de sus supuestamente ocurrentes e ingeniosas frases. Después de que si todavía había tontos de los cojones que votaban al PP, ahora al regidor no se la ha pasado mejor cosa por la cabeza que afirmar que “el polvo, como bien sabéis, es cosa de un hombre con una mujer”. La sentencia, en sí, no tendría mayor trascendencia si lo descontextualizásemos de lo que ha venido siendo tradicionalmente la política de igualdad de los socialistas, muy tiquismiquis a la hora de medir sus expresiones, no fuera ser que alguien se pueda sentir ofendido por cuestión de sexo, religión, raza, etcétera.

Y es que, curiosamente, en el seno de los pijoprogres, en el reino de Pedro Zerolo, al que su marido le provoca orgasmos físicos y Zapatero orgasmos democráticos, se descuelga el graciosote de Castro con la ‘bromita’ de que los polvos son sólo entre un hombre con una mujer…para luego remachar que son los de las cortinas, así que no sé bien a qué demontres se refiere este alcalde lenguaraz.

Es que, ya puestos, aún no sé a qué vino soltar esta bobada en medio del homenaje que tradicionalmente se le da a los castellanoleoneses residentes en Getafe. Un evento sencillo, sin, entiendo yo, sesgo político, acaba derivando en frases picantonas, en barbaridades lingüísticas que nada tienen que ver con el acto en sí. Una payasada más de un edil acostumbrado a estar en boca de todos porque, sin querer ofender a los habitantes de esta ciudad madrileña, posiblemente Castro no pasase por ser más que el alcalde de un municipio llamado menor, totalmente parapetado y anulado por la dinámica que ejerce Madrid capital. Su único recurso para salir en los papeles es, precisamente, ese, el de dar la nota al precio que sea

Esperemos que ahora salga alguien de su partido, especialmente las ‘señoritas de la igualdad’, ya sea de género, de sexo o de tonterías diversas, a enmendarle la plana al regidor de Getafe. Me imagino que Pedro Zerolo habrá puesto el grito en el cielo y habrá exclamado a voz en cuello: “¿Cómo es eso de que los polvos sólo son entre un hombre y una mujer? Pues a mí, mi marido me pega unos que para qué”.

Ahora, a mí me da la sensación de que el señor Castro tiene un problema de impotencia o de trama sexual severo, porque primero la cogió con los cojones y ahora con los polvos. Pues nada, que se vaya a un sexólogo (o sexóloga) y que se lo haga mirar. Igual su carencia tiene cura y sólo a cambio de tomarse unos sobres…en polvo.

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