Bethencourt valora a Aguirre

‘Ocultar el cáncer genera dudas’

El cirujano jefe de La Candelaria cree que hace años airear la enfermedad era una utopía

José Vicente González Bethencourt, jefe de sección de Cirugía General y Digestiva del Hospital de La Candelaria resalta en un artículo publicado el 27 de marzo en El Día que hoy en día sería imposible que los representantes políticos de cierta notoriedad oculten que padecen un proceso cancerígeno. Es más, el hecho de anunciarlo implica que los ciudadanos le den más valor a ese líder y nombra varios caso, entre ellos el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre.

Expone el cirujano tinerfeño que:

Cada vez con más naturalidad y frecuencia, personajes con relevancia pública anuncian o dan a conocer que padecen cáncer. Hasta hace unos años, el hallazgo casual o investigado de la aparición de esta enfermedad solía ocultarse, y son muchos los casos en los que hemos conocido su existencia solo cuando se produce el fallecimiento.

Con todo su derecho, bien a petición del paciente o de la familia, se sigue evitando u ocultando el padecimiento cancerígeno. Hoy en día tan frecuente es el cáncer como su curación, con lo que hay que considerarlo como una enfermedad habitual, normal, que, como cualquier otra, puede curarse, y de hecho las técnicas de diagnóstico y tratamiento han mejorado y avanzado muchísimo en ese sentido. Hoy se puede decir con total rotundidad que son muchos los casos de cáncer que se curan, y muchos más si su diagnóstico es temprano.

A José Vicente González Bethencourt le sorprende el cambio de actitud en los dirigentes políticos, que hasta no hace mucho eran reacios a exponer en público sus ‘debilidades’ en materia de salud:

Este especialista digestivo entiende que debe haber un respeto a la privacidad de las personas, pero que también el lícito que los ciudadanos, que al fin y al cabo son también votantes, sepan exactamente si el político que lleva las riendas de una institución está o no en condiciones para presidirla:

Ahora bien, ¿está obligado un político a revelar su enfermedad? Todo lo que afecta a la salud de las personas es privado, pero en el caso de los políticos con gran notoriedad es público, y los ciudadanos tienen derecho a saber cuál es el estado de salud de sus gobernantes, en cuanto las decisiones que adopten les repercuten y en ellas puede influir una enfermedad.

El joven y aparentemente saludable presidente norteamericano Kennedy, por ejemplo, se medicaba con cortisona y la enfermedad de Addison lo hizo depender de una terapia sustitutiva a base de hormonas, con lo que se ha especulado respecto a dicha medicación con sus decisiones sobre el conflicto en la bahía cubana de Cochinos. Su antecesor, Franklin D. Roosevelt, escondía que iba en silla de ruedas; el francés François Mitterrand ocultó durante años que sufría cáncer, y la misma actitud adoptó el Sha de Persia.

La rueda de prensa con la que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, anunció que se tenía que operar de cáncer de mama nos trae el recuerdo de otras mujeres que también la han sufrido, como Ana Palacio, diputada en el Parlamento Europeo, que ni siquiera ocultó el tratamiento con quimioterapia al que fue sometida; María San Gil, del País Vasco, que abandonó temporalmente su actividad para ser tratada, o la diputada Uxue Barkos. Josep Antoni Durán Lleida fue sometido a una operación en el pulmón para extirparle un tumor, y ahí sigue, en el Congreso; y al presidente de Paraguay, Fernando Lugo, dos años después de acceder al poder le extirparon un ganglio por un linfoma del que se recupera tras completar varios ciclos de quimioterapia.

Los casos de los catalanes Joseph Carreras y Joan Manuel Serrat o de la gallega Luz Casal demuestran que es posible seguir viviendo si se lucha contra la enfermedad. En un plano más doméstico, recordar el ejemplo de Pedro Guerra, presidente del Parlamento de Canarias, o de Adán Martín, presidente del Gobierno de Canarias, que nunca flaquearon en la lucha contra la enfermedad.

El secretismo en torno al estado de salud de los líderes políticos hoy es impensable, porque es muy difícil evitar la filtración, lo que genera dudas y desconfianza en la opinión pública. Y como la única manera de controlar la información es dándola, es preferible una prudente transparencia.

 

 

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