Opinión / Desde mi escaño

En menos de lo que piensas…

En menos de lo que piensas...
David Amaral.

El CD Tenerife va proa al marisco. David Amaral se convierte en el cuarto entrenador de la temporada, que en realidad es el quinto si tenemos en cuenta la interinidad que supuso la estancia del Alfredo Merino, que tuvo además que afrontar en el banquillo el partido de Liga contra el Xerez. La solución adoptada por el Malconsejo de Desadministración es una medida desesperada, sin tino alguno, que deja bien a las claras que no se sabe a ciencia cierta qué tecla tocar ya para solventar la nada sencilla situación a la que se ha visto abocado el club. Es más, como todo lo que hace en los últimos tiempos el señor Decepción, en esta ocasión tampoco ha defraudado a sus fans y ha hipotecado al equipo una vez más.

¿Y por qué hipotecado? se preguntarán ustedes. Muy sencillo. Para empezar, a lo largo de esta campaña ya se han abonado (o se está en vías de ello) tres finiquitos, el de Arconada, el de Mandiá y el de Tapia. Ahora, toca aflojarle las perras a Amaral quien, encima, ya tiene firmada la continuidad en el banquillo la temporada próxima. Guste o no guste el perfil del técnico, o te lo tragas o tienes que volver a soltar los billetes para liquidarlo y hacer un nuevo casting de O.T (Operación Técnico).

Amaral tuvo una etapa muy buena en el cuadro tinerfeño, concretamente en el arranque de la segunda vuelta de la Liga 2002-2003. Edwald Lienen había dejado la disciplina del CD Tenerife y Víctor Pérez de Ascanio, recién elegido en las urnas, optó por un hombre histórico para llevar las riendas de la entidad. El eterno capitán se ponía al frente del banquillo y enlazaba, después de una derrota en Las Palmas, cinco triunfos consecutivos, especialmente en dos campos fuertes, Carlos Tartiere, frente al Real Oviedo; y La Romareda, ante el Real Zaragoza. Sin embargo, la diferencia de puntos con la zona de arriba era demasiado cuantiosa y al final el equipo acabó en una zona discreta de la clasificación.

Al año siguiente, la aventura de Amaral con el Tenerife duró tres meses y medio. Una derrota en casa con el Sporting de Gijón en diciembre de 2003 fue el detonante para dar un puñetazo en la mesa y decir que no seguía al frente de la entidad. Volvió al club en 2006, en el ínterin entre la marcha de Ascanio y la llegada de Concepción a la presidencia. No fue una etapa muy fructífera. Los problemas intestinos en la entidad, con un vacío de poder, se llevaron por delante a Amaral sin miramiento alguno por parte del entonces recién llegado presidente.

Sin embargo, la vida da muchas vueltas y ahora Miguel Decepción, quien ya no sabe qué hacer para reflotar una nave que se hunde irremisiblemente, se aferra como última tabla de salvación a este técnico para intentar mantener al equipo en Segunda División…en menos de lo que imaginas. Y es que hay días que hasta los eslóganes se vuelven perversos como si no costase.

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