¿Puedo llamar histérica a la portavoz del gobierno de Barreda? O mejor ¿puedo afirmar que está instalada en la histeria?
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Cada vez que sale al ruedo, Isabel Rodríguez cumple con el rol de defender lo indendible: la decadente labor gubernamental del equipo de gobierno de José María Barreda. La escenografía a la que tiene acostumbrado a los periodistas la socialista ha sido, de nuevo, objeto de crítica.
Pedro A. López Gayarre ha firmado un artículo sobre la única portavoz de un gobierno regional –que se conozca– que recoloca a su novio en su despacho para criticar descaradamente contra la líder de la oposición a través de una asociación.
¿Puedo llamar histérica a la portavoz del gobierno de Barreda? O mejor ¿puedo afirmar que está instalada en la histeria? Problema de conciencia grave el que me aqueja después de leer sus declaraciones sobre la candidata Cospedal. Un problema parecido en sustancia al de Micifuz y Zapirón, aquellos gatos calderonianos que comían ratones y asadores como el que dice señorita a la señora Bibiana Aido.
Líbreme todo el santoral progresista y feminista de caer en semejante pecado. Porque puestos a diagnosticar estados «del espíritu» el vademécum del psiquiatra de la señorita Pepis está siempre a mano. Por poner unos sencillos y didácticos ejemplos: «La señorita equis está instalada en la neurosis obsesiva», «la señora y griega discurre en los aconteceres de la rua por los senderos de la paranoia delirante», «la señoríta z no es capaz de remontar su trastorno bipolar» y así hasta agotar la columna dedicada a diagnósticos.
Después de utilizar modelo de prosa recreativa tan edificante, ¿correría peligro la integridad del humilde escribidor que suscribe? ¿se le perdonaría tan ocurrente manera de ahorrar en prosa entrando a saco en el catálogo de enfermedades raras? ¿tendría uno el triste honor de que la señora, o señorita, Lidia Falcón, le hiciera compartir su «detestable machismo» con Pedro Almodóvar?
Qué alguien me lo explique, que estoy en un sinvivir ético-periodístico.