El CD Tenerife, virtualmente, ya es equipo de Segunda División B. Un triunfo en la jornada de hoy del Salamanca certificaría el descenso de los blanquiazules a la categoría de bronce. El encuentro frente al Betis se saldó con un 3-1, todos los goles anotados en la primera mitad. La segunda parte fue un mero trámite, una relajación por completa de los verdiblancos, que también tienen resuelta de forma virtual su trayectoria en la Liga, aunque en este caso se trata del ascenso a Primera División.
La cara amarga fue la impotencia de los blanquiazules que fueron fruto de las chanzas de parte de la afición, algo lógico teniendo en cuenta que fue el Tenerife el que, en una calurosa noche de inicios del verano de 1989 mandaba al Betis al descenso en una fatídica promoción de ascenso.
Lo cierto es que, encima, el encuentro que cerraba la jornada del miércoles era ante el líder de la categoría y si nada más empezar te pitan un penalti en contra, pero merecido, la situación ya pintaba mal. Pablo Sicilia, en una acción en área propia, derriba a un jugador bético y Rubén Castro, que le tiene muchas ganas al Tenerife, fusiló a Aragoneses para hacer el 1-0. Poco tiempo después, pasado el primer cuarto de hora, Jorge Molina incrementaba la renta 2-0.
Con el 2-0 pareció despertar el Tenerife y Julio Álvarez, en el 35′, acortaba distancias. Pero ésta, insisto, no era la noche del cuadro de Amaral y antes del descanso, casi con el silbato en los labios, Isidoro ponía el 3-1 para los andaluces. Ahí se acabó toda la película. Los sevillanos ya piensan en Primera, aunque la fiesta ya la viven, y el Tenerife, aún no fallecido, sabe que es cuestión de horas o, a lo sumo, de tres días el estrenar nueva casa, pasar del segundo A al segundo B, pero con muchos menos lujos.
