El CD Tenerife se acaba de pegar un tiro en contra de su ya de por sí maltrecha economía. Con el primer equipo descendido a la Segunda División B, lo normal es empezar a ir metiendo tijera donde sea para que la sangría monetaria sea la menor posible. Pero cuando al frente de la entidad está un señor que se llama Miguel Concepción Cáceres, lo normal pasa a ser anecdótico, infrecuente, raro, bizarro y extraño. Y es que el filial blanquiazul, que milita en la Tercera División, consiguió por méritos propios jugar las eliminatorias de ascenso a la categoría de bronce, pero ante el descenso del Tenerife lo lógico era dejar paso al quinto en el campeonato, el Villa de Santa Brígida.
De hecho, inicialmente, todo estaba consensuado para que así fuera, incluso se había sorteado el primer cruce y los satauteños habían quedado emparejados con el Sestao Ríver. Pero hete aquí que algún lumbreras en el Callejón del Combate dio orden de impugnar el emparejamiento y que se quitase al cuadro grancanario y se restituyese al tinerfeño.
Nadie daba crédito, ni los rectores del Villa Santa Brígida ni la propia Federación Española, puesto que en semanas anteriores el Tenerife había mostrado su intención de renunciar a la plaza en el caso de que se confirmase el descenso a Segunda B y así permitir que otro equipo canario tuviese la posibilidad de pelear por el ascenso al tercer peldaño del fútbol español. Sin embargo, desde la entidad blanquiazul se blandió un argumento cuanto menos cuestionable, que se confía en uno o más descenso administrativos de clubes de la Segunda División A y así poder optar a recuperar en los despachos lo que el equipo no ha sabido ganarse en el terreno de juego.
La hipótesis por la que ha apostado Concepción no es la primera vez que la aplica. En la temporada 2008/2009, el Tenerife B queda eliminado en las eliminatorias de ascenso a Segunda División B, pero al final, ante la crisis económica de muchos equipos, el plantel acaba militando en la categoría de bronce, pero sin la estructura deportiva suficiente y acaba descendiendo nuevamente tras una pésima segunda vuelta en la primavera de 2010. La voltereta de ahora es mucho más compleja, sin duda.
Eso sí, en el caso de que al final no se produzcan los descensos que ansía Miguel Concepción éstas serán las consecuencias de la torpe maniobra presidencial: Gasto cuantioso en un primer desplazamiento a Sestao, con estancia de hotel incluida, que se repetirá si logra pasar a la siguiente eliminatoria y luego a la final…donde encima no podrá ascender de categoría si el primer equipo milita ya en la división de bronce.
A ese desembolso, súmenle que el Tenerife se priva, teóricamente, de un desplazamiento cómodo para la siguiente campaña. Por lo pronto, tiene asegurados dos viajes a la vecina isla de Gran Canaria (Universidad y Vecindario), pero podría haberse aumentado la cifra hasta cuatro contando conque el Lanzarote, Las Palmas B, Granadilla y Villa de Santa Brígida solventasen sus compromisos. En el caso de los grancanarios, ya no será posible, gracias a una chapuza propia de un mago con dinero.
