Dicen que no están politizados, pero eligen ‘sabiamente’ los lugares en los que no deben montar alboroto. Si en Madrid han escogido la Puerta del Sol, justo enfrente de la sede del Gobierno de la Comunidad, en vez de irse al Palacio de la Moncloa, en Santa Cruz de Tenerife, por ejemplo, han preferido montar el pollo delante del Ayuntamiento en vez de liarla unos pocos metros antes, justo enfrente de la Subdelegación del Gobierno de España. Parte de esos mismo manifestantes bajaron luego hasta la plaza de La Candelaria para darle un abucheo al presidente canario, Paulino Rivero.
Lo cierto es que este grupo de personas, que insiste en la manida respuesta de que no están politizados, sigue erre que erre con la matraquilla de que ellos se manifiestan contra todo y contra todos, que están en contra del bipartidismo y que ni PSOE ni PP les va a solucionar el problema que vienen arrastrando desde hace años, con un paro juvenil superior al 40%, con recortes de ayudas sociales, etcétera.
Los manifestantes inciden en que ellos no están organizados y que seguirán con sus movilizaciones después de las elecciones. Son conscientes, así lo reconocen, de que se está pendiente de que la Junta Electoral pueda disolver alguno de los actos previstos. Por lo pronto, a lo largo del viernes tienen programada una cacerolada en la plaza de La Candelaria y por la tarde protagonizarán una sentada ante el Parlamento de Canarias.
No obstante, esta redacción ha podido constatar como ante el paso de voluntarios de algunos partidos que apuran las últimas horas de reparto de propaganda electoral eran vejados, en un claro gesto de totalitarismo. Quienes reclaman derechos y libertades son capaces, al mismo tiempo, de negar al resto la posibilidad de pensar de otra manera.
