El traumático final de Nacho Duato como director artístico de la CND el pasado julio hacia temer lo peor, pero la transición durante la temporada 2010-2011 encargada a Hervé Palito ha asegurado la continuidad y ha puesto las bases de la renovación que se espera. Como cada temporada, se presento su balance anual en el Teatro de la Zarzuela, tres piezas que representaban respectivamente tradición de la compañía, aportación de nuevas valores y últimas tendencias que corren por el mundo. El resultado fue notable; el estreno, un éxito; y los amantes de la danza contemporánea pudieron escoger su preferencia entre angelicales ascensiones, derivas fluctuantes y gregarias risas. Por ese mismo orden.
Arcangelo (Arcángel) es una coreografía de Nacho Duato, estrenada hace una década, con música de Arcangelo Corelli (Concerti Grossi Op. 6) y un aria final de la ópera Il Primo Omicidio, de Alessandro Scarlatti, padre del celebrado Domenico. Escenografía y figurines son también de Duato, y la iluminación de Brad Fields. Duato dice que es una reflexión sobre cielo e infierno, búsqueda de la liberación a través de la muerte, acceso al paraíso liberador.
La música de Corelli es la quinta esencia del barroco, tan conocida y sin embargo siempre agradable de oír. Estos concerti grossi para orquesta de cuerda son claros y simples, equilibrados y bellos. Música cortesana sin el manierismo que aportaría la potencia emergente francesa. En principio, lejanos del infierno y de la muerte, que aparentemente son el leiv motiv de la coreografía pero que como tantas veces ocurre el espectador puede no encontrarlo en absoluto. Duato ha utilizado los lentos y adagios en un orden distinto al original para aplicar un montaje que resulta hoy día clásico y sin embargo conserva el vivo atractivo de lo inspirado y estético. Potente final de ascensión literal. Hermosa cascada de tules cayendo del cielo.
Nacho Duato comenzó el pasado enero a dirigir el Ballet del Teatro Mijailovski de San Petersburgo. Todavía quedan unos días para que no cumpla su amenaza de retirar todas sus coreografías de la CND, para convertir su irrazonable despecho en vengaza estéril. Hará muy bien en no hacerlo, en no perjudicarse haciéndolo y en no amputar las raíces de lo que él construyó con mérito.
La segunda propuesta es Órbitas y derivas, estreno absoluto de la coreógrafa Àngels Margarit con música de Joan Saura, ‘un paisaje de recorridos, trayectorias y errancias con tramas y constelaciones en busca de vínculos’, en palabras de su creadora. ‘Ráfagas inevitables, cuerpos que se precipitan, se acumulan y se dispersan, lenguajes de aire persiguen la sensación de vacío’, añade en el intento de describir lo que bien descrito estaba en el título.
La pieza está compuesta de cuatro partes, basada cada una en una composición de Saura, todas ellas músicas interesantes especialmente la segunda. Nacida como homenaje a Octavio Paz, Margarit ha aplicado a fondo sus preferencias estilísticas: caídas, suspensión, impulso, inercia. Tiene una carrera de tres décadas con los habituales escalones de bailarina, coreógrafa y pedagoga, y el año pasado fue premio nacional de danza. A quién mejor encargar el componente de creación autóctona actual dentro del trío presentado.
Se trata de una pieza premeditadamente ecléctica, pero a salvo de la confusión que amenaza a este tipo de propuestas. Al contrario, la coherencia de un especial fluir engarza sus cuatro momentos. Hay un estilo personal, una propuesta interesante y un notable resultado.
Finalmente, Flockwork estaba llamada a representar las últimas tendencias internacionales. Es obra del coreógrafo sueco Alexander Ekman, con música que integra melodías tradicionales hawaianas con las originales propuestas de Martin Schmidt & Drew Daniel (unidos en el grupo Matmos), y el Evan Ziporyn & Arden Trio, con puntadas estratégicas del mismo Ekman, quien ha concebido también la escenografía y colaborado en los figurines.
Fue estrenada en La Haya en 2006, su primera pieza importante, y es la tercera vez que se monta. Una creación con mucho humor y mucho ritmo, un gran grupo desplazándose sin rumbo, creando formas y escenarios alrededor de tres grandes mesas. Ekman ha querido ofrecernos una alegoría de esta sociedad nómada en que vivimos, de turistas incansables más que de inmigrantes forzados, de mimetismos automáticos y del gran lubrificador de todo ello, el humor fácil que tanto aprecia cualquier público. Escoge el basamento de la música de Matmos, porque piensa que lleva a lugares insospechados de forma inesperada; y no le falta razón a la vista de lo oído (sic), donde nada -instrumento, sonido, melodía- está a salvo de transformaciones inusitadas.
Dice su autor que el título describe la pieza muy bien, pero nadie se ha molestado en decirnos que significa en español Flockwork, una palabra que no está en los diccionarios y con la que no se atreve ni el software Babylon. Digamos que es el reloj de la manada, el mecanismo que unifica la grey y que mantiene unido al rebaño.
Ekman confiesa que le gusta sorprender, y efectivamente en su coreografía la danza cede mucho terreno a la risa, a la incitación inocente del reflejo pavloviano del espectador que siempre anhela vincularse a lo que ocurre en el escenario, y si es por la risa en vez de por el llanto, mucho mejor. ‘En mi trabajo siempre me impongo la misión de sorprender y obtener que la audiencia sienta algo especial o se olvide de sus vidas durante unos segundos’.
Alexander Ekman tiene solamente 27 años y ha estado el Netherlands Dans Theater II, de 2002 a 2005 bailando para coreógrafos como Jilí Kylián, Nacho Duato y Mats Ek; esa prestigiosa compañía estrenó esta pieza, la cual le ha lanzado internacionalmente, y a esa compañía retornará como coreógrafo residente de 2011 a 2013.
En fin, nos congratulamos de que la Compañía Nacional de Danza se mantenga engrasada y al parecer a salvo de los conflictos internos que se auguraban con la marcha del absorbente y a veces agobiante Duato. En septiembre se incorpora su nuevo director artístico, José Carlos Martínez. Y Hervé Palito, después de una década en la CND, primero como profesor invitado y después como coordinador artístico, ha realizado este año un buen trabajo asegurando una delicada transición. Ojalá encuentre un hueco en nuestro país tal como desea.
Durante el mes de julio la Compañía Nacional de Danza visitará el Teatro de la Maestranza de Sevilla (día 6), el Teatro Mossoveta de Moscú (del 13 al 23) y el Festival Internacional de Música, Teatro y Danza 2011 de Las Palmas de Gran Canaria (días 29 y 30) finalizando así una temporada con cinco nuevas producciones y ochenta representaciones.
José Carlos Martínez se ha impuesto en un concurso con 21 candidatos. Viene de ser estrella destacada en el Ballet de la Ópera de Paris, de protagonizar «El lago de los cisnes» y «Romeo y Julieta», y al mismo tiempo bailar para los grandes coreógrafos de nuestra época, desde Pina Bausch y Maurice Bejart, a Marta Graham y Roland Petit. ‘Creo que voy a aportar mis contactos, mis conocimientos de los coreógrafos que conozco, mi punto de vista de la danza, y hablo de la totalidad de la danza. Una compañía tiene que estar abierta a todos los estilos. Lo de clásico y contemporáneo ya no vale. Hay que construir algo sólido. La Compañía Nacional de Danza ya cuenta con un itinerario. Es difícil, pero ahora hay que ampliar sus posibilidades».
Vean los más interesados las reseñas que en su día hicimos acerca de la despedida de Duato, y sus últimos trabajos al frente de la CND.
Vídeoclip de ‘Arcangelo’
Vídeoclip de ‘Órbitas y derivas’
Vídeoclip de ‘Flockwork’
Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
(las puntuaciones corresponden a cada una de las tres coreográfias, por orden de aparición)
Concepto: 7, 7, 6
Baile, 7, 8, 7
Música: 7, 7, 6
Escenografía, 7, 8, 8
Figurines: 6, 7, 5
Realización, 7
Producción, 7
COMPAÑÍA NACIONAL DE DANZA
Teatro de la Zarzuela de Madrid, 2011
Director Artístico, Hervé Palito
PROGRAMA
Arcangelo: Nacho Duato/ Corelli y Scarlatti
Órbitas y Derivas: Àngels Margarit/Joan Saura
Flockwork: Alexander Ekman/ collage
