Es inconcebible que el inflexible calendario de festivos paralice el país con puentes que a veces acaban convirtiéndose en verdaderos acueductos
Mariano Rajoy se asomó este 3 de diciembre de 2011 a España -en su primera comparecencia pública tras la noche electoral y apenas dos semanas y media de su investidura como presidente del Gobierno- desde Pontevedra, su ciudad de adopción.
Flanqueado por el presidente de la Xunta y otros dirigentes del PP gallego, Rajoy se dejó querer y levemente, muy en su estilo, rompió el mutismo.
En una intervención en la sede provincial en la que no admitió preguntas, Rajoy aludió a la crisis económica y a la difícil situación que atraviesa el país y Europa.
«Las cosas están complicadas y va a haber que gobernar y tomar decisiones, pero estoy convencido de que España va a salir adelante».
Sin desvelar ninguna medida y reiterando el mensaje pronunciado desde el balcón de Génova, subrayó que el nuevo Ejecutivo necesitará del apoyo de toda la nación.
«Esto no es una tarea solo del Gobierno, un Gobierno solo no llega, es una tarea de toda la nación, de las fuerzas políticas, los agentes económicos y sociales, y de todos los españoles».
Sostuvo que no hay recetas mágicas para salir de la crisis y recordó que en España «hay cinco millones de personas que no pueden trabajar y mucha gente que lo está pasando mal».
Una situación, incidió, que requiere de otra política económica.
En un discurso muy medido, Rajoy se mostró a favor «de contener el gasto, de no vivir por encima de nuestras posibilidades y de no gastar lo que no tenemos».
«Eso es bueno para todos y una necesidad, pero también hay que trabajar para que nuestro país, los empleados y las pymes puedan financiarse y que la economía empiece a crecer y a generar empleo».
Aunque no dio pistas, sí marcó plazos:
«Hay que ser rápidos y ágiles en las decisiones que tomemos».
Mariano Rajoy, que regresa a Madrid este 4 de diciembre y viaja a la ciudad francesa de Marsella el miércoles 5 de diciembre de 2011 por la noche para participar en una reunión del partido a nivel europeo:
«Allí me entrevistaré con los máximos dirigentes europeos para dar a conocer nuestra posición».
En clave más provincial, hizo un guiño a sus compañeros de partido y recordó que en Pontevedra, donde empezó su trayectoria política a los 26 años, siempre se sintió respaldado, incluso en los malos momentos, como tras la derrota electoral del año 2008.
Entonces le organizaron una cena.
«Claro, ahora no puedo organizar cenas porque no está esto para esas cosas y hay muchos líos», dijo, tras agradecer el apoyo de Núñez Feijoo y de Rafael Louzán.
«Las cosas están complicadas y va a haber que tomar decisiones, pero España va a salir adelante».
No es mucho, visto desde el punto de vista de los periodistas, pero bastante si se piensa en España, porque Rajoy vuelve a insistir en las dos ideas sobre las que se ha propuesto construir las bases de su mandato: austeridad y contención.
El expresivo «no está esto para cenas» que dirigió ayer a los compañeros del PP de Pontevedra que le recibieron eufóricos por el gran triunfo electoral, retrata tan bien cuál es el espíritu con el que afronta la situación, que seguramente se recordará con el paso de los años, cuando el protagonista haya abandonado esa Moncloa que todavía no ha ocupado.
El comedimiento y la prudencia con los que Rajoy ha actuado durante las dos semanas que cumple ya como presidente in péctore han logrado el objetivo que perseguía: concienciar a los ciudadanos de la gravedad del momento.
Esa forma de intentar ganarse a la opinión pública desde la moderación puede serle de gran ayuda cuando lleguen las dificultades que empiezan a asomar en el camino aun antes de iniciarlo.
Si Cándido Méndez revelaba estaba semana su nula disposición a ajustarse al calendario de reformas del nuevo Gobierno alegando que, en cuestión de plazos, sólo está comprometido con los de su hipoteca, este 3 de diciembre de 2011 era el secretario de Organización del PSOE de Castilla-La Mancha el que anunciaba que irá de la mano de los sindicatos para oponerse «en la calle y el Parlamento» al plan de ajuste económico presentado por Cospedal.
Y el líder de IU, Cayo Lara, pedía a su partido una movilización «permanente» frente a las «agresiones» que vaticina contra el Estado del Bienestar.
Pero lo que algunos se empeñan en ver como «agresiones» a las conquistas sociales son medidas que pueden contribuir a la recuperación y, por lo tanto, a garantizar la pervivencia de aquéllas.
Es inconcebible, por ejemplo, que el inflexible calendario de festivos paralice el país con puentes que a veces acaban convirtiéndose en verdaderos acueductos, como el que viviremos en la semana en la que vamos a entrar.
Ante la magnitud de esta crisis está demostrado que no caben paños calientes. Ya ha elevado a cinco millones el número de parados y está causando estragos a todos los niveles. Los comercios, muy castigados, prevén una campaña navideña desastrosa, la peor en décadas, con caídas de hasta un 20% en la compra en relación a años precedentes.
Desde ese punto de vista, parece que los españoles están de acuerdo con Rajoy en que un país que está en la UVI no puede estar para cenas.
Serán necesarios recortes, medidas duras y también imaginativas, habrá que replantear muchas de las situaciones que se dan por inamovibles.