Presencia viva de Berlioz, por J.C.Deus

DSC07943La tercera de ‘Las noches del Real’ de esta temporada tuvo a Hector Berlioz (1803-1869) como protagonista, el destacado compositor romántico francés cuya importancia es mayor que su popularidad, y cuya música tiene una originalidad muy destacable. El invitado de lujo de la velada, el conocido director de orquesta ruso Valery Gergiev no ofreció en esta ocasión la consabida ‘Sinfonía fantástica’ -la pieza que de Berlioz ha pasado a la ‘posteridad’- sino la original pieza para solistas, coro y orquesta ‘Roméo et Juliette’, una ‘sinfonía dramática’ a caballo entre los géneros tradicionales -ni sinfonía estricta, ni ópera ‘ad hoc’ ni cantata convencional- de muy original factura y extraordinaria orquestación.

Berlioz pensó en una sinfonía basada en la obra de aquel gigante durante años. Sabía que sería una tarea de gran envergadura. Estuvo lista para la publicación en 1847, veinte años después de que el compositor se motivara con el tema al ver la obra de teatro de Shakespeare por primera vez en París. De alguna manera se inspira en la Novena Sinfonía de Beethoven, la cual admiraba, a la hora de incorporar un componente coral que tendrá aún más presencia que en aquella cuantitativa, porque cualitativamente sería imposible. Pero no es una adaptación musical de la obra de teatro. La música no acompaña al drama como en la ópera. Como la ‘Fantastique’, la sinfonía Romeo y Julieta cuenta una historia esencialmente con música, aunque en este caso añada el canto, individual y colectivo. ¿Supera ésta a aquella? El concepto no tenía precedentes. Representa un nuevo género, que por último condujo a los dramas musicales de Wagner, quien acudiría hasta París para escuchar la obra, quedando profundamente impresionado. Los primeros compases de Tristán e Isolda tienen el influjo del comienzo del segundo movimiento de esta pieza de Berlioz.

DSC08150De los tres componentes de esta sinfonía coral de Berlioz, el fundamental es la orquesta, el original es el coro, y el complementario a mucha distancia es el de los tres cantantes que intervienen en la pieza. Fue una velada intensa, exigente en atención por parte del espectador, con momentos emocionantes y cautivadores en los que su intensidad no parece de este mundo, pecado mortal, sentimiento de culpabilidad y quizás penitencia inevitable en los contextos del mundo actual.

Una trama instrumental de una inspiración excepcional constituye el elemento básico de la pieza, con el protagonismo de una gran sección de cuerda de medio centenar de componentes; violines, violonchelos, contrabajos y violas se alternan y conjuntan en hermosos diálogos; en un despliegue que no parece terminar nunca, se abren sucesivos espacios imbricados, superpuestos y sucesivamente ordenados en la descripción de la tragedia. La Orquesta de la Comunitat Valenciana estuvo irreprochable bajo la batuta de Gergiev.

Los tres cantantes que intervienen en la obra lo hacen de forma breve. Son narradores, no personajes. La primera en intervenir es una voz femenina, que estuvo a cargo de la mezzosoprano Ekaterina Gubanova, sugerente, interesante, en una interpretación notable; a continuación y todavía en la segunda parte de la pieza, una voz masculina se encarga de presentarnos a la reina Mab como un hada. Se encargó de ello el tenor Kenneth Tarver, estuvo correcto. Y ya al final de la tercera parte, fue el bajo Mikhail Petrenko el encargado de la narración del desenlace fatal en la cripta, encarnando de alguna forma al personaje Fray Lorenzo del argumento shakesperiano. Buena presencia, convincente timbre. Sin embargo, la magnitud orquestal y coral del final ‘in crescendo’ ocultó su voz del todo, que no pudo ni insinuarse apenas por algún intersticio. La visión de un cantante vocalizando cuya voz resulta inaudible, es una de las más penosas para el espectador de toda la experiencia lírica.

DSC07991La pieza cierra con un gran final coral que remató la sobresaliente presencia del Coro de la Generalitat Valenciana, un centenar de voces bien conjuntadas por Francesc Perales. Las masas corales entran en escena de manera excelentemente graduada. En el Prólogo, el coro introduce la acción con sólo catorce voces. Después puede escucharse, fuera de escena, el coro masculino de los Capuletos; más tarde, durante la ceremonia funeraria, el coro mixto de los Capuletos. Al principio del ‘finale’ aparecen a la vez los coros de los Capuletos y los Montescos acompañando a Fray Lorenzo, y al final se presentan los tres coros juntos.

Nadie mejor que el autor, cuando consigue expresarse también con claridad a través de la palabra como es el caso, para resumir esta sinfonía coral. Dice Berlioz que si hay momentos cantados desde prácticamente el comienzo, es sólo para preparar al oyente para las escenas más dramáticas, cuyos sentimientos y pasiones son expresados a solas por la orquesta. La última escena de reconciliación entre las dos familias es la única que puede decirse que cae dentro de los dominios de la ópera o el oratorio. En las famosas escenas del jardín y del cementerio, los diálogos entre los dos amantes -incluidos los apartes de Julieta y los apasionados arrebatos de Romeo-, no se cantan; y los dúos de amor y desesperación están encomendados a la orquesta. ‘Puesto que los dúos de estas características han sido tratados vocalmente miles de veces por los más grandes maestros, resulta sensato y también poco habitual explorar otros medios de expresión’. Además ‘la dimensión sublime del amor’ empuja al compositor a recurrir al lenguaje instrumental, ‘que es más rico, más variado, menos textual y, dada su naturaleza extremadamente indefinida, incomparablemente más poderoso’. Y por supuesto, con el que se siente mucho más seguro, dado que es el suyo propio, como el de su contemporáneo Bellini estaba obviamente más que en la orquesta en las partes vocales de sus óperas.

Gergiev nos pareció comprender la partitura y representar la visión del compositor. Estuvo contenido en el podio, como corresponde a una partitura refinada que no busca conmociones. Sacó mucho y bueno del conjunto valenciano. Considerado uno de los mejores directores del momento, trabaja con las mejores orquestas: desde 1995 ha sido el principal director invitado de la Filarmónica de Róterdam y de 1997 a 2002, del Metropolitan de Nueva York. Desde enero de 2007, es el director titular de la Sinfónica de Londres. Bajo sus órdenes, en diciembre de 2008, la orquesta titular del teatro de San Petersburgo fue incluida por la revista Gramophone como una de las veinte mejores formaciones musicales del mundo. Es, además, un profundo conocedor de la obra de Berlioz, de quien ha dirigido algunas de sus obras más conocidas como La Damnation de Faust, Benvenuto Cellini y Sinfonía Fantástica, además de esta Roméo et Juliette. Llegó a Madrid tras dos veladas con este mismo programa e intérpretes en el Auditori del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia. El martes y 13 completará su presencia con un programa totalmente ruso que terminará de definir, a oídos de los melómanos afortunados que se sientan en el Real -auditorio privilegiado entre los mejores-, su momento actual.

TEATRO REAL
Las Noches del Real
Domingo, 11 de diciembre de 2011, 18.00 horas

Hector Berlioz (1803-1869)
Roméo et Juliette
En lengua francesa
Symphonie dramatique en tres partes para solistas, coro y orquesta
Libreto de Émile Deschamps,
basado en la tragedia homónima de William Shakespeare

Ekaterina Gubanova, mezzosoprano
Kenneth Tarver, tenor
Mikhail Petrenko, bajo
Coro de la Generalitat Valenciana
Director del coro: Francesc Perales
Orquesta de la Comunitat Valenciana
Valery Gergiev, director musical

Duración aproximada
1 hora y 30 mins., sin descanso.

CUARTA NOCHE DEL REAL
Diciembre 13
Valery Gergiev (director musical)
Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo
Petrushka y La consagración de la primavera de Stravinski.
Cantos y danzas de la muerte de Modest Musorgski.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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