A Vidal lo delataron ciudadanos anónimos catalanes que hicieron llegar su hallazgo a la citada fundación
En Cataluña acaban de obligar a un bloguero catalán a cambiar su dominio web de .cat a .net por no escribir todos sus artículos exclusivamente en catalán. —LEER EL ARTÍCULO COMPLETO EN LA GACETA—
Lo menos gracioso de los chistes hiperbólicos sobre nacionalistas de hace algunas décadas es que se han convertido en realidad. Lo ilustra bien el caso de Marc Vidal, conocido empresario catalán con negocios en Cataluña, Madrid, en diversas ciudades de Hispanoamérica y otros puntos del orbe.
Un empresario internacional que genera riqueza en Cataluña desde hace una década y que proyecta una extraordinaria imagen de su tierra en todo el mundo. Además de sus actividades empresariales, Vidal mantiene el blog marcvidal.cat, donde publica periódicamente artículos de opinión sobre economía, las oportunidades de la vida digital y el mundo de los emprendedores, entre otros temas de actualidad. Por su particular condición de experto en todas estas materias, su bitácora cuenta con miles de seguidores procedentes de todo el mundo.
Inició su publicación hace siete años y eligió en 2005 un dominio .cat, como forma de promocionar su catalanidad y la cultura catalana de la que siente orgulloso, sin necesidad de renunciar por eso a su condición de español. Al registrar para su web el dominio .cat, dejó de lado otros quizá más lógicos como marcvidal.com, marcvidal.es o marcvidal.net. Como suele ocurrir en estas situaciones, cuando se trata de webs de éxito, otros cazadominios se hicieron con algunos de estos registros libres, para tratar de revenderlos posteriormente por cantidades desorbitadas. Una práctica habitual. Como sea, Marc Vidal había seleccionado el .cat por una convicción personal, y no dio mayor importancia al hecho de perder los otros dominios.
EN LA DIANA DE LOS NACIONALISTAS
La particularidad de los dominios .cat es que se crearon en 2005 para albergar contenidos en catalán. Por eso, durante años, Vidal estuvo publicado en catalán la mayor parte de sus artículos. Sin embargo, hace unos meses, comenzó a intercalar textos en catalán con otros en español e inglés. En la decisión pesaron especialmente sus propios intereses empresariales. Tal y como ha confesado recientemente, sus negocios se desarrollan en entornos en los que se habla, sobre todo, español o inglés; por eso consideró razonable dar espacio a artículos en castellano en su blog.
Haciendo un esfuerzo extra, al principio intentó ofrecer en su web una versión traducida al catalán de cada uno de sus nuevos textos. Pero en los últimos meses, por falta de tiempo, no pudo seguir haciéndolo al ritmo habitual. «Durante los últimos meses no he actualizado de manera efectiva la versión catalana de este espacio», explica el empresario, «y eso está penalizado por los gestores de dominios lingüísticos, entre los que se encuentra la Fundació Puntcat, que vigila que los .cat tengan contenido en catalán».
Así, con gran celeridad, recibió una sentencia de Fundació Puntcat anunciándole que disponía de un plazo máximo de quince días para «corregir la situación». Si no, tal y como señalaba la carta de esta fundación, el registro marcvidal.cat sería cancelado.
«UN DINERAL»
Incluso en el recreo. Marc Vidal, que ve imposible las pretensiones de la fundación de traducir todos sus antiguos textos al catalán en quince días y mantener tal ritmo en el futuro, ha tenido que pagar ahora «un dineral» para hacerse con un nuevo dominio, en este caso marcvidal.net. Y ya ha anunciado su inminente cambio de web, lamentando los perjuicios que esto le ocasionará, en cuanto a popularidad y tráfico de usuarios.
Hasta donde he podido documentar, no existen precedentes en ningún lugar del mundo de la persecución del dueño de un dominio de internet por el idioma empleado. Existen otros por ofrecer materiales delictivos, pornográficos, comprometedores de la seguridad del Estado, por revelación de secretos oficiales o por usurpación de la identidad de otra persona. Pero no por el idioma. Eso es un privilegio exclusivo de la Comunidad Autónoma de Cataluña, en España.
VIDAL ACATA LA SENTENCIA
A algunos les ha sorprendido la tranquila respuesta de Marc Vidal, que ha acatado y respetado la sentencia de la Fundació Puntcat y ha evitado toda clase de conflicto -a pesar de confesar su «tristeza» por las formas empleadas-, buscando una solución rápida y pacífica para seguir escribiendo en otro lugar a partir de ahora. Sin embargo, la reacción debe enmarcarse en un cierto clima de impotencia, porque su caso es solo uno más en la extensa lista de rarezas del nacionalismo en España, y en particular, del nacionalismo catalán.
En 2008, saltó a la palestra el caso del colegio mallorquín Mestre Guillemet, de Santa Eugenia, —Repugnante Imposición Lingüística— que obligaba a sus alumnos a hablar catalán incluso en el recreo.
El director del centro defendía esta vigilancia argumentando que con un 12% de alumnos extranjeros -ingleses y alemanes-, si cada uno habla en el idioma que le plazca dentro del recinto escolar, terminarían «creándose guetos». Además, añadía que se limitaba a cumplir estrictamente las pautas del proyecto lingüístico, que exige que se fomente el catalán como vehículo de relación.
Como guinda a esta controversia, el director del centro aclaraba a los medios de comunicación que su presión y vigilancia a los niños se limitaría a las horas de colegio, ya que no podían perseguir a los niños fuera del recinto escolar. «En casa ya no nos podemos meter», se lamentaba entonces.
Posteriormente salieron a la luz los casos de otros colegios catalanes que vigilan a los niños en el recreo para evitar que hablen castellano. El origen de esta polémica se encuentra en un decreto creado por la Generalidad en 2007, que convierte el recreo en «horario lectivo». Ese pequeño matiz permite a los centros imponer el catalán también mientras los niños están en su rato de descanso. «El recreo se considera una actividad educativa integrada en el horario lectivo del alumnado», dice el artículo, «y, por lo tanto, se tienen que respetar también los principios del proyecto educativo». Y esto incluye, como parte del proyecto de inmersión lingüística, el empleo del catalán como única lengua válida de comunicación entre los alumnos.
Presión continua. Por supuesto, las extravagancias nacionalistas en la persecución del castellano no se limitan a los recreos. Desde el año 2008, el Gobierno catalán recauda miles de euros multando a establecimientos que no rotulan en castellano en el exterior de sus comercios. Y a veces, en el interior.
Ocurrió en 2008, cuando la dueña de una pequeña tienda textil catalana recibió una multa de 1.200 euros por tener en su interior dos pequeños avisos escritos en castellano: «No se cambian hilos» y «Prohibido fumar». De nada le sirvió a esta mujer haberse preocupado por cumplir la nueva ley, cambiando al catalán todos los rótulos exteriores de su comercio.
De un tiempo a esta parte, los carteles y luminosos se han convertido en un quebradero de cabeza para los comerciantes catalanes. Seiscientos euros fue la multa que la Generalidad de Montilla impuso a un ciudadano catalán por poner un cartel en su agencia inmobiliaria indicando que vendía pisos. El problema, según el departamento de la Generalidad que dirigía Antoni Castells, es que en el cartel ponía «Pisos en venta», en castellano, en lugar de «Pis en venda», en catalán.
Tampoco la Escuela de Criminología de Cataluña logró escapar de las garras de la Agencia Catalana de Consumo, a pesar de tratarse de una entidad privada. La Escuela cometió el delito de editar un folleto informativo solo en castellano.
Tras ser delatada ante la Agencia Catalana de Consumo por la Dirección General de Universidades, se tramitó la denuncia, que sancionó finalmente a la Escuela con 1.200 euros. De nuevo la multa llegó a su destino con la firma del entonces consejero de Economía y Finanzas, Antoni Castells, por cierto, del PSC.
La norma que permite estas sanciones la creó el Gobierno de Jordi Pujol en 1998, imponiendo multas de cerca de 600 euros. Sin embargo, durante su mandato nunca llegó a hacerse efectiva para sancionar a comerciantes. Con la llegada del tripartito al poder en 2003 las cosas cambiaron, y la Generalitat dio luz verde a las sanciones, alcanzando en 2008 el récord de multas, con 209 establecimientos castigados.
En su regreso al Gobierno, CiU decidió continuar con la presión impuesta por sus predecesores, manteniendo el ritmo de multas del tripartito, con más de un centenar de sanciones en los primeros seis meses de 2011.
CHIVATOS EN LA RED
A Marc Vidal no lo denunció la Fundació Puntcat. Nadie de esta fundación revisaba su página a diario para confirmar que los contenidos de su blog se encontraban debidamente actualizados y traducidos al catalán.
A Vidal lo delataron ciudadanos anónimos catalanes que hicieron llegar su hallazgo a la citada fundación. Es parte de la política de delaciones que ha promocionado la Generalidad en los últimos años, impulsada especialmente por el expresidente Montilla, bajo cuyo mandato organizaciones como la independentista Catalunya Acció se jactaba de haber alcanzado, en solo doce meses, la cifra de 3.000 denuncias a establecimientos por rotular en castellano.