Opinión / Pepe Contreras (*)

Cambio de ciclo

"Es una realidad, un lavado de estómago de una comunidad autónoma que el PSOE no ha sabido limpiar de sinvergüenzas"

Cambio de ciclo
Rubalcaba con Rajoy, en La Moncloa A8

Primero fue en el 38 Congreso Federal del PSOE, y hoy al pasear por el 17 Congreso Nacional del PP. El cambio de ciclo no es cosa de las encuestas, no. Es una realidad, un lavado de estómago de una comunidad autónoma que el PSOE no ha sabido limpiar de sinvergüenzas su patio, que ahora le dejan a los pies de los caballos con casos como el de los ERE.

Lo mismo le pasó a Felipe González. Si el PP gana en Andalucía lo hará por demérito del PSOE. José María Aznar sufrió un trance similar, pero a los cuatro años ganó por méritos propios. Que tome nota Javier Arenas, porque si gana administrará algo más que los votos de los entusiastas del PP.

He dar la razón a mi antiguo amigo Pedro de Tena quien, en muchas conversaciones en el Castillo de las Guardas y en amenos almuerzos en Sevilla, me decía que no quedaba otra, que quizás el PP tuviera defectos e indeseables en sus filas -compartimos fobia por algunos de ellos- pero que Arenas era la alternativa para intentar desmontar lo que coincidimos en llamar la Tela de Araña.

Pedro de Tena, que es de Jerez, como yo, se aprestó a escribir un libro sobre el asalto socialista a la administración andaluza, a la sociedad en definitiva. Y yo un blog, que peregrinó por Periodista Digital y luego El Economista, hasta que decidí darle matarile y seguir con el mio, en Blogger, con nombre y apellidos, que es como siempre me ha gustado ir.

Leo el libro de Pedro y del sindicalista Antonio Barreda -hoy coordinador técnico de la Diputación de Cádiz- y ciertamente constato que, efectivamente, no queda más remedio que cambiar Andalucía, pero creo que dejarlo todo en manos de un solo partido es, de nuevo, un peligro.

Javier Arenas tiene la gran oportunidad de dar protagonismo a la sociedad, a tantas y tantas personas que no tienen por qué aguantar las invectivas de los medios de ultraderecha.

Me siento andaluz, por los cuatro costados, pero no tengo por qué rendir pleitesía a quien ejerce el poder para poder vivir y trabajar en mi tierra, que no es de nadie, que es de todos los que la amamos y defendemos.

Quiero libertad de acción, de opinión, de movimientos, igualdad, un clima de acogida a emprendedores, y de información. Aire fresco. Hay elementos cuasitotalitarios en el entorno de Arenas, que espero aparte de su lado cuando sepa lo que tiene que saber. Que todo llega gracias a Dios, cuyo nombre no debemos mencionar en vano.

Llevo toda la mañana siguiendo el congreso del PP y por internet el del PSOE, en Sevilla y Málaga y, de pronto, he creído percibir un hálito de esperanza socialista.

Griñán, golpeado por la actualidad sin piedad, preso de la herencia de Chaves y sus acólitos, de la que él mismo forma parte, no sabe cómo apelar al corazón de los votantes. He sentido en su intervención una vuelta a los valores de la izquierda, la que sale retratada a la perfección en el entorno de los Alcántara, en la serie Cuéntame (que van a fulminar de la parrilla de RTVE).

«Se ha desatado una lucha contra el sindicalismo», dice Pepe Griñán y resalta, ante Rubalcaba que solo Andalucía está defendiendo en España el diálogo social: «Es importante saber que los sindicatos son, también, aliados estratégicos del proyecto socialista». Los aplausos tardan en arrancar.

Dice Griñán que se está haciendo «política contra la memoria», habla, en ese tono de profesor de historia de «experiencia y esperanza» y lo resumen todo en una cuestión de fe: «Creed en vosotros mismos como los andaluces creyeron en nosotros». Quedan pocos días hasta el 25 de marzo.

Griñán no tiene ases en la manga y se enfrenta a molinos que no son de viento, sino gigantes corruptos, a su propio partido, donde nadie se ha dado cuenta de que el cambio de ciclo es imparable. El PSOE tiene que renacer.

Y por cierto, me ha gustado que Rubalcaba y Rajoy se pasaran cinco horas hablando y que, pese a los intentos que debe haber en sus entornos, no haya trascendido nada más que lo justo. España se merece líderes que se sienten a una mesa a discutir, a defender (espero) los intereses generales.

Yo, la verdad, me siento más tranquilo si hay encuentros porque si no los hay y el cainismo reina en la clase política me da un repelús, y comienzo a indignarme por momentos, a tener ganas de gritar lo que siento y pasar a la acción en la calle.

Rubalcaba y Rajoy tienen que hablar de España, y muchas veces, todas las que sean necesarias. Lo necesitamos.

* Pepe Contreras es director de Andalucia8 y de CN

 

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