Albert Boadella se ha quedado sin representación en Cataluña para el próximo mes de junio de 2012. Estaba programado para el Teatre Lliure de Barcelona pero los recortes presupuestarios de CiU, pactados con el PP, han obligado a decidir que algunas obras no se representarán.
La obra de Boadella tenía todos los números. Además, las que se han anulado para 2012 se llevarán a Barcelona en 2013. Pero no todas. El director de los Teatros del Canal ha denunciado que su obra, Amadeu, no ha sido invitada para 2013:
«Yo no hubiera ido ni a los ensayos. Pero esto no es un espectáculo que produzca yo, sino una producción de un teatro público que yo dirijo, con lo cual yo no me podía negar a la gira. Lo puedo hacer con un montaje de Els joglars, pero no con uno de los Teatros del Canal, con dinero público».
Hace unos días –el 14 de febrero de 2012 lo recogió Periodista Digital: «¿Existe algún ser humano inteligente, sin defectuosidad visual, al cual le guste Tàpies?»— cargó contra el arte de Antoni Tàpies. Dijo lo que es un secreto a voces. Y repite: Tàpies no es ni Velázquez, ni Tiziano, ni Antonio López.
«SISTEMA DE CONTAMINACIÓN»
En una entrevista para Abc —Mas y Montilla sólo sirven para un sketch— el dramaturgo recuerda que «los catalanes somos tan españoles que hay que pelearse con el hermano», y apuntilla: «Como sucede con los vascos». Es Boadella en estado puro.
Sin embargo, en su opinión, Jordi Pujol se encargó de que en Cataluña se crearan diferencias inexistentes:
«Desde la Cataluña de Jordi Pujol todo ha sido la evolución coherente de una forma de educar en los colegios y de la promoción de medios convertidos en un sistema de contaminación mental del ciudadano. Desde el punto de vista teatral, yo ya lo señalé en el año 81 con el primer Ubú que hice, cuando todavía no se habían cumplido los primeros cien días de Pujol. Aquel Ubú rey parecía entonces que era muy agresivo, pero yo ya había visto exactamente la dirección que tomaba aquello».
Una obra como esta no se podría hacer hoy en día. Pero por algo muy sencillo, «Pujol era y es todavía un personaje muy teatral». No es el caso de Artur Mas (CiU), su delfín, y mucho menos José Montilla (PSC): «Sólo sirven para un sketch, no dan para una obra entera. Nos falta el primer actor».
Defensor de la fiesta nacional, considera «irreversible» que las corridas de toros vuelvan a Cataluña. «A base de esta contaminación constante de la mente, que quien iba a los toros tuviera una posición casi heroica, no sólo frente al grupo de antitaurinos que había siempre delante de la plaza, sino también ante sus propios vecinos o amigos», ha señalado sobre el tema.
«ES UNA GUERRA FRATRICIDA»
Finalmente, el dramaturgo elogia el ambiente que se respira en Madrid. Ya no es el poblacho que describió Josep Pla, el escritor gerundense prácticamente olvidado por lo que queda de la intelectualidad catalana que rodea al establishment de la Generalidad.
«Madrid es hoy mi ciudad y no pienso que he nacido en otra parte. Es una urbe europea, como París o Londres. El Madrid de Pla, o incluso el que yo conocí hace años, estaba muy lejos de una Barcelona mucho menos cateta, pero ahora sucede exactamente lo contrario», ha añadido.
Pero, aunque no lo diga, le sigue doliendo Cataluña. A donde va a pasar los fines de semana, con su familia. Entre otras cosas, porque no hay más español que los catalanes y los vascos:
«Históricamente, quienes ahormaron España fueron los cántabros y, desde la otra parte, la Marca Hispánica, en la que estaba Cataluña. Ahí empieza la Reconquista. Por eso lo que estamos viendo es una guerra fratricida. Los catalanes somos tan españoles que hay que pelearse con el hermano. Como sucede con los vascos».