Galicia, el eterno bastión de la derecha española, se contempla ahora como la posible Covadonga socialista para iniciar su reconquista. Andalucía está prácticamente perdida y Griñán se dispone a derramar sus lágrimas de Boabdil el chico tras tan irreparable pérdida.
Desde las ventanas de la calle Ferraz, «llamadme Alfredo» Pérez Rubalcaba y su fiel escudera Elena Valenciano, contemplan una España teñida de azul, como aquella España que in illo tempore estuvo teñida de Islam, y han empezado a diseñar una hipotética primera victoria que eleve la moral de un ejército en desbandada.
Galicia es, paradójicamente, el lugar marcado para el desembarco. El próximo congreso del socialismo gallego ha dejado de ser un fin en si mismo para convertirse en un medio, y ya no tiene importancia el nombre del próximo secretario general.
Lo que se le ha pedido a Pepe Blanco, con la poca «autoridad moral» que le queda en su tierra natal, es que queme las últimas naves intentado mantener a Pachi Vázquez. Como le confesaba un veterano socialista a Periodista Digital:
«Es el más cómodo. El que puede facilitar la segunda fase de la operación reconquista de una manera menos traumática. Mar Barcón jamás se conformaría con llevar al socialismo gallego hasta las mismísimas puertas de la tierra prometida. Aceptaría ser primero Moisés, pero se empeñaría después en ser Josuhé. Carmela Silva tiene sus opciones, pero preocupa su propensión a dejarse manejar por los hilos perversos de Abel Caballero, que yo creo que hasta el propio Alfredo sabe que no es un tipo de fiar»
GUERRA EN EL PSOE GALLEGO APLAZADA
No es que el socialismo gallego esté dispuesto a apostar por Pachi; es que Pachi está dispuesto a aceptar el papel de Secretario General de paja.
La gran batalla queda aplazada para después, cuando Madrid intente imponer a su «Don Pelayo» como candidato por el PSdG a la Xunta de Galicia. Entre esa jaula de grillos en la que se ha convertido el socialismo gallego: los agraviados de los restos del touriñismo, la secta de Abel Caballero, los modestos comandos de Pose, el socialismo divorciado de La Coruña, el «Blanquismo» desteñido, los movimientos de ajedrez de López Orozco y tantos socialistas y tantas socialistas al borde de un ataque nervios, puede resultar puro encaje de bolillos encontrar un mirlo blanco que pueda expulsar al PPdG de su fortaleza de Monte Pío.
Y, sin embargo, a los contables electorales de la calle Ferraz le salen las cuentas:
«Cada mes que tarde Feijóo en convocar elecciones juega a nuestro favor. Cada nuevo informe de la EPA, cada nueva predicción de raquítico crecimiento económico, cada oleada de ERES, cada manifestación en las calles, cada recorte inevitable, cada sospecha de deterioro del estado de bienestar, cada huelga, tanto en Galicia como en el Estado, es un pasito atrás de Feijóo y un pasito adelante para el conglomerado formado por la izquierda y el nacionalismo galaico»
En teoría lo tienen todo estudiado y bien estudiado. Ferraz se aferra al clavo ardiendo de una Galicia históricamente conservadora para iniciar su larga y tortuosa reconquista. Apuesta por la irrupción de Izquierda Unida en el próximo Parlamento gallego, como alternativa a la pérdida de votos de un BNG divorciado, y se encomienda al sector moderado del nacionalismo para atraer el siempre indeciso voto del galleguismo aburguesado, que lleva años eligiendo al Partido Popular como mal menor.
El problema es encontrar un Don Pelayo, conseguir después colocarlo en la parrilla de salida, no por el método habitual del consenso, sino por el sofisticado método del desconsenso masivo, y encomendarse después a los gallegos para que les permitan instaurar un gobierno multipartito que tiña de rojo éste emblemático rincón azul del noroeste español.
El tapado de Orozco, si Blanco tira la toalla, es Gómez Besteiro
¡Si estarán desperados en Ferraz para intentar convertir a Galicia en su Covadonga! El único socialista gallego que ha entendido por donde van los tirios, es el alcalde López Orozco, el viejo zorro de Lugo, que en vez de sacar las navajas en la reyerta por la secretaría general, esculpe un futuro don Pelayo con declaraciones como las que hizo hace un par de semanas al periódico El Progreso de su ciudad:
«No me extrañaría que Besteiro fuese, algún día, candidato a la Xunta»
Curiosamente, Francisco Cacharro Pardo, que fue durante muchos años Presidente de la Diputación de Lugo por el PP, no le hace ascos públicamente a esa profecía.