No se sabe si quedan reminiscencias del pasado gobierno, cuando Pere Navarro practicaba la dictadura en las carreteras de España. Si al gallego Arsenio Fernández de Mesa, flamante nuevo Director General de la Guardia Civil, le dan vela en éste entierro. Incluso se le puede dar cierto margen de confianza a la nueva responsable de la DGT, bendecida por el nuevo Ministro del Interior Jorge Fernández, que tiene todas las complacencias de Mariano Rajoy.
Pero, a medida que nos acercamos a los primeros 100 días de gobierno de Rajoy, tras sucesivos Consejos de Ministros en los que se aprueban más reformas que el Consejo anterior pero menos que el Consejo siguiente, los conductores españoles siguen teniendo la extraña sensación de que sólo son oscuros objetos del deseo recaudador del Estado.
Si lo que ocurre en Galicia se puede extrapolar al resto de España, ¡Dios siga cogiendo confesados a todos los españoles que circulan por las carreteras! Periodista Digital recoge una vez más los lamentos espontáneos de diversos agentes de la Guardia Civil de Tráfico que vela por los ciudadanos en las carreteras gallegas.
Hoy, como ayer, como hace unos meses y ya unos años, estos sufridos servidores públicos confiesan con vergüenza e indignación las dudas que les invaden respecto a su papel en la sociedad:
Es que, para eso, [nos comenta un miembro de la Unión de Guardiaciviles de Galicia], no sé si ha merecido la pena ingresar en el Cuerpo por vocación, y aceptar un salario que suele extinguirse antes de fin de mes, y soportar la crónica falta de medios, el permanente racionamiento de combustible y el deterioro camuflado de los vehículos que utilizamos para realizar nuestro servicio.
Poner en duda que un español se hace Guardia Civil por vocación, es un estado de enajenación mental transitoria cuando se comprueba en qué condiciones desarrollan estos hombres y mujeres su trabajo. Habrá excepciones que confirmen la regla. Pero la generalidad la conforman jóvenes y maduros que han decidido servir a la sociedad.
Una vez más, Periodista Digital se convierte en mensajero de los lamentos de tantos ángeles de la guarda de nuestras carreteras. Se quejan, amargamente, de la presión de sus mandos para que centren su trabajo en la recaudación, en vez de hacerlo en la disuasión, la previsión y el auxilio en los accidentes.
Confiesan, enrabietados, que les exigen más presencia en los puntos de las carreteras donde pueden pillar conductores in fraganti, que en aquellos puntos negros, cuya sola presencia, puede incitar a un conductor a levantar el pie del acelerador, a no caer en la tentación de contestar a un móvil o no ejecutar una adelantamiento imprudente.
Esta presión recaudatoria por parte de los mandos, no se traduce sólo en felicitaciones por el «deber cumplido», sino en premios o castigos de complementos salariales, según se hayan alcanzado o no los objetivos medidos en número de sanciones y en cifras en euros.
Se lo confiesan a Periodista Digital avergonzados. Y denuncian esta actitud anónimamente, porque las represalias pueden poner en riesgo el porvenir de sus familias. Cobradores del frac luciendo el uniforme de la Guardia Civil por el que sienten tanta admiración y respeto los españoles.
La dignidad de estos sufridos servidores de los ciudadanos, rebajada por orden de la autoridad competente a hacer emboscadas nocturnas y alevosas a los conductores de Galicia y, por extensión, de España.
¿Comparte el nuevo Ministro del Interior, el Director General de la Guardia Civil, la nueva responsable de la DGT, esta mezquina política recaudatoria? ¿Prefieren euros en mano que la dignidad de la histórica Benemérita volando? ¿Lo sabe Rajoy? ¿Cuenta con ese complemento Cristóbal Montoro para que le cuadren las cuentas de ingresos?
Es una incógnita. Pero si estos son tiempos de reformas, como predica Mariano Rajoy todos los días, supongo que contemplará también la posibilidad de que la Guardia Civil vuelva a donde solía: a velar por la seguridad de los ciudadanos.
Que abandone la táctica de la caza del conductor, que caen como conejos por las carreteras españolas y se despeje para siempre la duda que últimamente nos asalta en las cunetas, cuando emerge a lo lejos una patrulla de la Benemérita: ¿es la Guardia Civil o una patrulla de cobradores del frac?