Xosé Manuel Beiras, el mito viviente que en 1997 situó al nacionalismo como segunda fuerza política de Galicia, por debajo del PP de Fraga y por encima del PSOE de Abel Caballero, está en plena gira mediática por la comunidad autónoma.
Su último concierto lo acaba de ofrecer en V Televisión (que es una desesperada huida hacia adelante audiovisual del Grupo de La Voz de Galicia), con un repertorio de viejas melodías con nuevos arreglos que intenta ser atractivo para públicos de todas las edades: de la vieja guardia roja, del intelectualismo melancólico, de los desertores confusos y dispersos del BNG, de las mocedades que se han emancipado de la tiranía de UPG y de los jóvenes y menos jóvenes indignados del 15-M.
Música para todos los públicos. Ese ha sido el secreto de la longevidad de Mik Jagger y sus Satánicas Majestades, que estos días anuncian una nueva vuelta alrededor del mundo. Esa va a ser la táctica del mito Beiras y su banda de Irmandiños, que a algunos les parece una solución pero a otros se les atraganta como un problema.
Xosé Manuel Beiras, por ejemplo, no descarta la posibilidad de volver a ser candidato a la Xunta de Galicia. Pero tiene 76 años, el cuerpo cosido a heridas y, en cuanto se apagaban los focos y se cierran los objetivos de las cámaras de televisión, aparecen los tics, las impaciencias, los prontos de cascarrabias propios de un señor que va camino de las ocho décadas sobre el planeta tierra. ¿Se puede hacer de Mick Jagger político todo el tiempo o sólo lo que duran las luces y los taquígrafos?
El confuso, disperso pero esperanzado nacionalismo galaico que se ha liberado de las «caenas» de la UPG, contempla al histórico líder nacionalista, al reverenciado catedrático de economía, al hombre que llevó al BNG a su cumbre del Everest electoral, con un grupo de 18 diputados en el Parlamento de Galicia, contempla el «retorno del Jedi» con un sabor agridulce. Evalúa todo lo que suma y lo contrasta con todo lo que puede restar, y deshoja la margarita para despejar una de las incógnitas de la compleja ecuación que deben resolver los exiliados del BNG: una alternativa en la que Beiras se resigne a estar o una alternativa en la que Beiras se empeñe en ser.
Si Beiras sólo está, se puede rentabilizar todo su capital histórico y sentimental. Pero si Beiras decide ser, y lanza su candidatura a los cuatro vientos, con la amenaza de «estás conmigo estás contra mí», la alternativa nacionalista al BNG se habrá metido en un lío de difícil solución.
El último santón del nacionalismo gallego, que ya anunció el otro día que el caudillo de la UPG, Francisco Rodríguez, «vai durar máis que Franco», no sólo se postuló frente a las cámaras de V Televisión como posible candidato a la Xunta, sino que confesó su deseo de contar con Esquerda Unida como una de sus parejas de baile.
El gran seductor político gallego se ha puesto cachondo, y nadie, en entorno nacionalista escindido del BNG se atreve a decirle que ya no está para esos trotes. Que el viagra político da para un mitin suelto o una intervención parlamentaria, pero no permite cumplir en el día a día.
Los reformistas y los renovadores del proyecto nacionalista gallego, contemplando el desarrollo de los acontecimientos, exclaman estos días en la clandestinidad, ante una foto del profesor Beiras: «ni contigo ni sin ti tienen nuestros males remedio. Contigo, porque nos matas; sin ti porque nos morimos» No saben quién puede ponerle el cascabel al gato. Quién puede acercarse al Jedi y susurrarle al oído que lo necesitan como gurú espiritual, pero no como candidato a la Xunta de Galicia.