Todo un círculo vicioso de corrupción y narcóticos giraba en torno al ex director de Trabajo y Seguridad Social de la Junta de Andalucía, Francisco Javier Guerrero.
El principal administrador de los ERE fraudulentos se rodeó de una camarilla de malhechores que no sólo se arrimaron a él para recibir subvenciones, sino que además le suministraban droga para que la consumiera en grandes cantidades durante su jornada laboral, en la que firmaba expedientes de regulación de empleo al margen de la ley.
Juan Francisco Trujillo, ex chófer del que fuera director general, declaró ante la juez Mercedes Alaya que fue el propio Guerrero quien le «remitió a un amigo llamado Gregorio Martínez (Goyo) de Cazalla de la Sierra para que le dijera dónde comprar la cocaína».
Asimismo, manifestó que conocía a este de antes «puesto que iba a visitar de vez en cuando» a su jefe.
Tras venderle droga en «cuatro o cinco ocasiones», explicó, Gregorio Martínez le puso en contacto con «unos señores de las Tres Mil Viviendas», a los que él ya acudió luego para obtener la cocaína.
Según fuentes del caso consultadas por este periódico, Martínez, hijo del dueño de un conocido hotel de la localidad sevillana de Cazalla de la Sierra al que solía ir a comer el hoy diputado del PSOE José Antonio Viera, trabajó como comercial de una de las aseguradoras involucradas en la concesión de ERE falsos.
En concreto, estuvo vinculado a la compañía de seguros Vitalia Vida, la misma que entregaba sobres con dinero para Guerrero y que, por ejemplo, se benefició de las prejubilaciones de Calderinox, inflando su coste. Además, Martínez gestionó con Trujillo la empresa ficticia Inverdosmar para recibir ayudas de la Junta.
NOTA.- leer artículo original en ‘La Gaceta’.