Ana Pastor, la Ministra zamorana de Fomento adoptada por Galicia y por los gallegos, se lamentaba este jueves 22 de marzo de 2012 de la intolerancia de la Comisión Europea ante su demanda de que el Puerto de Vigo entrase como nodal en la Red Transeuropea de Transportes.
Para entendernos: que el Puerto Vigués, primero del mundo en tráfico de pesca para el consumo humano y terminal de una de las autopistas europeas del mar, jugase la Champions en la política portuaria continental y no quedase relegado a la Europa League.
En un intento a la desesperada por deshacer la conjura de Pepe Blanco y el entonces Presidente de Puertos del Estado, Fernando González Laxe, para favorecer los intereses del Puerto Exterior de La Coruña, la ministra se fajó con Slim Kallas, el comisario europeo de Transportes, para intentar rectificar un claro error estratégico cometido por la Comisión. Es evidente que el ex ministro Blanco le coló un gol a Bruselas.
Resulta llamativo que la voz de Abel Caballero, el patriota vigués, no clamase entonces ante el gobierno Zapatero. Pero, sobre todo, resulta desalentadora la táctica del catenaccio utilizada por el Comisario de Transportes, que calificó una posible rectificación (o sea, una actitud de sabios), como «un precedente diabólico».
De todo esto han dado cumplida información la mayoría de los periódicos gallegos. La Voz de Galicia, a través de su propio corresponsal, y el resto de periódicos haciendo «encaje de bolillos» a través de agencias.
Sólo el Faro de Vigo, que ni siquiera se molesta en fechar la información en Bruselas, insinúa que Ana Pastor «explicó sus argumentos» al periódico horas después.
No aclara si contestó telefónicamente a las preguntas de un redactor, si fue ella misma la que tomó la iniciativa para informar al medio vigués o si recibió una nota informativa enviada a todas las redacciones de los medios gallegos.
Anatomía del «apartheid informativo» gallego
Hay dos formas de primar a un medio de comunicación: beneficiarle en el reparto de ayudas públicas o reservarle permanentemente exclusivas informativas que hacen muy difícil la libre competencia. La Voz de Galicia y Faro de Vigo son los dos medios más beneficiados por ambas actitudes gubernamentales.
La ‘disculpa’ siempre es su posición en el EGM, su tirada, su difusión y la correspondiente capacidad de presión que les permite su situación de privilegio.
Es el círculo vicioso en el que se mueve el sector de la comunicación en Galicia. La pescadilla que se muerde la cola. Cuanto más vende un medio, más ayudas recibe de los gobiernos. Cuanta más difusión tiene, más exclusivas les sirven en bandeja las instituciones privadas y las instituciones públicas.
Conselleiros, alcaldes, presidentes de diputaciones, cargos públicos en general, advierten a sus gabinetes de prensa que no se les ocurra dejar de alimentar con exclusivas al portaviones informativo del norte y el portaviones informativo del sur. Y, naturalmente, se ponen al teléfono en actitud sumisa en cuanto llaman de alguna de esas redacciones. Pero, si llaman de otros medios insignificantes, siempre están reunidos.
Vaya por delante que Periodista Digital no tiene quejas del trato dado por las centrales informativas oficiales de la Xunta coordinadas con pericia por la infatigable Mar Sánchez.
Pero ya desde los años en que gobernaba el león de Villalba en Galicia se percibe la rara sensación de que los gallegos deben informarse exclusivamente por La Voz de Galicia, por el Faro de Vigo, por la SER o por COPE , cuando lo razonable y lo democrático es que todos los medios tuviesen el mismo derecho a acceder a la información al mismo tiempo, con la misma intensidad y con los mismos contenidos.
Pero podemos asegurarles que no es así. Que los gabinetes de prensa de las distintas instituciones oficiales en diversas situaciones practican la discriminación crónica.
Si de vez en cuando algún conselleiro, algún alcalde, tiene un desliz y se le escapa una primicia ante un redactor de un medio condenado al «apartheid informativo» galaico, a las pocas horas le está cayendo una bronca de los «grandes capos» que manejan el norte y el sur de la información en Galicia. ¡Es una vergüenza! Pura competencia desleal.
Una actitud, permitida y fomentada por la Galicia Oficial y la Galicia oficiosa, que imposibilita la hermosa gesta de David frente a Goliat en el panorama informativo de Galicia.
La dictadura de La Voz, del Faro, de la Ser, de La Cope, debería herir la sensibilidad del respetable público democrático gallego. Incluso Ana Pastor, empeñada en ser profeta en su tierra, practica la desigualdad de oportunidades sin el mínimo reparo. Ya le han avisado que, en Galicia, sin Voz, sin Faro, sin Ser, si Cope, no hay paraíso.