El editor de La Voz se desahoga con un nuevo artículo

El subvencionado Santiago Rey despotrica contra las subvenciones

Los gobiernos son unos despilfarradores, salvo cuando conceden dan dinero a su periódico

El subvencionado Santiago Rey despotrica contra las subvenciones
Santiago Rey.

El presidente y editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey, ha vuelto a sacar a su cuerdo Doctor Jekyll del armario para firmar al pie de un artículo que rezuma el menos común de los sentidos de los seres humanos: el sentido común.

En un óleo literario que no tiene nada que envidiar a ‘El grito’ de Munch, compone a pinceladas de despilfarro, de corrupción, de complicidad política, de chiringuitos, de trapicheos, de corralitos, de parados, de burocracias, de cobardías, de arrogancias y demás rasgos fisionómicos de la cosa nacional, autonómica, provincial y municipal; un bodegón abstracto de España en bancarrota que deja con el corazón en un puño al más templado de los mortales.

Da la sensación que lo ha escrito sólo en la madrugada, la hora preferida por Robert Louis Stevenson para cambiar de sexo el alma de su inmortal personaje reversible, como si en los laboratorios secretos de La Voz se produjesen, algunas noches, batallas campales entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo reprochable, en el inescrutable interior del editor del periódico de A Coruña.

LEÑA PARA TODOS

A los que han eludido «flagrantemente» sus obligaciones, les dedica un párrafo que no deja piedra sobre piedra ni del pasado reciente ni del presente que estamos viviendo:

Las eludieron, en primer lugar, aquellos que no solo negaron la crisis, sino que exacerbaron sus pésimos efectos incrementando los desajustes y comportándose irresponsablemente, como hizo el anterior Gobierno en Madrid y el bipartito en Galicia, con una arrogancia y una temeridad impropias de gobernantes juiciosos. Y parecen dispuestos a eludir sus obligaciones quienes, tras heredar La peor situación imaginable, responden con la única receta que practican, que es aquella que sólo garantiza más pobreza y más padecimiento a la clase media.

El pasaje no tiene desperdicio. Vapulea a diestra y siniestra, con mucha razón objetiva pero algo de incoherencia subjetiva, a gobernantes de ayer y de hoy que han transferido a su periódico, ayudas y subvenciones que rondan una decena de millones de euros, susceptibles de poder figurar en el debe de las respectivas hojas de servicio a los ciudadanos de los gobiernos aludidos.

Después se centra en el caos de los diecisiete gobiernos autonómicos con sus correspondientes Parlamentos, con alusiones a los reinos de Taifas, el despilfarro, el sinsentido y la corrupción más obscenas. Dedica a continuación unas cuantas líneas a las Diputaciones, que reparten prebendas y favores clientelistas, a los miles de «chiringuitos», a la inflación de defensores del pueblo, al «pesebre» de los presupuestos para Sindicatos, organizaciones empresariales y partidos políticos, a un Senado inútil, a miles de ayuntamientos con nóminas infladas y cajas vacías y, tras darle un tirón de orejas a las televisiones públicas que se tragan 1.650 millones de los presupuestos y están endeudadas hasta la cejas, desemboca en el fútbol, el pan y circo de los españoles, que le deben al país más de 700 millones de euros.

Aún solicita un gran pacto entre partidos políticos, para ayer, mejor que para hoy, el valor necesario para afrontar la reforma constitucional que requiera el estado de emergencia de la sociedad española, y un aviso final a navegantes políticos en general y a los gallegos en particular, en una comunidad autónoma embaraza de urnas: la plaga de desafección y el riesgo de abandono masivo de votantes.

España no quiere y no debe seguir la suerte de los desdichados griegos.

Dónde hay que firmar, le preguntaba a Periodista Digital un gallego que pasaba por ahí. El problema es que, esta mañana, el Doctor Jekyll se habrá convertido de nuevo en Mister Hyde, volverá a ejercer la presión mediática en los despachos oficiales y antepondrá la suerte que pueda correr su medio de comunicación, que navega sobre aguas turbulentas, a la suerte que puedan correr los españoles, los gallegos, que tanto le preocupan a su otro yo.

Por cierto: el título del artículo ha debido ser una aportación subconsciente de su Mister Hyde: «»ANTES DE LA BANCARROTA».

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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