Maruja Torres acusa a Pilar Rahola de estar «más o menos en nómina, sentimental o real» de Israel; y esta le pregunta a aquella si está «en nómina sentimental o real de Hizbulah, o del Gobierno sirio». Entre columnistas anda el juego.
La escritora y periodista de El País, en una entrevista para Jot Down —Maruja Torres: «El periodismo está propiciando el miedo de la sociedad»— reconoce que la filóloga y columnista de La Vanguardia escribe «mal» de ella pero, a la vez, que no la lee. Rahola no esperó mucho para responder.
En su columna de este sábado –bajo el título de «Cariños de Maruja«– la ex dirigente de ERC le devuelve los elogios en forma de dardos. Así, asegura que tiene un «interés» más bien «escaso» en lo que pueda decir en la entrevista para Jot Down, porque, por ejemplo, se conoce «su manual de tópicos».
«¿ESA CHICA DE LA NORIA?»
En la entrevista que le reliza Jordi Bernal para la revista digital, Torres dice esto de Rahola, a cuento de la recinte polémica suscitada por Günter Grass —Israel declara persona ‘non grata’ al Nobel alemán Günter Grass–:
«Israel tiene armas atómicas, nunca lo ha confesado y nunca ha permitido a nadie decírselo. Que un arma atómica en manos de Ahmadineyad sea más peligrosa que en manos de Netanyahu, te diría que así. De Netanyahu tampoco me fío un pelo. No cometeré el error de meter a todo Israel en el mismo saco, pero creo que el escoramiento hacia una derecha mesiánica del gobierno israelí es muy fuerte. Israel también tiene sus cantores, como García Ortega, Pilar Rahola y una serie de gente que está más o menos en nómina, sentimental o real; se pagan muy bien las conferencias que se dan en el circuito sionista».
Respuesta que daba pie a una nueva cuestión, esta vez ya solo sobre Rahola. A lo que Maruja Torres respondió así:
«¿Quién? ¿Esa chica de La Noria? Esa es la respuesta. ¿O aquella de «usted no sabe con quién está hablando», cuando la grúa se llevaba su coche? La recuerdo por esas dos cosas. El resto de su trayectoria connais pas. Bueno, sé de sus artículos que hablan mal de mí, pero no los leo».
Este tipo de palabras no iban a caer en saco roto. Rahola responde, primero en lo personal:
«Lo único que he aprendido ha sido que la gran Maruja me desprecia profundamente -vamos bien, es mutuo-, que reduce mis años de profesión a la caricatura -buen ejercicio: yo podría reducir los suyos a uno de esos artículos diciendo que le encantaría hacérselo con su perrito-, y que por supuesto no me lee -entonces, ¿cómo sabe que soy detestable?-«.
Y, después, en el asunto de Israel:
«La doña amiga de cualquier ayatolá que grite contra Israel niega el derecho de otros a pensar distinto. ¡Qué vanidad la suya!: o piensas como ella o eres un simple sicario. Ciertamente lo fácil sería responder con la misma moneda y preguntarse si Maruja Torres no está en nómina sentimental o real de Hizbulah, o del Gobierno sirio, ese amigo del pueblo, o de Hamas, que todos estos no son precisamente pobres. ¿O es que el argumento no es de ida y vuelta? Pero a diferencia de ella, creo que despreciar las ideas de los contrarios, cayendo en el simplismo de matar al mensajero difamándolo, es propio de mentes obtusas y simples. Quizás es que esta buena amiga se ha quedado sin argumentos para rebatir los que otros ponemos sobre la mesa, y ya no sabe cómo justificar su desaforado antiisraelismo. Sea como sea, qué triste que un clásico del antisemitismo fascista, vinculado al dinero y a los judíos, esté en boca de una diva de la izquierda libertadora».