Wolfgang Schäuble, el Ministro de Finanzas alemán, pasará este fin de semana haciendo turismo con su familia en Santiago de Compostela.
La buena nueva la ha publicado El Correo Gallego, el periódico de la capital de Galicia, sin especificar si en la Catedral se han hecho ya preparativos para echarle incienso en nombre de España, tras el largo periodo que lleva nuestro país utilizando el Botafumeiro en presencia de cualquier autoridad teutónica.
El hombre que ha inspirado los controvertidos Presupuestos Generales del Estado, que dejaron a Cristóbal Montoro y su Grupo Popular solos ante el peligro, ha escogido la ciudad del Apóstol para tomarse un descanso y, francamente, ha dejado al personal con la mosca detrás de la oreja.
Puede ser que sólo venga a contrastar el célebre «milagro alemán» con los celebrados milagros del hijo del Zebedeo. Pero algunos sospechan con preocupación que, en realidad, le ha enviado Ángela Merkel para darse un cabezazo en el Santo dos Croques, pegarle después un abrazo al discípulo de Cristo y pedirle al final un milagro global para toda Europa, cuyo templo del euro está infestado de funestos mercaderes.
Aquel señor tan serio, que hacía sudokus en el Parlamento Alemán mientras su jefa exponía a sus señorías germánicas el rescate de Grecia, se viene ahora a Santiago a resolver sudokus de economía española, que no les salen ni a De Guindos, ni a Montoros.
Según anuncia el periódico compostelano, Herr Schäuble ha reservado el lunes para mantener una minicumbre con Soraya Sáenz de Santamaría, Luís de Guindos y García-Margallo. ¿Pronunciarán la fatídica palabra rescate?; ¿introducirán la variable de la flexibilidad del déficit?; ¿ratificarán los términos inflexibles de disciplina germánica? La respuesta está en el viento. Quizá hablen de todo en una macedonia macroeconómica.
Pero el futurible que despierta más curiosidad entre la opinión pública gallega, es si saldrá o no en la foto Alberto Núñez Feijóo. Si el Presidente podrá incluir esa instantánea en su dossier de campaña electoral. Aunque sea como anfitrión. O en representación de los responsables autonómicos españoles que tanto preocupan a los mercados y tanto ocupan a Europa. Y, en último caso, como polizón a bordo, como convidado de piedra, que es lo menos que le debe Madrid al chico que en 2009 le proporcionó al PP la primera alegría electoral.
Algún graciosillo de redes sociales ya hizo un desafortunado comentario sobre su silla de ruedas. Es evidente que en España ignoramos cómo y por qué las finanzas alemanas van sobre ruedas. Pero al menos sabemos el por qué tiene que utilizarlas su ministro: corría el año 1990, ocupaba el cargo de Ministro del Interior, y un loco le disparó dos tiros cuando salía de una reunión con miembros de su partido.