La Policía cree que la búsqueda de Ruth y José debe seguir centrada en la finca familiar de «Las Quemadillas» o en sus zonas limítrofes, según el sumario.
El juez instructor, en cambio, no apunta en el mismo sentido en su auto de procesamiento, en el que abre la posibilidad de que una tercera persona ayudara a José Bretón, el padre de los niños.
«Tuvo un margen de aproximadamente diez minutos para alcanzar un punto previamente seleccionado y preparado para ocultar a sus hijos, en un radio de acción de unos cuatro minutos, o bien para realizar un trasvase de los niños desde su vehículo al coche de una tercera persona que se los podría haber llevado sin ningún tipo de problema ni impedimento».
Explica Cruz Morcillo en ‘ABC’ que el instructor sitúa ese momento entre las 17.30 horas de la tarde del 8 de octubre, cuando sale de la parcela con su coche y las 17.49 horas, cuando su Iphone genera un dato de localización a la altura de la Avda. de la Libertad.
Ese trayecto, se podría haber hecho perfectamente y «más un sábado caluroso a esa hora en unos 12 minutos». El tiempo restante es en el que sitúa el magistrado la desaparición, bien para ocultar los cadáveres en un punto ya elegido o bien para entregarlos a otra personas.
¿Cómo lo explica? De forma técnica, siguiendo el recorrido que realizó Bretón desde la parcela hasta el Parque Cruz Conde, atravesando el polígono industrial y la ciudad de Córdoba, para llegar a dicho parque.
La Policía aportó dos informes con los tiempos empleados en ese itinerario con dos reconstrucciones distintas: en una se toman los tiempos haciendo el trayecto de forma continua y en otra, se toman los tiempos en dos tramos del recorrido.
A esos datos le suma los emitidos por sus dos teléfonos que recogieron las BTS (antenas de telefonía móvil).
Maniobra para ser visto por las cámaras
La maniobra que le permite tener de margen diez minutos, según el juez, es la de arrojar las bolsas de basura una vez que salió de la parcela (instantes antes de las 17.30).
Dejó primero una pequeña bolsa en un contenedor situado a su izquierda, tras sortear uno que había antes más cercano a la finca; y después depositó otras dos bolsas en el siguiente contenedor, situado en este caso frente a la nave de Joylu.
«Tras dar la vuelta sobre sus propios pasos, en dirección a la parcela, y con clara intención de ser visto por las cámaras de seguridad, giró hacia la derecha en la primera calle de parcelas que hay a la derecha de la suya, emprendiendo la marcha hacia el parque».
Este movimiento, prosigue el auto, le permitía hacerse perder de vista, evitando cualquier riesgo de poder ser seguido en su trayectoria, porque se podía pensar que eran dos vehículos distintos o por mostrar que iba a una zona donde no podría ser seguido.