Si algo caracteriza a La Rioja Turismo es su capacidad innata para buscar alternativas a los imponderables.
Imagínense ustedes poner en marcha una campaña ingeniosa, atractiva, llamativa (y todos los adjetivos que ustedes deseen) denominada ‘La Rioja Apetece’ y que justo el acto final, el momento culmen de la misma se les viene abajo por cuestiones que nadie puede controlar como la climatológica.
Más o menos, salvando las distancias, es como si la celebración de la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos se viese suspendida por la tormenta perfecta.
Igual ahí no habría un plan B, pero los responsables de turismo riojano tenían todo dispuesto para que ese acto final se llevase a cabo así lloviese, tronase o nevase.
Y así fue como el evento de la Mesa Escondida, una actividad consistente en encontrar, a través de unas pistas dadas en las redes sociales, un lugar paradisíaco donde los ganadores podrían disfrutar posteriormente de un delicioso ágape con productos tradicionales de la tierra riojana y en un marco incomparable, en los viñedos de las Bodegas Ruiz Jiménez, se tuvo que celebrar dentro de la propia bodega por mor de una lluvia inoportuna, pero también necesaria, aunque desde luego el evento discurrió como si no se hubiese alterado el plan inicial.
Al final, una iniciativa puede costar más o menos dinero, pero si no va unida del ingenio y de la capacidad de maniobra de quienes la organizan, esto no vale para nada. La Mesa Escondida, aunque no haya contado con la guinda del pastel que hubiese sido llevar el evento adonde inicialmente estaba previsto, en medio de un fantástico campo de vides, todos los asistentes quedaron más que satisfechos ante la posibilidad de estar reunidos en torno a unas grandes dependencias, con una mesa en la que no faltó de nada, por supuesto todo regado del mejor vino riojano (¡¡¡cómo no podía ser de otra manera!!!).
Y es que por el estómago se conquista a las personas y esta iniciativa, que a buen seguro tendrá su continuación, es la mejor estrategia para promocionar La Rioja de una manera integral, porque se vende el destino físico, pero también esa gastronomía que es un verdadero placer para los sentidos.