Estamos ante un iluminado, una persona que ha escogido ser el instrumento de un misterioso destino que está decidido a asumir, pase lo que pase, tanto a él como a su país
La amenaza lanzada por Artur Mas de que violará la Constitución «sí o sí» en busca de la independencia de Cataluña no deja muchas opciones al Gobierno español.
El diario ‘El Mundo’, en su editorial, iniste en que se trata de un reto que no puede quedar sin una respuesta clara y tiene razón, porque los planes que este 12 de octubre detallaba el presidente de la Generalitat en ‘La Vanguardia’, apestan a provocación.
Que Artur Mas haya hecho coincidir su desafío con el Día de la Hispanidad, es pura anécdota, lo mismo que el que haya utilizado como canal la antigua ‘Vanguardia Española‘, que ahora subvenciona y tiene a su servicio.
Escribe Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional de la UAB, que los políticos más peligrosos son los grandes simplificadores y «Mas es ya uno de ellos«.
Acabo de leer las declaraciones de Artur Mas en La Vanguardia y una sospecha que me asaltaba en las últimas semanas se ha confirmado. Nos encontramos ante un tipo de personaje, muy estudiado por los psicólogos, que me causa un especial pavor: estamos ante un iluminado, una persona que ha escogido ser el instrumento de un misterioso destino que está decidido a asumir, pase lo que pase, tanto a él como a su país.
«¿El camino a la soberanía será largo?», le pregunta el periodista Barbeta. Responde: «Largo no sé si será, pero será duro, muy duro». Y añade: «Procuro aislarme todo lo que puedo del ruido mediático (…) Si no te atreves con un proceso así, tienes que terminar. Lo que no vale es quedarte de presidente de un país y dar la espalda a la mayoría del pueblo. Si no te atreves, te tienes que ir. Y si te quedas, tienes que asumir el sufrimiento». Y remata la faena: «Tengo esperanza porque tengo fe». ¡Dios mío! ¿En manos de quién estamos?
Hasta ahora el Gobierno Rajoy ha considerado que el órdago de Artur Mas y sus colegas de CiU es producto de un ataque de calentura acentuado por la precampaña electoral.
Pero los pasos que está dando, el discurso mesiánico que utiliza y la concreción de su hoja de ruta obligan a tomarse en serio el problema.
Porque incluso si sólo estuviera lanzando un farol, el daño que hace a España es tremendo. Está agravando la crisis: la inestabilidad política que ha generado penaliza al país en los mercados.
Dice ‘El Mundo‘:
«Está socavando la convivencia: este 12 de octubre fueron miles de manifestantes los que salieron a la calle en Barcelona para reclamar su derecho a ser españoles, mientras la kale borroka empieza a asomarse a las sedes de los partidos constitucionalistas. Y está intentando minar los cimientos del sistema democrático: opone legitimidades de forma tramposa, al proponer la ‘legislación catalana’ como alternativa a la constitucional».
Al reto de Mas, que se compromete por escrito a «ejercer el derecho a decidir» en los próximos «cuatro años», el Gobierno Rajoy debería responder volviendo a introducir en el Código Penal el delito de convocatoria ilegal de referendos.
Es evidente que la claridad y el detalle con los que ha hablado el actual líder de CiU y presidente autonómico catalán, obligan a Rajoy a contestar además de igual forma.
Puesto que los ciudadanos ya saben hoy qué pasos dará Mas, tienen derecho a saber también cómo piensa defender la legalidad el presidente del Gobierno.
Y subraya ‘El Mundo’ que a Rajoy, el envite de Mas le deja pocas opciones.
«Lo lógico sería que asumiera públicamente el compromiso de recurrir al artículo 155 de la Constitución, que le faculta para ‘adoptar las medidas necesarias’ para garantizar que las comunidades cumplan sus obligaciones».
Es decir, los catalanes deberían ser conscientes de que si votan a Mas y éste da un sólo paso en la dirección que anuncia, el mismo día que convoque su consulta ilegal el Gobierno pedirá su suspensión al Constitucional.
Y si el Tribunal la decreta y Mas desobedece, le requerirá formalmente. Y si mantiene la contumacia, suspenderá total o parcialmente la autonomía catalana.
En la entrevista-masaje que le hace ‘La Vanguardia’, Artur Mas queda retratado en sus falacias:
- Acusa a España de «no haber sido amable y comprensiva con el hecho catalán», pese a que jamás en su historia Cataluña ha gozado de la libertad y autonomía que hoy tiene.
- En el colmo del despropósito afirma que independizarse no es separarse, porque «Cataluña estará en la UE junto con el Estado español».
- Exige al ‘mundo económico’ que se «adapte al cambio», un rasgo típico del nacionalismo totalitarista, que todo lo supedita a la construcción nacional.
- Incluso en un intento cínico por ahuyentar miedos y sumar apoyos dice que, en una Cataluña independiente, podría mantenerse la nacionalidad española.
Resulta inaudito y es inverosímil en cualquier país desarrollado que una autoridad del Estado -y Mas lo es- utilice el día de la Fiesta Nacional para amenazar con destruir el marco de convivencia y dinamitar la unidad nacional.
Da la sensación de que con su «sí o sí» chulesco, Mas ha querido poner a prueba al Gobierno español. Rajoy debe ponerle en su sitio.