El proyecto político de Mario Conde se ha salido de la pista en la primera curva del Gran Premio de Galicia. Había hecho unas sesiones de pruebas iniciales que despertaron cierta atención mediática sobre su inédito «fórmula uno» electoral: una comida con Galicia Bilingüe, un acuerdo con el Grupo de Comunicación de la familia Outeiriño, castings de reclutamiento por hoteles de toda la geografía galaica y algún que otro exorcismo de mecánicos de la escudería Popular, algo preocupados ante las hipotéticas prestaciones del monoplaza del exbanquero.
¡Más dura fue la caída!
Y entonces, de repente, Núñez Feijóo dejó meridianamente claro que antes muerto electoralmente que cuatro años de pacto con Mario. Sin previo aviso, el candidato Popular dejó de pronunciar su nombre en vano y le dejó sólo en el ring preelectoral, lanzando puñetazos al aire como un boxeador grogui. Ése fue el punto de inflexión mediático. Los neumáticos empezaron a desgastarse, fallaron los kers que le permitían cierta aceleración y el DRS que le proporcionaba aerodinámica electoral y, en cuanto empezaron las sesiones de calificación demoscópicas, no pudo pasar de la Q 1 y se quedo relegado a las últimas plazas de la parrilla de salida.
Un Alberto Núñez Feijóo que salía en la pole position, dejó de mirar hacia atrás, hacia la cola, donde un exbanquero reconvertido en piloto electoral calentaba motores de un monoplaza improvisado, de cartón piedra, cuyo chasis se iba desmoronando a cada paso por la recta de tribuna.
Esta es la historia resumida de la incursión de Mario Conde en el mundo de la formula 1 de la política. Le compró espacios a Faro de Vigo, el periódico que ha convertido sus páginas en rastrillos de compra/venta; exprimió hasta la última gota sus acuerdos con el periódico La Región de Ourense, el Diario Atlántico y Televigo, que le permitieron construir castillos de papel periódico en el aire y delirios de telegenia; y cuando acabó la carrera tenía por delante seis escuderías: PP 663.934 votos, PSOE 293.671 votos, AGE (Beiras-IU) 200.101 votos, BNG 145.389 votos, UPyD 21.212 votos, EB (Escaños en Blanco) 17.116 votos y SCD 15.781 votos, que reflejan un anoréxico 1% de rentabilidad en la inversión de un empresario que forjo una leyenda, con luces y sombras, de poner la bala donde ponía el ojo. ¡Más dura fue la caída!
Las sorpresas «kínder» de Mario Conde
Pero, al césar lo que es del césar. Gracias a Mario Conde y su frustrada incursión electoral en Galicia, los gallegos se han llevado una sorpresa kínder sociológica y una sorpresa kinder mediática sin precedentes:
La primera es que los que son o han sido banqueros producen todavía más desconfianza que los políticos, asunto que debería hacer reflexionar al CIS en su próxima consulta sobre las filias y las fobias de la sociedad española.
Y la segunda es que los periódicos, como La Región o el Diario Atlántico, en un proceso inesperado de innovación, ofrecen nuevos e impensables servicios al público. Una de los más sonados durante la campaña gallega ha sido la entrega de papeletas de Mario Conde, en condiciones de introducirse directamente en las urnas, con cada ejemplar de los dos periódicos mencionados de presunta propiedad de la familia Outeriño. ¡Renovarse o morir…! —Dos periódicos locales distribuyen con su ejemplar la papeleta de Conde—