La visita de Artur Mas a Moscú ha pasado completamente desapercibido para la prensa rusa
El precio medio de una habitación estándar en el hotel de lujo Radisson Royal de Moscú, que ha acogido hasta ayer el Foro Empresarial Cataluña-Rusia, y en donde se han alojado el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y la inmensa delegación que le acompañaba, no baja de los 300 euros.
Pero algunos miembros de la cúpula catalana han preferido gozar del confort de sus opulentas suites, equipadas con magníficos muebles de estilo clásico y cosméticos de las mejores marcas.
Tal ha sido el caso del propio Mas, acompañado por su esposa, que reservó una suite Ambassador. Su precio oficial asciende a 64.000 rublos (1.600 euros) la noche.
No obstante, la jefa de reservas del establecimiento, Ólga Nazárova, ha confesado a Rafael M. Mañueco de ‘ABC’ que el líder catalán se benefició de un descuento, cuya cuantía no ha querido dar a conocer.
El Radisson Royal, de cinco estrellas, ocupa el imponente edificio del legendario hotel Ucrania, uno de los siete rascacielos construidos por orden de Stalin en los años 50. Antes de su remozamiento, que duró tres años y finalizó en 2010, conservaba su típico sabor soviético.
Era el lugar preferido por la «nomenklatura» comunista regional en sus viajes a la capital.
UN FRACASO DE VIAJE
Artur Mas no lo tendrá fácil para internacionalizar la ofensiva soberanista que plantea su Gobierno.
El presidente de la Generalitat finalizó este 2 de noviembre de 2012 su viaje oficial de dos días a Moscú sin haberse entrevistado con ningún político de primer nivel y con el convencimiento de que la diplomacia española no se lo pondrá nada fácil para establecer, a partir de ahora, contactos con mandatarios extranjeros.
Sin grandes entrevistas políticas, Mas centró su agenda en el foro económico que buscaba poner en contacto empresas catalanas y rusas y del que no trascendió ningún acuerdo destacado.
A la vista de que el Gobierno central rechaza de plano abrir la puerta a cualquier tipo de referéndum de autodeterminación en Cataluña, Mas pretende comenzar la próxima legislatura con una tanda de viajes por Europa para explicar su proyecto y buscar complicidades.
Es lo que en su día definió como «internacionalización del conflicto catalán» y que pretende hacer sonrojar al Gobierno central ante sus socios europeos por rechazar la celebración de un referéndum o consulta legal.
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El viaje de Mas a Moscú no formaba parte de esta agenda, porque ya estaba planificado desde hace un año y porque tanto el presidente como su equipo entendían que poca comprensión iban a encontrar a su proyecto en un país como Rusia.
Con todo, el Gobierno catalán intentó, sin éxito, que el presidente se entrevistara con varias autoridades locales. Concretamente, y según consta en el programa provisional que la Generalitat envió a la Embajada de España en Rusia, Mas pretendía entrevistarse con el ministro de Desarrollo Regional, con el ministro de Energía y con el vicepresidente del Consejo de la Federación Rusa, además de mantener un contacto con viceministro federal de Desarrollo Económico.
Ninguno de estos contactos se llegó a materializar.