¿Sería ministro en una 'nación catalana'?

Durán, el político que lo tuvo todo, salvo poder ser ministro español

Rechazó por dos veces ser miembro del gabinete monclovita con Aznar y Zapatero

El personal es muy libre de pensar que Durán i Lleida practicaba el humor catalán el otro día, ante Artur Mas, el Jedi Pujol, Xavier Trias, la historia y las cámaras de televisión, postulándose como futuro Ministro de Asuntos Exteriores de la República Independiente de Cataluña. Pero, los que le conocen, saben que el incombustible híbrido político maño-catalán no estaba en realidad ante un atril, sino tumbado en el diván en plena sesión de psicoanálisis.
 
¡Doctor: quiero ser ministro!

Está más obsesionado con ser ministro que Hilary Clinton con ser la primera Presidenta de los Estados Unidos de América. Pero a ambos se lo ha ido negando la historia. A Hilary le queda una última oportunidad en 2016, cuando el panorama se presente menos negro en la Casa Blanca. Pero al pobre Durán i Huesca, perdón, i Lleida, el brote virulento de independentismo de Convergencia i Unió le ha robado para siempre la cartera, el coche oficial y la foto en el Palacio Real jurando o prometiendo, ¡vete tú a saber!, cumplir y hacer cumplir la Constitución. Precisamente la misma que no quiere cumplir ni hacer cumplir su socio de coalición.
 
El hombre que siempre quiso ser ministro
 
Ha sido teniente alcalde de Lleida, diputado en el Parlament, delegado provincial de la Generalitat, conseller del Govern, eurodiputado, diputado en el Congreso hasta aburrirse y aburrir a los españoles, niño en los bautizos, novio en las bodas y muerto en los entierros de gobiernos del PSOE y del PP en minoría. Una mosca cojonera en la política española, vamos, muy aficionado a no comer y no dejar comer y muy experto en el arte de percibir el mínimo indicio de carroña parlamentaria.

Pero el hombre lleva tiempo soñando con ser ministro cuando sea mayor. Por lo visto le había dado calabazas a Aznar en 1996, cuando el entonces presidente le pidió formalmente la mano y Antoni prefirió convertirse en su «querido» parlamentario.

Volvió a escuchar una declaración de amor formal de los labios de José Luís Rodríguez Zapatero en 2008, al inicio de la segunda y gloriosa legislatura en la que España jugaba en la Champions, ¿recuerdan? Pero el líder de Unió, convenientemente asesorado por Artur Mas, le dio calabazas al imperio de la ceja como represalia por haber permitido que el Estatut pinchase como una burbuja inmobiliaria.
 
Un Rajoy sin mayoría absoluta le reservaba una cartera
 
Y luego, a la tercera, en la que pudo ir la vencida, ofreció gentilmente su mano a Mariano Rajoy, en vísperas de las elecciones del 20-N de 2011, para llevarle una hipotética cartera. Era el momento en el que CIU respaldaba la estrategia del «caballo de Troya», de estar dentro del gobierno e intentar sacar réditos en autogobierno y la tajada del dichoso «pacto fiscal» por las buenas, que al final han intentado conseguir por las malas, con los resultados por todos ustedes conocidos.

Mira por donde, si Durán i Huesca, perdón, i Lleida hubiese alcanzado su sueño, es posible que a estas horas no estuviésemos hablando del proceso independentista de Cataluña. Pero, así es la historia. Lo que falló fue la aritmética.

Durán aspiraba a que Rajoy sacase la mitad de diputados menos uno, y los españoles decidieron que sacase la mitad de escaños más 11. Durán se quedo sin cartera, Mas compuesto y sin pacto fiscal, Cataluña con más agujeros presupuestarios que un queso gruyere y, todo junto y revuelto, hizo entrar en erupción volcánica a una Cataluña donde sólo funcionaba bien el Barça.
 
Soñaba con ser el nuevo Cambó
 
Esta es la triste historia de un hombre que quería ser ministro. El drama oculto de Durán i Lleida, el aragonés más independentista de Cataluña, a imagen y semejanza del célebre poeta Vinicius de Morais, que se declaraba a sí mismo «o branco máis preto do Brasil», que rumia ahora entre dientes la melodía inmortal de la bossa «Desafinada».

La marea independentista ha destrozado sus planes. Ya nunca podrá ser ministro en Madrid. Ya nunca podrá emular a Cambó, víctima de la misma maldición que malogró a la prehistórica «operación Roca». Por eso se ha pataleado, patinado, en declaraciones públicas que han hecho tambalearse a las paredes de la Generalitat y la sede de Convergencia de Catalunya:

«No es posible que Europa reconozca a una Cataluña independiente. España sale perdiendo sin Cataluña, pero Cataluña sale perdiendo sin España».

Y cosas así, hasta que al final ha caído de la burra. Ha comprendido que el único camino que le queda para ser ministro, es una cartera hipotética, en un Estado independiente hipotético, hipotéticamente fuera de la Unión Europea.

Por si acaso se diesen esas hipótesis, ya se ha pedido Asuntos Exteriores. Durán, en este momento, es a Artur Mas lo que Sancho Panza era a Don Quijote: el escudero pragmático cabalgando al lado del caballero de la triste figura. Ni siquiera puede descartar la posibilidad de que, al final, sea el ministro de Asuntos Extranjeros de una ínsula de Barataria.

 

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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